28 de Julio de 2017

<< Ignotas sierras riojanas

Al día siguiente seguimos recorriendo la zona en modo norte sur, más recostados al oeste, sobre la parte mas alta del cordón serrano. Más o menos seguimos el curso de un arroyo con algo de agua y bastante arbolado, donde encontramos una sucesión continua de pobladores aislados.

Se fueron sucediendo paisajes muy bonitos, con mucha vegetación hasta desembocar en Villa Casana, un prolijo poblado bastante cerca de Tuani, pero al que accedimos después de un gigantesco rodeo.

Allí nos mencionaron la existencia de una cascada más al sur, que nos causó extrañeza por la escasez de agua en la zona de la cual tomamos nota y fuimos a ver. Como era de esperar era un modesto saltito de menos de un metro de altura, pero bueno, hay que ponerse en la perspectiva de la gente de la zona, que no tiene la suerte de conocer otras cosas.

Ahora dejamos la zona serrana para volver a la sal, a Pampa de las Salinas, donde teníamos previsto acampar. Pasamos por Chepes a repostar combustible y después a la pasada visitamos una de las estaciones ferroviarias adyacentes a ala RP143, REAL DEL CADILLO, la cual está ocupada pero nos mostró una interesante construcción de piedra.

Poco más adelante nos adentramos en el monte con el objeto de atravesar los Médanos Negros para llegar al salar de Mascasín y de allí ingresar por el norte a Pampa de las Salinas. Sorteando tranqueras y unos alambrados caídos pudimos avanzar bastante hacia el oeste pero un tenso y nuevo alambrado nos cerró el paso cuando todavía faltaba un buen trecho, así que abandonamos el intento después de mucho renegar con la vegetación y los arenales.

Volvimos al camino vecinal que hilvanando puestos nos llevó al poblado de Las Toscas y desde allí nos asomamos a la Pampa de las Salinas.

Como ya estábamos próximos al atardecer, buscamos un sitio adecuado sobre el borde mismo de las salinas sobre límite entre La Rioja y San Juan y armamos un maravilloso campamento mientras se preparaba una opípara cena enmarcada un en espectacular atardecer.

Al día siguiente, después de levantar el campamento, cruzamos la salina por su punta norte por una huella bien marcada que nos proporcionaba bastante seguridad, con destino a la «abertura» entre los médanos que limitan la salina por el oeste, la cual no es más que un río seco que las atraviesa en épocas de lluvias como afluente occidental de la salina.

Ya fuera de la salina, teníamos un objetivo difícil en las cercanías de Balde de Leyes, una curiosa formación vertical, que los motoqueros de Nestor Queralt bautizaron como «Pinga Parada» que hasta ahora sólo habíamos podido ver desde lejos.

Esta vez no fue muy diferente: si bien avanzamos bastante por ríos secos cada vez más estrechos, problemas en una de las chatas nos hicieron desistir dado lo tortuoso y lento de la aproximación.

Dejamos la zona ya que el tiempo para este viaje se comenzaba a acabar y al día siguiente teníamos que volver a casa.

Nos alcanzó el día para visitar la estación MASCASÍN y casi con la oscuridad sobre nosotros pudimos conocer EL CADILLO, un interesante trifinio en cuyo alrededor hay un pequeño pueblo con pobladores en tres provincias diferentes: Córdoba, La Rioja y San Luis. En las fotos siguientes podrán ver materializado el trifinio sobre el cruce de las dos calles centrales del pueblo.

Terminamos durmiendo en San Luis, en un lindo hotel sobre el dique La Huertita,

El regreso al Gran Buenos Aires lo hicimos por la AU55 de San Luis hasta Nueva Galia y luego por la RN 188, donde nos sorprendieron algunos importantes desvíos por las inundaciones a la altura de Rancul.

Así terminó este interesante viaje entre la sal y las sierras, allá por 2017, con lugares para volver en alguna otra oportunidad.