Como ya dije, esta vez vinimos al Parque Nacional Perito Moreno a descansar mentalmente y a hacer caminatas, con el interrogante de nuestro desconocido y supuestamente no muy buen estado físico. El circuito del Mirador del Belgrano era solamente unos 8 kilómetros que podían ser una buena medida de nuestras posibilidades futuras de encarar otros recorridos más largos.
Este circuito es de los «nuevos», promovido seguramente por la donación de Gilbert Butler de los años anteriores e inicia donde antes arrancaba el sendero al Puesto El 9, en una explanada al sur del lago Belgrano. Dejamos allí la chata y salimos en sentido antihorario por el primer tramo que es estepario y va mutando a bosque achaparrado, a medida que serpenteando entre cañadones se aproxima a la costa del lago.
Ya cerca de la costa, aparece una zona de acampe muy bien delimitada, con un refugio asociado para tres personas y un sanitario en condiciones «noruegas», como ya expresé en otro blog. Ojalá se mantengan así!
Cerca del refugio hay una hermosa playa sobre el lago
El sendero a partir de aquí se adentra en un bosque un poco más denso, como es de imaginar y como es de práctica en este parque, los paisajes son deslumbrantes a cada paso. Así, después de seis kilómetros llegamos a interceptar el otro sendero que se dirige al largo circuito del lago Azara y dado que nos sentíamos bien, optamos por asomarnos unos kilómetros, lo cual fue una excelente decisión por la variedad incesante de paisajes inesperados que se muestran a cada paso.
El circuito del Azara es muy largo y requiere prever pernoctar en alguno de los refugios o llevar una mochila con elementos para acampar, lo que por ahora no estaba en nuestros planes. Después de lo poco que vimos, sin duda que en alguna otra visita nos vamos a animar.
Finalmente, al volver al punto de partida, habíamos hecho poco mas de trece kilómetros, con lo que tuvimos la buena noticia que «milagrosamente» estábamos en mejores condiciones que las que suponíamos. El circuito grande de la península del Belgrano nos estaba esperando para el día siguiente.
Sin embargo, todavía nos habían quedado ganas de pasear y nos fuimos a visitar, con la chata, el lago Burmeister, reino del viento del oeste.
Esta zona es un rincón poco conocido de la Patagonia, ya que en el pasado su acceso no era muy cómodo, por llamarlo de algún modo. Si bien la RP 39 siempre fue una sencilla ruta de ripio típicamente patagónica, los casi 100 kilómetros que los separan de Bajo Caracoles desanimaban a los viajeros, potenciados por la falta de información reinante.
Pero hace un tiempo la cosa cambió. Una ruta recientemente abierta por Vialidad de Santa Cruz, entre el lago Posadas y el Parque Nacional Perito Moreno, de la cual me enorgullezco de haber sido uno de los precursores, al haberla recorrido en modo offroad para vehículos de cuatro ruedas en 2016, hizo que muchos aventureros se largaran a investigar. La crónica de esa aventura la pueden leer haciendo clic.
Esta ruta, por ahora recomendable solamente para vehículos 4×4, permite hacer un circuito «redondo» sin ir y volver por el mismo camino, por paisajes deslumbrantes pero muy solitarios.
Los menos osados ahora se asoman a la zona para tantear el terreno y no quiero pensar el auge que tendrá cuando finalmente la ruta sea apta para todo tipo de vehículos. Otro nuevo atractivo es un nuevo paso a Chile siguiendo el curso del río Oro, el cual se ha comenzado a construir.
En mi caso había andado por aquí varias veces, pero siempre de pasada, yendo o viniendo del Parque Nacional Perito Moreno y una vez que nos llegamos hasta las nacientes del río Oro, a los pies del cerro San Lorenzo.
Nunca me había quedado un par de días en la zona acampando a orillas de los lagos, disfrutando del hermoso microclima cordillerano que reina aquí, a solamente 250 metros sobre el nivel del mar pese a estar completamente inmerso en los Andes patagónicos.
Entramos por el norte del lago Posadas, visitando el famoso Arco de Piedra, para luego cruzar a la margen de enfrente por el istmo que lo separa del lago Pueyrredón.
Nuestro objetivo era acampar un par de días en el camping de la estancia Suyai, al cual le había echado el ojo las veces pasadas. Con base allí, ademas de descansar de las largas etapas de aproximación de los días previos, haríamos algunas caminatas a la rara península que está enfrente de la estancia Suyai y algún que otro circuito que teníamos en mente. Y eso fue lo que hicimos.
CAMPAMENTO EN LA ESTANCIA SUYAI
La estancia Suyai hace muchos años que recibe al turismo. Ya en en el lejano 2006 recuerdo que bajando desde Los Antiguos por la RP 41, unos pequeños cartelitos invitaban a visitarla y te llevaban por una huella poco transitada al istmo que divide el lago Posadas del Pueyrredón. En esa oportunidad, una tranquera con candado me impidió conocerla ya que para hacer el rodeo por por el pueblo no nos daban los tiempos. Eran las épocas de vacaciones con los chicos en Pampa 01 con un tráiler lleno de chirimbolos; la crónica, aquí
El lugar es muy bonito, tiene un par de cabañas y departamentos que hay que reservar con tiempo, pero también dispone de una zona arbolada de camping con fogones y sanitarios que es un sueño. Nos establecimos allí por dos días con la ventaja de que al ser días de semana, estábamos solos con todo el lugar para nosotros.
Es de destacar la amable atención del encargado, Don Roberto Faucino, quien con su calidez, se desvivió para que la pasemos de diez, facilitando información y accesos de los distintos distintos lugares para conocer.
Entrada a la zona de camping
Nuestro campamento
Campamento
Parque sobre el lago en estancia Suyai
Parque sobre el lago en estancia Suyai
El fogón donde cocinamos
Pollo al disco, no podía faltar
CAMINATA A LA PENÍNSULA
Justo enfrente de la administración de la estancia, la costa presenta una caprichosa curiosidad. Una larga y angosta península se introduce en el lago e invita a visitarla. En años anteriores accedimos en la comodidad de los vehículos pero esta vez la disfrutamos de otro modo, caminando.
Tiene unos dos kilómetros de largo y un ancho variable entre 10 y 20 metros; lentamente está siendo colonizada por vegetación cuyas semillas las lleva el viento. Al llegar a su extremo uno puede imagina que que se está en la proa de un «Titanic» en el medio del lago.
Es una geografía particular de la zona ya que no es la única; en la desembocadura del río Oro hay otra similar.
La extraña Peninsula frente a Suyai
En el extremo de la penínsulaLa estancia Suyai desde la penínsulaPenínsula, al fondo la estancia SuyaiCaminantes satisfechosPaisajes que llevan a la relajaciónVista de la península desde las alturas del Santuario de la VirgenSantuario de la Virgen, en un bosque de pinos de las alturasLa estábamos pasando realmente bienPaisajes que enamoran
En todos mis viajes siempre hay algún tiempo dedicado a visitar estaciones ferroviarias que no conozco o volver a relevar algunas después de algún tiempo. A las de de Línea Roca de la Línea Sur, despacito las voy conociendo a todas y en este último viaje, estuve en tres que nunca había visitado y en una donde renové los votos. No me quedan muchas más por conocer pero ya van a caer…
NENEO RUCA
Ya un par de veces me había quedado con las ganas de conocerla por cuestiones de tiempo, pero esta vez decidí no postergarla más. No está muy lejos de la RN 23, a unos 12 kilómetros, entre Pilcaniyeu y Comallo. Al desviarnos de la ruta, primero es una huella vecinal que va hilvanado estancias pero al cruzar las vías y apuntarle a la estación, pasa a ser una huella muy poco pisada que se interna en unas interesantes serranías junto con el terraplén ferroviario.
En un momento se atraviesa un especie de cañón bastante angosto al costado de las vías y luego el paisaje se abre en una gran planicie donde a lo lejos se divisa un tanque de agua. Al acercarnos, también alcanzamos a ver un nomenclador de madera y al llegar allí, también encontramos el borde de un andén de material mas escombros de lo que seguramente fue alguna dependencias ferroviaria. Llegamos NENEO RUCA
La soledad es suprema y realmente me dio mucho placer poder llegar hasta allí, donde seguramente alguna vez hubo actividad. Al regreso, cuando publiqué unas fotos en facebook, un amigo me acercó un artículo sobre un importante accidente ferroviario entre un tren de carga y uno de pasajeros que había acontecido en las cercanías, cuya crónica esta aquí
Serranías por donde se accede a NENEO RUCAEl viejo tanque de agua sobrevive como puede, con medio techoEl anden donde alguna vez algún pasajero esperó el trenEl nomenclador, donde con mucha imaginación todavía se lee NENEO RUCA
EMPALME
Después de NENEO RUCA, seguimos viaje hacia el este; de aquí en más la mayoría ya las había visitado, pero el aspecto de EMPALME nos llamó la atención.
Allá por 2010, anduve por acá. Estaba nevando un poco y el edificio estaba completamente abandonado. Había leído no hace mucho, que con motivo de los viajes turísticos de La Trochita entre Ingeniero Jacobacci y Ojos de Agua, la iban a volver a utilizar. Con mucha alegría encontré que ahora se lo había puesto en valor y que efectivamente era una parada activa de este nuevo emprendimiento.
Su nombre original era Desvío Km 648, ya que allí se abren los ramales a Esquel y a Bariloche que entre este punto y Ingeniero Jacobacci comparten un riel, ya que son trochas diferentes.
Nueva estación EmpalmeParece mentira ver algo puesto en valorLos dos viejos vagones son la cocina y deposito de la confitería que hay en el edifico principalEstación Empalme con nuevo anden para La TrochitaLos viejos vagones de La Trochita siguen ahí, en el olvido, en una vía muerta
Álamo bandera en Empalme
PERCY SCOTT
El largo camino de la RN 23 lo fuimos transitando sin más problemas que una pinchadura de cubierta en Aguada de Guerra. No teníamos muchas expectativas de nuevas estaciones a visitar porque en el pasado, las que nos faltan siempre se nos negaron por tranqueras con candado. No obstante cada vez que pasamos cerca de alguna nos asomamos para ver si el candado no está. Y esta vez, en una huella que acercaba a PERCY SCOTT, la tranquera no tenía candado!
Entramos y nos dejamos guiar por el GPS, que nos llevó a cruzar las vías y luego doblar hacia el este unos dos kilómetros. Pero por más que prestamos atención no encontramos indicio alguno de estación o apeadero, aunque sea unos escombros. Quisimos creer que un insignificante ensanche del terraplén y unos postes de madera cerca del kilómetros 246 era lo que buscábamos, pero sabíamos que únicamente era para justificarnos. PERCY SCOTT no existía..
Al volvernos, con otra perspectiva, al cruzar las vías, unos 200 metros al oeste, lejos de la posición que nos marcaba el GPS había algo. Dejamos la chata sobre la huella con el entusiasmo renovado, fuimos a investigar. Y entonces, con gran alegría, encontramos el andén; estaba ahí nomás pero con los datos equivocados casi lo perdemos. No hay mucho más, solamente encontramos los restos de un contrapiso sin siquiera escombros de alguna vieja construcción. Pero la encontramos! Y Raine Golab, donde quiera que estés, supongo estarás satisfecha que lo logré: tantas veces hablamos de este lugar y finalmente apareció.
La huella después de cruzar las vías, donde divisamos algoAndén de Percy ScottAndén de Percy Scott con PenélopeNosotros sobre el andén, contentos con el hallazgoAdemás del andén, este contrapiso es lo único que quedó.
CARMEN DE PATAGONES
El periplo de la RN 23 y posterior RN 03 nos puso en San Antonio Oeste frente al cruce con un carguero proveniente del yacimiento de caliza de ALPAT en Aguada Cecilio; por lo menos algunos trenes andan… Como todavía no era muy tarde seguimos hasta Viedma, donde nos alojamos y pasamos la noche, previo a una riquísima cena en un restaurante de la Costanera, desde donde se podía apreciar la iluminada Carmen de Patagones.
Un carguero de caliza de ALPAT proveniente de Aguada Cecilio cruzando la RN 03Carmen de Patagones nocturna, desde la costanera de ViedmaLa iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en Carmen de Patagones
Después de desayunar en el hotel, cruzamos por el viejo puente ferrovial y nos dimos una pequeña vueltita por el centro de la pintoresca Carmen de Patagones, que sin duda merece mucho más tiempo. Pero, por ahora, el interés era conocer la vieja estación ferroviaria maragata del confín de la provincia de Buenos Aires, que está bastante alejada del centro de la ciudad. Enfrente de la estación se encuentra en una plazoleta la primera locomotora «LA Maragata» que llegó aquí hace más de 100 años, en 1922. La estación esta en muy buenas condiciones y allí funciona el Centro de Formación Profesional N°401; se nota que la han puesto valor no hace mucho y la verdad que está muy linda, como si estuviera preparada para recibir tráfico pronto. Había un rumor que el Tren Patagónico saldría de allí pero las vías no parecen haber sido usadas recientemente.
«La Maragata», Monumento Histórico Nacional, fue la primera locomotora que llegó aquí hace más de 100 añosNomenclador de la estación, muy lejos de la estación, pero está!La mítica estación de Carmen de PatagonesAndén principal de Carmen de Patagones, sin tráfico pero en muy bien estado edilicioAndén principal de Carmen de PatagonesAndenes principal y secundario de Carmen de Patagones, parecen listos para recibir pasajeros
Tristeza de ver un andén así, vacío y abandonado en el confín de la provincia.
Que lindo sería ver pasajeros y trenes aquí
Visitas realizadas entre el 22 y 23 de febrero de 2023
Envalentonados con Adriana porque habíamos logrado caminar trece kilómetros recorriendo el mirador del lago Belgrano y un pequeño asomo al sendero del Azara, hoy nos animamos a encarar el Circuito Grande de la Península del lago Belgrano, que tiene más o menos dieciocho kilómetros.
Yo conocía el Circuito Chico de haberlo recorrido el año pasado y había quedado deslumbrado, por lo que el Circuito Grande era algo que deseaba conocer y más ahora que sabía que nos íbamos a poder bancar la caminata.
Nos levantamos temprano, desayunamos muy bien en La Oriental y nos fuimos con la chata hasta el estacionamiento próximo al inicio del sendero en el istmo de la península.
El clima estaba muy bueno porque apenas estaba nublado, no hacía mucho frío y había poco viento, ideal para el trekking. Sin mucha carga, sólo con una pequeña mochila con una vianda y agua suficiente, salimos rumbo a la aventura.
Los circuitos de la península, perfectamente señalizados
Se puede recorrer en cualquier sentido pero nosotros elegimos hacerlo en sentido horario. La primera parte es esteparia y a medida que se avanza hay una transición lenta al bosque de lengas, que van cobrando vigor a medida que se avanza hacia el oeste.
Juegos de luces y sombras sobre las aguas producen estas imágenes espectaculares. Al fondo, el cerro MiéSobre el extremo sudeste de la península,el cabo Dos Bahías.Si miran bien podrán notar unos de los refugios que voy a comentar más adelante. Hasta aquí estamos a unos 7 km del estacionamiento.Disfrutando de la compañía y del paisaje rumbo al refugio Quetro
En este sector oeste de la península, comienza a aparecer el bosque andino de lengas y el sendero se interna en él.
Ya estábamos cerca del refugio Quetro, después de más de 10 kilómetros de caminata. Este refugio, como todos los demás del parque, son de un nivel «noruego», gracias a las donaciones que el magnate norteamericano Gilbert Buttler realizó en el parque.
A estos refugios se accede por ahora en forma gratuita, reservando en la página web del parque y disponen de espacio para tres o seis personas (hay dos modelos), con cuchetas, colchonetas, asientos, una mesa, enseres de cocina, elementos de limpieza, una salamandra y leña cortada, todo en una coqueta y acogedora cabaña de construcción increíble. La próxima vez que visitemos el parque vamos a planear pasar una noche en uno de ellos, debe ser una experiencia fascinante y confortable. A su alrededor hay algunos espacios para camping perfectamente delimitados, con un baño de uso de publico, en condiciones excepcionales de pulcritud y limpieza
Buscando el QuetroBosque y senderoRefugio Quetro por dentroSufrido bosque de lengasPlayas Quetro y La ArenaBajada a La ArenaPlataforma para campingLa increíble playa La Arena con su isla desierta enfrentePlaya Quetro, mirando hacia el surPlaya Quetro, mirando hacia el norte
Con lo hecho, ya habíamos completado la mitad del recorrido planeado. El lento pasaje de la estepa al bosque, acercándonos a las altas montañas nevadas limítrofes bordeando el brazo sur del lago Belgrano que vivimos, iba a ser a la inversa. Ahora iríamos dejando las montañas nevadas y el bosque para volver a la estepa pero bordeando el brazo norte del lago, de características completamente diferentes al sur. El aporte del río Volcán, que trae las lechosas aguas de los glaciares del cerro San Lorenzo, hace que la gradual mezcla de las aguas le proporcione mil tonos de turquesa, mostrando algo tan lindo que es difícil de creer. Luego el sendero se adentra en la península , la cual en su interior tiene una serie de lagunas que a esta esta altura del año tienen poca o casi nada agua aportando colores extraños al revelar sus fondos secos.
El brazo norte del Belgrano y sus mil tonos de turquesa.El brazo norte del Belgrano y sus mil tonos de turquesa, otra vezEl delta del río Volcán cuando vierte sus aguas en el Belgrano, que trae del cercano San Lorenzo.Estepa y lago BelgranoEstepa y cerro MiéLaguna PescadoOtra laguna ahora secaIstmo de la península BelgranoCansados pero felices después de intensos y maravillosos 18 km de paisajes increíblesPor supuesto, después tuvimos que recuperar energías en La Oriental, con los asados de Eduardo Lada
Después de conocer el remoto y relativamente aislado pueblo de Guardia Mitre y de cruzar el río Negro en la balsa de Sauce Blanco ya estábamos satisfechos de haber alargado el regreso unos cuantos kilómetros para conocerlos. La balsa nos conectó con la ruta 250 a unos 50 km de General Conesa y nos dispusimos a retomar la ruta habitual de regreso, sin saber que íbamos a recibir una grata sorpresa, completamente imprevista.
Quince kilómetros antes de llegar a General Conesa, un enigmático puente ferroviario reticulado en el lado derecho de la ruta nos llamó la atención y recordé que Raine Golab alguna vez me lo había mencionado. El puente no disponía de terraplenes antes ni después y el cauce que atravesaba era caudal de agua muy pequeño que evidentemente no fluía desde hace mucho tiempo. Sin duda era parte del ramal ferroviario tendido entre General Conesa y Lorenzo Vintter que alguna vez había servido a un desaparecido ingenio azucarero que procesaba azúcar de remolacha. Una locomotora de trocha 75 centímetros rescatada de la Trochita, está expuesta desde hace unos años en la rotonda de acceso a General Conesa como recuerdo de ese extinto ramal.
Inexplicable puente desde la nada hacia la nada, hasta conocer la historia que lo incluye
Siempre a la pesca de estaciones ferroviarias, me fijé qué podía haber cerca. El Ferromapas del GPS me dio la noticia que había una estación a unos cuatro kilómetros al oeste, en el lado opuesto de la ruta donde estaba el puente.
Una tranquera desvencijada sin candado, con una huella sin tránsito sepultada por altos pastos me ofreció la posibilidad de ir en su búsqueda y sin pensarlo, nos metimos, medio a ciegas, a campo traviesa. Al atravesar una pequeña arboleda empezamos a pisar troncos caídos ocultos en el pastizal, pero seguimos.
Buscando la estación San Lorenzo
Transitando una «huella»
Una montaña de tierra oculta por la vegetación nos cortó el paso y me bajé a ver como esquivarla, pero al subir encontré detrás un profundo zanjón que no íbamos a poder sortear con la chata. Sin embargo, a la distancia divisé un puente de hormigón y no me quedó otra opción que ir a verlo a pie. Obviamente había sido construido antes del zanjón, posiblemente era parte del camino a la estación.
Al llegar al puente, un poco más alto que el terreno circundante, la vi: un tejado rojo con paredes blancas y arcadas. Había encontrado la que en su momento fue la coqueta estación San Lorenzo que me marcaba el GPS !
Se me ocurrió ir caminando pero observé un par de canales de riego que implicaban pasarlos nadando o algo así. Me conformé con el trofeo de un par de fotos con zoom.
Canal de riegoEstación San Lorenzo
Estación San Lorenzo
Al volver a la camioneta, Adriana había pescado señal de Internet y me refrescó lo poco que yo recordaba del ingenio azucarero. La historia, como les contaré más adelante, nos atrapó y decidimos ir en su búsqueda, sin duda del otro lado de la ruta, adonde apuntaba el otro extremo del puente.
Costó dar vuelta la chata en el berenjenal que nos habíamos metido sin darnos cuenta: los altos pastizales escondían zanjas a ambos lados del camino que complicaron la maniobra y casi nos caemos en una de ellas. No se quién nos iba a sacar de allí si eso pasaba.
Volvimos a la ruta y decidimos ir a buscar en sentido contrario siguiendo la dirección del puente, que apuntaba hacia el río Negro. Nos internamos por un camino vecinal algo al sur del puente, que rápidamente nos comenzó a mostrar construcciones abandonadas y semiderruidas, entre ellas una escuela.
Un par de kilómetros más adelante aparecieron lo que parecían instalaciones fabriles como fantasmas en el medio de la llanura.
Unos carteles, también en muy mal estado indicaban que efectivamente se trataba del ingenio San Lorenzo y que eran Patrimonio Histórico Provincial aunque su estado no lo denota.
Entramos y recorrimos con la chata unos senderos prestablecidos que discurrían entre las ruinas, con algunos carteles explicativos (muchos de ellos ilegibles y vandalizados), sorprendiéndonos de la magnitud de las instalaciones.
Del complejo fabril, solo quedan en pie dos enormes galpones, un edificio administrativo y las piletas de hormigón donde se volcaban las remolachas. El resto, solamente escombros dispersos y alguna que otra estructura que sobrevivió misteriosamente.
Recorriendo el ingenio San Lorenzo
Edificio Administrativo
Interiores del edificio administrativo
Piletas de lavado de remolachas
Galpones
Galpones
Pared del galpónInteriores de un galpónPileta de lavado
Luego de la visita, buscando en Internet nos enteramos de que lo que vimos era solamente lo que quedó después que se dinamitaran (sí, que se dinamitaran!) las instalaciones principales luego de un proceso de auge, infección de los cultivos de remolacha, paralizaciones, cupos de producción exiguos y extraños procesos de venta.
No es muy claro lo que ocurrió allí, pero lo que si es cierto es que en la década del 20 del siglo pasado, Benito Lorenzo Raggio y Juan Pegasano, se decidieron a reemplazar los nativos piquillín, chañar y jarilla para que la remolacha se convirtiera en una estrella fabril.
El proyecto arrancó con mucho entusiasmo pero bajo condiciones no muy favorables por parte de la infraestructura estatal. Se inició en 1929, incluyendo la construcción de un ferrocarril de 107 kilómetros para evacuar la producción, finalizado en 1934 mientras se realizaban las primeros cosechas de remolacha y se realizaba la puesta a punto de la fábrica de azúcar.
El ferrocarril tuvo que ser financiado por el ingenio ante la indiferencia oficial y a cambio obtuvo únicamente créditos en los fletes ferroviarios, una de las causas concurrentes del cierre.
Tuvo su auge en 1935 con 5000 toneladas de azúcar producidas y cuando todo indicaba que se encaminaba a consolidarse económicamente, una infección en los cultivos de remolacha debido a un «virus filtrable» que técnicos llegados del exterior denominaron «marchitamiento amarillo», comenzó a menguar la producción hasta paralizarse completamente en 1939. Algunos atribuyeron la aparición de la peste a un sabotaje por parte de los cañeros del norte del país y otros, a causas naturales.
En los años de la peste, lo poco que se producía debido a las malas cosechas, se lograba con remolachas que provenían de Pedro Luro, Tres Arroyos y Balcarce, lo cual era completamente anti-económico por los costosos fletes.
En 1940 pareció recuperarse con cosechas locales, pero sólo fue un estertor agónico antes que en 1941 se la cerrará definitivamente debido a las deudas comerciales, vendiéndose las maquinarias checoslovacas a productores uruguayos y las instalaciones edilicias al Centro Azucarero Regional del Norte Argentino (entidad representativa de los ingenios azucareros de Salta y Jujuy) que, según testimonios, exigió la demolición de los mismos y el compromiso de no volver a establecer otro ingenio de remolacha en el lapso de diez años.
Si todo esto se debió al sabotaje de los “cañeros del norte” o simplemente fue un mal negocio establecido sobre premisas y condiciones que luego no se cumplieron, es difícil de discernir.
Parece muy cinematográfica la hipótesis de la infección artificial de los cultivos atento a que el tonelaje máximo de 1935 era apenas el 1.3% del tonelaje total del país, pero por otro lado el negocio parecía prometedor si se ampliaba la escala de producción extendiéndose la idea a otros sitios y es llamativa la condición de la demolición y la prohibición de establecer ingenios remolacheros. En fin, algo típicamente argentino, donde se mezcla la ficción y la realidad.
Hay muy buena y detallada información en el artículo extraído del sitio del Conicet «Producir azúcar en la Patagonia. El ingenio San Lorenzo, un malogrado proyecto de industrialización de remolacha azucarera (Río Negro, 1927-1941)\» publicado en la revista de la UNLP Mundo Agrario, diciembre2018, vol. 19, n° 42, e094. ISSN 1515-5994, escrito por Daniel Moyano y Susana Bandieri, cuyo link adjunto:
Guardia Mitre es una pequeña ciudad rionegrina de 900 habitantes fundada en 1862 que, curiosamente, la forma más simple para llegar por tierra firme es ir desde Carmen de Patagones (Provincia de Bs As); las otras opciones son la balsa Sauce Blanco o largos rodeos por caminos de tierra desde General Conesa o Rio Colorado. Muchas veces la había visto en los mapas y también la tenía presente porque alguna vez había leído que estaba justo en las antípodas de Beijing, lo que había despertado cierto interés turístico de los chinos y por cierto a mi también. Siempre me había quedado postergada la visita porque no queda de paso en las rutas al sur, pero esta vez, que habíamos dormido en Viedma y veníamos con tiempo, era la oportunidad para saciar la curiosidad.
Un ancho y solitario camino enripiado en muy buen estado que sale al norte de Carmen de Patagones, te conduce por entretenidos 70 kilómetros, que más o menos bordean el río Negro, aunque sin acercarse mucho.
Ruta Provincial 53
Poco antes de llegar una vieja construcción, Villa Rosarito (1906) nos anticipa las viejas construcciones que encontraríamos en la pequeña ciudad.
Villa Rosarito
Ingresar a Guardia Mitre te hace sentir estar en otro mundo: calles anchas de ripio, bicicletas sin cuidado en las veredas, todo muy limpio y prolijo, poca gente, todos saludan, se respira tranquilidad. Es claro que todos miran con curiosidad a unos insólitos turistas…
Calle de accesoCalles anchas y desoladas
Las calles desiertas invitan a recorrer y descubrir, lo que ocurre inmediatamente cuando nos acercamos a la plaza San Martín, en cuyo alrededor se concentran todos los edificios históricos perfectamente señalizados con su identificación y una breve reseña de su pasado. Se nota que sus habitantes respetan su pasado y que están orgulloso de él.
Plaza San Martín
Monumento al General San Martín
Primera escuela del pueblo
Iglesia Inmaculada Concepción
Colegio Salesiano
Primer Almacén de Ramos Generales
Ahora en casa, me puse a investigar el tema de las antípodas para saciar mi curiosidad y llegué a la conclusión que no es del todo cierto. Si alguien perforara en dirección al centro de la tierra un agujero de unos 12 700 km desde la plaza San Martín en Guardia Mitre no le acertaría al ejido urbano de Beijing por algo así como 60 kilómetros, lo cual no es mucho, pero por lo menos a mi me rompió el encanto. Tanto trabajo para hacer el pozo y no llegar a destino…
Satisfecha la curiosidad por Guardia Mitre ahora vendría el otro atractivo del desvío: una balsa tipo maroma, de las pocas que quedan en servicio para cruzar el río Negro y seguir viaje por la ruta 250. Después de unos 20 kilómetros llegamos a la balsa Sauce Blanco, la cual cruza el río, que allí tiene un ancho de unos 150 metros aproximadamente. La balsa, como dije, no tiene motor, sino que usa la fuerza de la corriente orientando la barcaza con un ángulo tal que le permite desplazarse transversalmente a través del río. No hay muchas en servicio, creo todas en esta cuenca: La de Huitrín sobre el río Neuquén y la de Villa Llanquín, sobre el Limay. Ambas las hemos cruzado con Pampa 02. No sé si existe alguna otra de uso público.