Después de la ajetreada noche del campamento en Somuncurá, amanecimos como en otra dimensión: una mañana esplendida, sin una sola nube y sin nada de viento, como para que disfrutemos de nuestros últimos de la meseta antes de bajar a Prahaniyeu y de allí dirigirnos a Los Menucos.
La huella después de la tormenta Una tranquera más…Cercano a Prahaniyeu, la RP67 es una verdadera rutaPrahaniyeu
En Los Menucos repusimos combustible y comimos algo mientras nos aturdían los loros que se juntaban a miles en los árboles de la YPF del ACA.
Seguimos por la RN23 con destino final San Antonio Oeste pero teníamos que ver si continuábamos completando la colección de estaciones del Tren Patagónico, de las cuales nos faltan pocas.
Una de ellas es Teniente Maza, para la cual hay que tomar el camino a un emprendimiento minero de bentonita y al cruzar las vías, aparece el viejo apeadero, dónde sólo sobreviven el anden de material, unos contrapisos de alguna pequeña edificación, un aljibe pequeño y un poste del telégrafo. Ni rastros de los carteles.
Teniente Maza recuerda a uno de los oficiales muertos durante la Campaña al Desierto. En planos topográficos del mayor Jacobo Wysoschi, publicados en 1877, figura con su nombre el fortín próximo a Guamini.
Otra más a la bolsa!
No es el Patagónico es Pampa 03Una pasajera buscando la boleteríaUna cámara de algo…ContrapisosAljibeSolitario poste de telégrafoEsperando el tren?No queda otra que volver a tomar Pampa 03…
A la estación Musters alguna vez la había fotografiado desde lejos y siempre tuve ganas de ir a visitarla. Esta vez, pese al calor agobiante y después de revisar prolijamente los alambrados, concluí que no se podría arrimar con la chata y me decidí a ir caminado. Era poco más un kilómetro de puro desierto polvoriento, pero así son las cosas. Esta vez Adriana se quedó a esperarme con el aire acondicionado puesto…
Alguna vez fue un hermoso edificio de ladrillo a la vista, al que lo han vandalizado hasta donde pudieron. No obstante conserva esos sorprendentes detalles constructivos inexplicables en un lugar aislado como éste.
En su momento debe haber sido un buen homenaje a George Chaworth Musters, el viajero ingles que cruzó toda la Patagonia y autor del delicioso libro «Vida entre los Patagones». Hoy, en su estado mucho no lo enaltece.
Musters desde lejosUn poco más cerca, ya se nota que no está el techoLa mampostería de ladrillo a la vista impecable, pese al vandalismoNo se si es una ventana o un cuadro…Solitaria señalLa parte trasera del edificioLas ladrillos parecen recien colocadosPerfecto dintelChimeneaCumbreraMesada y pileta de la cocina
Pajalta era la otra estación que tenía en la mira. Está pasando Valcheta hacia el este, muy cerca de la ruta pero no es fácil de distinguir porque sólo está el andén, algunos restos de escombros y lo que fue su nomenclador pero sin la leyenda. Encima un profundo cañadón separa el terraplén ferroviario de la ruta y dificulta el acceso. No obstante la encontramos y anotamos una más.
Segun Udaondo en su Nomenclador de Estaciones, el nombre se debe a que en la región donde la gramínea denominada paja, que tanto se usa para construcción de ranchos.
El cañadón que separa la ruta del terraplénAndén de PajaltaAndén de PajaltaLo que quedó del cartelAl nombre se lo llevó el vientoUn riel como pata del cartelContento de haberla encontrado
Después de recorrer el Cañadón de la Buitrera, seguimos hacia el sur rumbo a Paso del Sapo, un pueblo de curioso nombre que no conocíamos, donde repostamos combustible y compramos algunos víveres.
Llegando a Paso del SapoPaso del SapoSaliendo de Paso del Sapo
El raro nombre es derivado del de un poblador costero apodado «Sapo», que vivía junto al vado por donde cruzaban el río Chubut con las carretas para seguir la travesía hacia Gastre, Gan Gan, Telsen y finalmente Puerto Madryn (actual RP4), en la época de la colonización galesa. Ahora hay un moderno puente de la RP13 que te lleva hacia el norte.
Lo que no teníamos definido era nuestro derrotero de regreso ya que podíamos ir por ruta fácil y conocida hacia Jacobacci (RP13 y RP76) o podíamos ir por Gan Gan por RP4, visitar un amigo en Pampa de Talagapa por RP67 y subir a Somuncurá por RP8 (todo conocido) o «inventar» un «camino» que me había comentado Raine Golab uniendo Gastre y la Mina La Angela para luego a través de la RP72 y la RP5 pasar por el Caín y asomarnos a Somuncurá por la RP8. Alguna vez lo había estudiado en Google Earth y por suerte esa traza no relevada estaba en Viajeros Mapas como reaseguro.
Si bien tenía el riesgo de que estábamos solos ya que seguro que por allí no andaría nadie ¿adivinen cual elegimos? Un poco de adrenalina no vendría mal para tomarle confianza a Pampa 03.
Al llegar a Gastre, donde volvimos a cargar combustible, tomamos el recaudo de preguntar si al menos alguien sabía de la existencia de esa huella.
Un ocasional transeúnte a la hora de la siesta, nos dijo que existía, pero que casi nadie la usa y no tenía idea de su estado. Perfecto, era lo que queríamos escuchar!
Entrada a GastreGastre a la hora de la siestaGastre a la hora de la siesta, ni un alma
El primer tramo del sendero estaba bien marcado, con Adriana abriendo y cerrando de nuevo infinidad de tranqueras, enhebrando estancias dispersas; con el correr de los kilómetros se fue desdibujando, pero se podía identificar claramente con la ayuda del GPS.
Una de las pocas estancias dispersasLinda huella al principioAbriendo tranqueras a lo locoEstancia Ñancuyique
Al pasar por la estancia Ñancuyique perdimos el rastro ya que parecía ser el lugar hasta donde se usaba regularmente la huella.
No obstante volvimos a encontrar la traza confiando en el GPS pero ahora ya estaba complemente en desuso; seguimos avanzando hacia el norte por un trazado zigzagueante que subía lentamente al acercarnos al paralelo 42, donde nos esperaba la RP72, en las proximidades de la mina abandonada «La Angela», la cual se nos había negado en 2007 cuando tratamos de llegar por la RP72 desde el oeste viniendo de Jacobacci por culpa de una tranquera con mil candados cuando andábamos cazando confluencias.
Un puesto abandonado que se derrumbaUn corral de piedra que ya no se usaUn mallín ahora seco se tragó la tenue huellaHuella zigzagueanteA veces mejoraba un pocoLas nubes con su sombras nos dan nuevo espectáculoEstupendo paisaje de la estepa
Por supuesto que antes de encarar la RP72 hacia El Caín, teníamos que ir a ver que había sido de esa tranquera y tal vez asomarnos, ahora si, a la mina abandonada.
Pasamos frente a un solitario puesto casi sobre la pretendida RP72, donde su morador nos miró con extrañeza desde una ventana. Claro, ¿Quién puede andar paseando por estos lares? Sólo el Pampa y señora…
Encontramos el desvío a la mina y nos asomamos a ver que onda. Algunas construcciones derrumbadas y vestigios de excavaciones pero, al menos desde la chata no se podía apreciar gran cosa.
Hace muchos años que se abandonó y la naturaleza va cubriendo las heridas que el hombre le propinó. Había muchas huellas que se adentraban en las serranías pero no me quise arriesgara estropear alguna cubierta con alpatacos o hierros o derrumbes inesperados.
Tan poco se veía que saqué una sola foto de una huellita interesante.
Una huella interesante en mina La Angela
La historia de esta mina es controvertida. Explotaban oro, plata, cinc y plomo y la discontinuaron porque no era productiva. En marzo de 2021 la compró Patagonia Gold (titular del vecino proyecto rionegrino Calcatreu) porque parece que han descubierto que todavía tiene mucho para dar, a la espera que Chubut alguna vez facilite las explotaciones mineras. El siguiente newsletter que confirma esta operación: https://latin-metals.com/news-releases/patagonia-exercises-option-to-acquire-latin-metals-mina-angela-project-chubut-province-argentina/
Por otra parte en algunos reportes la dan como un ejemplo de saneamiento ambiental del cierre de una mina y en otros dicen que fue desastroso, a tal punto que afirman que el arroyo Maquinchao transporta todavía restos de cadmio.
Al regreso, cuando me puse a investigar por curiosidad, encontré mucha información, que de haberla tenido en el momento de la visita, seguramente me hubiera empujado a explorar más ya que en las fotos satelitales se puede ver que había mucho más adentrándose algunos kilómetros hacia el sur.
Salimos de la mina y nos fuimos a la tranquera, que estaba igual que quince años atrás, aunque ahora sin los candados. La RP72 ahora está expedita.
Estaba a menos de 200 metros de la confluencia 42°S 69°O, así que no quedó otro remedio que ir a registrarla de nuevo. La crónica del 2007, acá esta: 42°S 69°O en 2007 (éramos tan jóvenes)
Esto es la RP72Siempre habrá tranqueras para abrir y cerrarRP72 jajajajaLa tranquera ex-mil candadosPrueba de haber estado allíAlrededores de la confluenciaAlrededores de la confluencia
Cumplido el ritual confluenciero, pegamos la vuelta y remontamos la RP72 hacia el noreste, la cual, salvo los primeros kilómetros donde es apenas una huella, a partir de la estancia Rucu Luan está en excelente estado.
Al llegar al cruce de la RP5 nos desviamos hacia El Caín, donde nos detuvimos a registrarnos para ingresar a Somuncurá.
Llegando a El CaínLa escuela en que dormimos durante la nevada del invierno pasado
El policía que nos atendió nos previno que estaban pronosticadas tormentas sobre la meseta y que tuviéramos cuidado. Tomamos nota pero eso no desalentó nuestra ilusión de hacer un campamento somuncuresco.
Seguimos por la RP5 hasta interceptar la RP8 que lleva a Prahuaniyeu, donde no paramos de abrir y cerrar tranqueras. No es la parte más dura de Somuncurá pero es una buena muestra.
Más tranquerasy más tranqueras
Caía la tarde y había que buscar donde acampar; se veían cielos con tormentas a lo lejos, alternados con sectores completamente despejados. Parecía que todas estaban a gran distancia y que no nos iban a afectar, así que cuando vimos el único puesto arbolado de la meseta, nos arrimamos para ver si ese era el mejor lugar.
Único puesto arbolado de Somuncurá?
El lugar era ideal, un puesto abandonado con mucho verde y muchos árboles: una rareza.
Mientras elegíamos el mejor lugarcito, de la nada se desató un fuerte viento que hacía bramar los árboles como advirtiéndonos que no era un lugar seguro. Una rama sobre la carpa o sobre la chata podía ser una complicación o un disgusto innecesario, así que desechamos la opción, total, sombra no necesitábamos.
Volvimos un poco hacia atrás a un descampado que era como parte del cauce de una laguna seca y curiosamente el viento cesó: era la indicación de que era el lugar a elegir. Increíble la diferencia en unos cientos de metros. Somuncurá, «la piedra que canta» nos aconsejó de ese modo.
Dinámico espectáculo nuboso antes de acamparNubes extrañas iban y veníanPor momentos parecía que la lluvia se arrimaba
Armamos el campamento y cenamos algo frugal mientras anochecía en un silencio sepulcral, con paisaje cambiante de nubosidades que presagiaban lluvias pero alejadas de nosotros.
Al rato pasó una vieja F100 que se caía a pedazos, siendo el único vehículo que cruzamos desde que salimos de Paso del Sapo, descontando los que encontramos en Gastre y El Caín. Todo el día andando y un sólo vehículo!
Descargando para el campamentoCampamento bien solitario, en un lugar increíblePreparando la cena
Acampar en un lugar así en Somuncurá, con Adriana, fue una especie de vieja aspiración cumplida. Un lugar increíble en soledad total.
Al acostarnos, todavía con algo de luz, a lo lejos se veían algunos refucilos; el día no había terminado aún…
Al oscurecerse del todo, a través de la tela de la carpa, comenzamos primero a ver el resplandor de los refucilos, luego los relámpagos, a continuación truenos interminables y ensordecedores y por último la lluvia, no muy intensa pero magnificada al golpear el sobretecho de nuestra carpa. No hacía una hora que nos habíamos acostado y no pudimos pegar un ojo por un par de horas hasta que todo se calmó.
La preocupación no eran ni la lluvia ni los rayos pero sí que una granizada nos deje a Pampa 03 como picada de viruela.
A eso de las dos de la mañana, cesó de llover y nos dormimos como angelitos.
Somuncurá ya nos había puesto los puntos. ¿Queríamos adrenalina? Vaya si la tuvimos!
La caldera de Piedra Parada todavía no nos iba a soltar así nomas porque nos tenía que hacer degustar la frutilla del postre, es decir el domo que le dio origen a su nombre y el famoso Cañadón de la Buitrera.
Ambos fenómenos naturales son producto de los procesos que describí en la entrada anterior y ambos fueron revelados por la erosión hídrica ejecutada a lo largo de los millones de años por el desagote de la laguna del Hunco y del propio río Chubut.
Entraremos en un mundo «vertical» ya que como podrán apreciar, casi todas las fotos están en ese formato: tanto la Piedra Parada como el cañadón son muy esbeltos para tomas horizontales.
Nos detuvimos frente a la Piedra Parada, que ya los galeses habían bautizado como «Standing Stone» en 1866 e hicimos la caminata a su alrededor para apreciarla desde todos sus ángulos y al estar tan cerca, tomamos conciencia de su verdadera magnitud: con su altura que ronda los 240 metros y su base de unos 100 metros de diámetro es algo increíble.
Esta roca es uno de los domos que se generaron después del colapso de la caldera y que estuvo sepultada por cenizas y agua, hasta que la paciente erosión del rio Chubut la sacó a la luz.
Standing StoneOtra perspectiva de la Piedra ParadaPiedra Parada con su hijitaLa hija de la Piedra Parada
Luego, previo registro en la caseta de control del guardafauna, salimos a hacer la caminata por el cañadón de la Buitrera, que actualmente es un Área Natural Protegida de la provincia del Chubut y es la única zona de la caldera que reviste ese carácter.
El trekking de ida y vuelta, siempre por dentro del angosto cañadón, es de unos 10 kilómetros con baja dificultad. Sólo hay que llevar agua suficiente porque el arroyito no es de agua potable y en verano el calor aprieta mucho.
El guardafauna nos comentó que el grueso de las visitas no son para trekking sino que muchos jóvenes (y no tanto) ingresan para realizar escaladas por las paredes verticales.
El cañadón de la Buitrera mantiene aún una muestra de un arroyito que lo surca, que increíblemente fue el que produjo la erosión de este cañón con paredes verticales de alrededor de 100 metros de altura.
El inofensivo arroyito que lo surca sigue excavando pacientemente…
El recorrido es muy bonito y placentero y te hace sentir realmente muy chiquito frente a la naturaleza.
Uno de los tantos obeliscos: La Aguja de la VirgenLa Piedra Parada desde adentro La BuitreraAsí son los 5 km del cañadónUn verdadero espectáculoUn hermoso chinchillón se dejó fotografiarSon de costumbres matinales y/o vespertinasParedones impresionanteCuevasMas cuevas y paredonesCansados y felices por el paseoFinal del sendero, donde termina el ANPUna aparente cueva, sobre la izquierda nos tentó
Casi sobre el final del sendero, una especie de «cueva» a la cual era fácil llegar, despertó nuestra curiosidad y nos arrimamos. No era una cueva, sino que era un angostísimo cañadón subsidiario del principal que no hubo otro remedio que investigar.
Nos adentramos unos doscientos o trescientos metros en un escenario sobrecogedor: ancho variable entre 6 y 10 metros y altura superior a los 50 o 60 metros te hacen sentir una hormiga. Si sufrís claustrofobia, no te conviene entrar, su traza serpenteante parece encerrarte y pensar en un pequeño derrumbe te puede perturbar mucho si sos temeroso. No es que sea probable, pero se te pasa por la cabeza…
Es muy parecido, en miniatura, al promocionado interior del volcán Malacara de la Payunia.
Parecía una cueva…Pero sólo era una estrecha puerta…Puerta un mundo fascinanteDonde éramos como hormigasTodo el largo recorrido es asíPampa en uno de los «cul de sac»Curiosa composición de las rocas, como si fuera hormigón
Al regreso ya había muchos escaladores practicando. Para los que no sabemos del asunto, se nos eriza la piel de sólo pensar que cualquier mínimo problema físico, te puede dejar colgando de una soga y un clavo a 30 o 40 metros de altura, siempre cuando estés atado. Nos pareció que alguno no toman siquiera esa chance.
Te quedas viendo lo que hacen deseando no ser testigo de algún accidente porque debe ser terrible, aunque al decir del guardafauna, por suerte son muy poco frecuentes.
Miren con detenimiento donde ésta…El mismo con zoomUno que empieza a subirCon zoomAfinen la vista para ver la escaladoraLa misma escaladora con zoom
Culminado nuestro trekking, el cual valió verdaderamente la pena, salimos con la única certeza que iríamos hasta Paso del Sapo; luego sería la intuición quien nos guiaría, quien sabe por donde…
Después de cargar combustible en Gualjaina, habíamos pensado en ir a Piedra Parada para acampar junto al río. Sin embargo al tomar la RP12, un desvío al nuevo puente Ubaldo Ongarato sobre el río Chubut que conduce al Paraje El Mirador nos tentó.
Este puente no existía en nuestra incursión anterior (estaba en construcción) y decidí ir a verlo con la oculta intención de ver si podíamos acampar en el centro de la caldera del volcán, en el Puesto de Alvarez, proyecto condicionado por el rumor de tranqueras con candado.
La zona del nuevo puente Ongarato
Cruzamos el nuevo puente y la primer tranquera estaba abierta pero confusamente anunciaba «peajes». Me acerqué al puesto próximo a preguntar y me confirmó lo del peaje pero era para acampar junto al río en su propiedad.
El puestero me aseguró que la huella vecinal hasta lo de Alvarez no tenía tranqueras infranqueables y entonces nos largamos a recorrerla.
Me acordé de mi querida amiga Raine Golab, que amaba este lugar y que de algún modo su recuerdo me empujó a visitarlo nuevamente; era fanática de la zona y recuerdo que me quedaron los borradores de una presentación sobre la caldera de Piedra Parada que íbamos a hacer juntos por Zoom durante la pandemia y que lamentablemente no pudimos concretar porque partió antes de este mundo para seguirnos desde algún lugar privilegiado.
Les resumo con mis palabras lo que pude entender de este complejo volcánico particular, ya que no es el clásico volcán cónico que aprendimos a dibujar en el colegio formado por la constante erupción de una chimenea central que derrama lava por sus laderas y así va creciendo en altura y volumen.
Estos volcanes, denominados estratovolcanes por su crecimiento en capas o estratos, son como los que se encuentran en la cordillera de los Andes, producto del apilamiento de más de 4.000 metros de lavas y cenizas.
Una caldera, si bien en su origen funciona como un estratovolcán, es el resultado del colapso del techo de la cámara magmática que expulsa la lava, es decir que se muere durante el parto.
De algún modo, la combinación del peso de la lava expulsada, la resistencia del techo de la cámara y el vacío del material expulsado de la cámara generan una implosión y que se forme, en vez de una prominente montaña, una gran depresión circular, rellenada parcialmente con los escombros del derrumbe.
La figura que sigue ilustra los procesos:
Después de la implosión, la actividad ígnea continua con la erupción de nubes ardientes (cenizas incandescentes mezcladas con gases y trozos de roca), que se esparcen por grandes distancias debido a su baja viscosidad. Al soldarse dicho material incandescente, se forman las rocas denominadas ignimbritas, que quedan rodeando la depresión, formando una planicie más allá de los labios del cráter.
En la depresión es frecuente que se forme un lago por retención de aguas de lluvia. Aquí en Piedra Parada se llamó Laguna del Hunco.
Con posterioridad, en el lago empiezan a asomar pequeñas islas volcánicas que son el resultado de la efusión del magma que quedó como remanente en la gran cámara magmática subyacente. Esta actividad póstuma genera grandes volúmenes de cenizas, lavas y domos (erupciones de lava poco fluidas que no llegan a derramarse), que terminan por colmatar el lago.
Una vez agotado el suministro de magma, el sistema muere y queda expuesto a los procesos erosivos que pueden volver a desenterrar la caldera. En Piedra Parada, el río Chubut cortó y erosionó a la caldera, generando los magníficos paisajes y exposiciones actuales.
Como referencia les comento que lo que les describí, ocurrió apenas hace 50 millones de años y a ese pasado es donde nos vamos a sumergir.
La huella nos llevó a volver a ver unos raros pliegues que habíamos detectado en 2015, los cuales siguen sin ser planchados…
Los raros pliegues de lejosLos Raros Pliegues de cerca
Esta huella trepa hasta los 1200 msnm por el labio de la caldera volcánica para permitirte ingresar a su fascinante interior; es muy pintoresca y entretenida, revelando paisajes deslumbrantes a cada paso, especialmente en el descenso al cráter. El track lo tenía en el GPS por gentileza de Viajeros Mapas por lo que no había dudas de los desvíos, que hay muchos y te podés confundir con facilidad.
Tiene infinidad de tranqueras de todo tipo y Adriana aprovechó sus viejos conocimientos de tranquerismo y yo de su paciencia, para abrir y cerrar una tras otra. La foto es elocuente….
Una de las infinitas tranqueras
La huella está muy poco transitada y en algunos lugares seguro que Pampa 03 recibió sus primeras caricias no deseadas.
Así es toda la huellaYa casi en la caldera…
Finalmente, nos depositó en el centro de la caldera, donde se encuentra en un escenario privilegiado, el Puesto de Álvarez. No se puede creer la vista de 360° que este señor dispone todos los días desde su morada.
Les recuerdo que pese a ser camino público, las propiedades son privadas por lo que es indispensable solicitar permisos a los pobladores si uno piensa acampar, como era nuestro caso. Estaba cayendo la tarde y era el lugar exacto para un campamento; sin embargo, tuvimos la mala suerte que Don Álvarez no estaba en su casa y no nos animamos a quedarnos sin su venia, aunque descontábamos su aprobación.
Puesto de ÁlvarezÁlamos en el puesto de Álvarez, donde hubiéramos acampado
El interior de la caldera es algo sensacional, al Creador se le fue la mano con la belleza y con la paleta de colores. Habiendo estado allí les aseguro que las fotos no alcanzan a reflejar mínimamente todos estos paisajes que fueron fruto de tremendas erupciones volcánicas.
Transitando la calderaTal vez una de las mejores fotos del viajeTodo es fascinantePor donde mirés, te asombrásY así de aburrido es todo…. jajaja
Seguimos hacia adelante por la otra huella más al este que te saca de la caldera a las cercanías de la Piedra Parada, ahora si con la idea de pasar la noche junto al río.
Esta segunda huella es también alucinante, ya que es un muestrario perfecto de vulcanismo con geoformas de todo tipo y color a cada metro de recorrido, una invitación a «gastar rollos de fotos», muestra de mi edad cronológica.
Saliendo de Álvarez los colores pastel siguen acompañandoLa huella de mete en un angosto cañónAparecen las primeras geoformas, algunas sugestivas…Otras imponentesOtras increíbles, parecen encofradasLas sorpresas continúanUna tras otraSiempre hay más
Todavía con luz suficiente llegamos a Piedra Parada, donde consultamos al Guardafauna por lugares para acampar libremente y por el horario de acceso al Cañadón de la Buitrera, que caminaríamos mañana.
Piedra Parada, la frutilla del postreEl apacible río Chubut
Nos aconsejó la ribera de enfrente, alejados de la RP12 pero junto al río Chubut,que nos arrulló con el murmullo suave de sus aguas corriendo.
Lugar de campamento?SiiiiiiCampamento junto al río
Mañana sería otro largo e intenso día por la estepa y la mesetas, por lugares muy solitarios no convencionales, salvo el Cañadón de la Buitrera, temprano en la mañana.
Dejamos el lago Vintter, donde podríamos habernos quedado mucho más si no fuera por el tiempo tirano que rigieron estas breves vacaciones.
Teníamos que empezar a volver pero lo bueno es que era sin planes especiales, solo desandar para el regreso metiendo las narices en cualquier cosa que nos llame la atención o al menos en lugares donde Adriana no haya estado.
La RP 17 y la parte oculta de la Huella de los Rifleros eran algunas de esas cosas.
Para este primer día de retorno, la etapa inicial fue conocer el lago Engaño para el cual retomamos la RP44 hacia el norte, pasando por la naciente del río Corcovado, bordeando el lago Vintter por el este. Poco después del puente, un desvío señalizado a la izquierda te lleva al lago Engaño; la huella realmente es muy mala pero me permitió probar la baja de Pampa 03, atravesando interminables plantaciones de pinos nuevos. Estuve por esta zona hace como 25 años y el cambio es notable en sus tonos de verde.
Lago Vintter y su costa sobre la RP44Despedida del Vintter en la naciente del CorcovadoAcceso al lago EngañoLa huella de acceso al Engaño, parece linda pero no lo es…Bastante en mal estado, con muchas cortadas por corrida de agua
Llegamos hasta la primer bajada al lago, que sin duda es un lugar para pescadores ya que había un campamento desierto con varias carpas y trailers para lanchas vacíos. Se veían las lanchas pescando en el lago, escondidas en caletas al reparo del viento.
La huella seguía hacia el lago Falso Engaño, pero no nos entusiasmó el paisaje como para seguir renegando con las piedras. Retornamos a la RP44.
Lago EngañoA lo lejos, el EngañoLago Engaño
Seguimos de nuevo al norte y ahora nos asomamos al lago Guacho, que ya conocíamos, pero para ver qué onda.
Con el acceso más amigable que el lago Engaño, tiene buenos sitios para acampar (no muchos cerca del lago) y el paisaje es mucho más bonito. No cambió mucho en los últimos años, pero se destaca que pese a estar accesible, está todo muy limpio y bien conservado.
Acceso al lago GuachoLago GuachoPampa 03 en lago Guacho
Seguimos por la RP44 con rumbo a Corcovado, ascendiendo a más de 1000 snnm por esta pintoresca traza cordillerana, que a juzgar por la cartelería es brava en invierno, con mucha nieve.
RP44RP44
En Corcovado paramos a comer algo al costado del río homónimo aguas abajo del viejo puente de metálico y su clásico tableteo. Como todos los ríos del sur, la copiosa nieve del invierno 2024 los dotó de mucho caudal. Debe estar muy buena la excursión de rafting.
Puente de la RP44 sobre el río CorcovadoRio Corcovada a máximo caudal
Ahora fue el momento de conocer una ruta que siempre había postergado, la RP17 entre Corcovado y Tecka.
Ruta muy bonita, es una perfecta transición entre la boscosa cordillera y la estepa, con paisajes cambiantes en forma continua y de un ripio muy bueno que permite manejar tranquilo y apreciar el entorno, disfrutando de mates y buena música. En su tramo final acompaña al río Tecka en su devenir hacia el rio Chubut destacando un angosto puente sin baranda que puede ser muy peligroso en un viaje nocturno.
RP 17 saliendo de CorcovadoRP 17 promediando el recorrido entre Tecka y CorcovadoRP17 en plena estepa cerca de TeckaRP17 en plena estepa cerca de Tecka
Ya en la RN40, el próximo objetivo era seguir completando la Huella de Los Rifleros de Fontana que por tramos venimos recorriendo entre Trelew y Trevelin.
El tramo turístico más conocido entre Tecka y Trevelin (RP34) ya lo conocíamos, al igual que los tramos entre Trelew – Las Plumas (RN25) y Paso de Indios – Paso Berwin (RP12) pero nos faltaba el sector entre Tecka y Paso del Sapo (RN40, RN25, RP 14 y RP12). También nos falta el tramo Las Plumas – Paso de Indios, que si bien sigue la actual RN25, lo hace por la margen opuesta del río que justamente cruzaron en Paso de Indios; todavía no encontré cómo entrarle…
Verde claro, nuestro tramo de Huella Riflera en este viaje
El derrotero completo de los Rifleros galeses realizado allá por 1885, está relatado en detalle en el interesante libro Rocky Trip de Sergio Sepiurka y Jorge Miglione, que por supuesto recomiendo.
El tramo de nuestro interés actual va bordeando el río Tecka (RN40) , el río Gualjaina (RP14) y un tramo del río Chubut (RP12), el cual fue originalmente una de los primeras huellas utilizadas para alcanzar la cordillera con los viejos y pesados carros tirados por mulas. Luego con el tiempo esa ruta se fue rectificando, llegando a Tecka por Pampa de Agnia a través de la RP62 (actual pavimento)
Para acomenterlo subimos hacia el norte costeando el río Tecka hasta la intersección con la RN25 (ripiada) que lleva a Colán Conhué y de allí unos 23 km por dicha ruta hasta el río Gualjaina, el cual nos acompañaría siguiendo la RP14, sorprendentemente en muy buenas condiciones, sin serrucho, hasta el mismo poblado de Gualjaina, donde aprovechamos a reaprovisionar combustible.
Huella de los Rifleros devenida en RP14Portal de GUALJAINA
Promediaba la tarde y ahora había que ir buscando un lugar donde acampar y se me ocurrió que un sitio interesante sería el interior de la caldera del volcán Piedra Parada o la costa del río Chubut, si teníamos la suerte de no encontrar tranqueras cerradas, como había oído por ahí.
Les adelanto que lo logramos, pero eso se los cuento en la próxima entrega.
Después de dos intensos días de viaje, nos merecíamos una pausa. Años atrás habíamos acampado en forma libre en las costas del lago Vintter y guardábamos un grato recuerdo del lugar pero sabíamos que ahora, como viene ocurriendo sistemáticamente, todos estos sitios se van cerrando con tranqueras y alambrados.
Es frustrante no poder acceder pero de algún modo hay que ponerse en lugar de los propietarios que muchas veces se ven invadidos por gente que no toma los recaudos mínimos para respetar la naturaleza de esos sitios y los obligan a que nos veden el acceso a todos: basura, fuegos mal apagados, cortar leñas de arboles vivos, molestar a los animales, etc.
En mi larga experiencia de años descubriendo lugares poco transitados creo que nunca tuve problemas para ingresar a ninguno pero si los tuve cuando comenzaron a popularizarse. Así pagan justos por pecadores y lamentablemente esto no tiene marcha atrás, una verdadera pena.
Salimos del lago Tres por la RP44 y más allá de las hermosos paisajes con plantaciones de pinos que ya conocíamos, nos sorprendió la cantidad de nieve en las montañas, más propia de fines de primavera que de entrado el verano. Por el camino de acceso confirmamos la presencia de los nuevos alambrados que impiden llegar al lago libremente.
Ruta Provincial 44Jóvenes plantaciones de pinosRP 44 con mucha nieve en los cerrosMás RP44, otra típica ruta patagónicaYa se asoma el lago VintterLlegando al inmenso y ventoso lago Vintter
La cuestión que sabiendo esto de antemano, habíamos averiguado opciones y recalamos en Cabañas Nikita, que posee algunas espectaculares parcelas para acampar en el medio del bosque de lengas y ñires, con un pabellón común con baños y duchas de agua caliente, un refugio techado y un fogón leña por parcela. Sin embargo lo mejor es la atención de la señora Gretel y de las hermanos Sergio («Pelado») y Fernando con sus esposas que te hacen sentir como en casa, con su cálida atención personalizada.
Les recomiendo visitar el sitio https://nikitalagovintter.com , donde podrán leer la interesante historia de Nikita y Gretel, matrimonio fundador de este paradisíaco lugar andino.
Originalmente era un lugar casi exclusivo de pescadores, pero con el correr del tiempo también se ha convertido en un excelente lugar para acampantes sin caña de pescar. Adriana y yo somos de esta clase de visitantes aunque debo reconocer que de origen fui pescador, lo que fue devorado por mi pasión por viajar y conocer, cuando me subí a un todo terreno, hace más 20 años.
Decidimos quedarnos un par de días, en lo posible sin mover la chata y aprovechamos para usar la vieja carpa doble para cuatro que usábamos cuando los chicos nos acompañaban: una suite en el bosque. Muchos años sin salir de su bolsa, merecía volver a ver la luz en un lugar como éste.
El refugio y el fogónEl campamento
Como dije, el primer día fue de completo relax, dedicándonos a la lectura y a breves paseos por el bosque y la costa del lago.
Paseo por la costa del lago VintterBajada de lanchasMuelle de pescaInmensidad lacustreEs lo más parecido a un mar
El segundo día fue más intenso, ya que después de escuchar al «Pelado», nos envalentonó para hacer un trekking de unos 10 km al cerro El Riñón, la mayor parte por una empinada huella para vehículos dentro del denso bosque andino, lo cual parecía sencillo, pero las larguísimas pendientes continuas, ideales para los vehículos cansan unos músculos a la subida y te destrozan otros y las uñas de los pies a la bajada, frenando constantemente. Por senderos de trekking suele haber subidas más abruptas y cortas pero estas largas subidas sin fin te destruyen mentalmente porque parecen interminables.
El entorno es paradisíaco, la densa vegetación y los frescos arroyo de agua cristalina se disfrutan a cada paso y aunque agotador, el esfuerzo por recorrerlo es placentero.
Si bien es una huella automotor, es bastante estrecha y acechada por la vegetación por lo que para hacer con un vehículo hay que estar dispuesto a rayarlo un poco. Fue buena decisión no asomar a Pampa 03 aquí ya que no hubiera podido sustraerme a recorrerla y por otra parte, tampoco hubiera podido darla vuelta fácilmente una vez que la embocase; la parte final se vuelve embarrada y muy empinada, sin duda esto es para Pampa 02…
No obstante, como sarna con gusto no pica, llegamos casi hasta el final de la huella vehicular donde desde un mirador natural se tiene una espectacular vista casi 360° del lago y todas las boscosas laderas que lo circundan.
No seguimos hacia la cumbre de El Riñón porque la verdad no nos daba el cuero, pero indudablemente habrá otra vez en el futuro.
El boscoso sendero a El RinónEl boscoso sendero a El RinónNaturaleza a fullNaturaleza a fullNaturaleza a fullEl sendero vehicular se desdibujaFuertes pendientesArenosas pendientesPara los vehículos, al final se pone jodido…Cansado, pero valió la penaBoscosas montañasAllá lejos el VintterEl Vintter y yo, un día soñadoEl VintterGrupo de Gendarmería Lago VintterFelices de la misión cumplidaNuestra caminata de 10 km
Cansados y felices, retornamos al campamento, donde nos dedicamos a descansar y a preparar el fogón para cocinar unos riquísimos penne rigate con tuco al disco.
Preparando la cenaEl fogón con el discoLa cena
La mañana del miércoles siguiente amaneció muy fría y desarmamos prolijamente el campamento para seguir con nuestra gira, que terminaría siendo mágica y misteriosa.