03 de octubre de 2024

<< ANTES, EL ECLIPSE

Desayunamos en Rio Mayo alojados en el hotel AKATÁ, donde habíamos cenado muy bien la noche anterior.

El tiempo, ahora soleado y sin nubes, nos acompañaría en la aventura alternativa de asomarnos al lago Colhué Huapi, conocer el remoto Buen Pasto y luego intentar unir la RP23 con la RP24 cruzando el cordón de la Sierra Nevada.

Pesaba sobre nosotros la imagen del candado de la RP49c por lo cual el último objetivo era dudoso, pero igual encaramos con optimismo.

En la zona alrededor de Sarmiento hay muchos recorridos interesantes pero la mayoría de ellos requiere la autorización de los propietarios y la obtención de la llave de los candados. Se pueden intentar pero antes hay que hacer un largo trabajo de logística e investigación, que obviamente no habíamos realizado.

Por pura curiosidad, aunque sabíamos el resultado, antes de Sarmiento y sobre la RN26, arranca la llamada Huella del Medio, justo donde existía un viejo hotel demolido, de un nombre poco marketinero: Las Pulgas.

Esta huella era la antigua conexión de las carretas con la cordillera, pasando por Buen Pasto. Alejandro Aguado la ha descripto en muchos de sus posteos de Facebook y suena muy interesante ya que atraviesa varias viejas estancias con un enroscado desarrollo montañoso por la Sierra de San Bernardo.

Encontramos el arranque del sendero, pero justo allí una tranquera con una extraña cerradura con candado, anunciaba que se ingresaba al establecimiento Las Pulgas. Obviamente nos quedamos con las ganas.

Seguimos hasta Sarmiento bordeando el oeste del lago Musters y disfrutamos del verde del oasis generado por el pequeño delta del Río Senguerr al desaguar en el lago.

Cargamos combustible y nos largamos hacia el norte por la RP24, que bordea la cuenca seca del extinto lago Colhué Huapi.

Cuesta creer que la enorme extensión plana que se extiende hacia el este era un inmenso lago donde ahora sólo se ven grandes nubes de polvo arrastradas por el viento. Nos arrimamos a sus «costas» un par de veces para verificar de cerca lo que veíamos. Era así nomás…

Cuando se termina lo que queda del lago, se bifurca la RP24 y allí tomamos la RP23 hacia Buen Pasto y pronto apareció la costa norte del Musters en un neto contraste con su antiguo hermano de agua, ambos alimentados por el río Senguer.

La RP23 comenzó a internarse en la Sierra de San Bernardo para cruzarla y caer en el protegido y fértil valle de Buen Pasto. El típico paisaje patagónico de la meseta central de Chubut proporciona esa sensación inigualable de belleza y soledad que tanto me gusta.

Un remoto, pequeño y prolijo poblado con alrededor de 100 habitantes, a 914 msnm en plena meseta central patagónica, rodeada por la Sierra de Buen Pasto y la de las Hormigas. El clima tiene un gran rigor, muchas veces extremo; por el frío invernal, ciclos de sequías recurrentes y vientos intensos.

En lo personal este perdido pueblito tiene mucho significado porque era un recurrente tema de conversación con Raine Golab, ya que ambos nunca lo habíamos pisado. Me quedé siempre con las ganas de hacer un viaje con ella para conocerlo. No pudo ser.

El pueblo estaba desierto y pese a que recorrimos todas sus anchas calles de bloquecitos de hormigón, casi no vimos a nadie.

Dejamos Buen Pasto siguiendo la RP23 hacia el norte comenzando a costear la Sierra Nevada, dejándola a la derecha.

Por muchos kilómetros contemplamos consternados la enorme cantidad de guanacos y ovejas muertas que dejó el duro invierno de 2024. Muchos de ellos amontonados contra los alambrados que les impidieron seguir buscando el preciado alimento que pudiera mantenerlos vivos. Un panorama tan sobrecogedor que no nos animó a sacar foto alguna de la trágica situación.

Mas al norte, la Sierra Nevada justificó su toponimia, mostrando su pico más alto, que ronda los 1600 msnm, completamente blanco. A sus pies y a la orilla de una ignota laguna, paramos a almorzar y allí pudimos degustar los clásicos huevos con panceta de mi factura personal. No hay viajes del Pampa sin huevos con panceta.

Nos faltaba completar el objetivo de atravesar la Sierra Nevada por su extremo norte, uniendo la RP23 con la RP24 pero no sabíamos si era viable. Teníamos unos tracks pero eran algo difusos sobre las satelitales.

Si lo lográbamos, en pocas horas estaríamos en Paso de Indios muy temprano pero en caso contrario, estaríamos obligados a una larga vuelta por Gobernador Costa volviendo a la RN40 fugazmente, bien al oeste.

Apareció el desvío, poco transitado pero bien marcado y empezó la interminable apertura y cierre de tranqueras, donde Adriana lució sus conocimientos de tranquerismo. Encontramos primero varios puestos abandonados y luego a la vera de un cauce de un arroyo temporario con abundante agua, las primeras estancias en actividad, donde nos confirmaron que la huella era un camino vecinal público y que con paciencia llegaríamos a la RP24.

Siguió la incesante apertura y cierre de tranqueras y de este modo la enroscada huella nos fue llevando lentamente hacia la RP24. El objetivo inventado a último momento se había cumplido conociendo otra zona inexplorada de la meseta chubutense.

Recorrido del día

Era muy temprano para dormir en paso de Indios, así que decidimos llegarnos hasta Las Plumas y cenar y alojarnos en el Viejo Hotel

Llegamos a la tardecita y nos fuimos derecho a cenar, disfrutando de la despedida del viaje con la exquisita comida casera que sirve muy amablemente Marta.

Lo único que salió mal fue que cuando ocupamos las habitaciones no había agua para bañarse. Justo tuvimos la mala suerte que se quemó la bomba presurizadora central y pese a los esfuerzos de Marta y su esposo, no hubo forma de hacerla andar.

Pobres, ellos estaban mas preocupados que nosotros tratando de solucionar el problema y se deshacían en disculpas. Nos compensó con desayuno gratis por la mañana y todo quedó en una anécdota. Cosas que pasan.

Y así terminó el viaje del grupo de eclipsados, ya que al día siguiente cada uno siguió su propio rumbo. Nosotros pasamos por Puerto Madryn a visitar viejos amigos y desde allí volvimos a casa, parando a dormir en Macachín.

¡Otro viaje extraordinario con queridos amigos! 5516 km de felicidad y de bajo consumo. Bien la Ranger.

PD.: ¿Habrá otro eclipse que podamos ir a ver? Será en Patagonia en 2048, en una de esas llegamos… 🙂