Martes 30 de mayo de 2023
Conocemos bastante la meseta de Canquel, pero siempre tenemos cosas nuevas para descubrir o recorrer.
El cruce sur de este a oeste fue un anhelo que intentamos cumplir desde el inicio de nuestras incursiones a la zona. Llegar a la estancia La Esperanza era algo que por un motivo u otro no había podido ser. Ahora era la oportunidad.
En la noche, una ligera lluvia había sido suficiente para mojar las carpas, por lo cual desarmamos el campamento del Rincón de López, empacamos con todo húmedo y nos encaminamos a la empinada subida a la meseta.
Al llegar arriba y sacar las fotos del paisaje que dejábamos atrás, nos percatamos que a poco de iniciar la subida, se descolgaba una huella bien marcada que seguía bordeando la meseta por abajo hasta donde se perdía la vista. Esa huella ya existía en 2015 pero apenas si se distinguía al principio; luego desaparecía. Concluimos que tenía que ver con nuestro imaginario «Canquelosaurio» y entonces bajamos para relevarla hasta al final.
Seguimos la huella que se dirigía en dirección al puesto Salazar contorneando la meseta, tal cómo nos había mencionado Benjamín Salazar hace unos años respecto a la ubicación del descubrimiento paleontológico.
Llegamos al final de la huella y allí estaba: varias excavaciones a medio cerrar, multitud de pedazos de yeso y algunos pequeños fragmentos dispersos de huesos. Por supuesto no vimos el Canquelosaurio pero sentimos su espíritu en tan remoto lugar.
Lo que he podido averiguar, luego en casa por supuesto y através de internet, es que en esta zona se concentran fósiles de mamíferos terciarios, que el yacimiento se denomina Scarrit Pocket y que nuestro Canquelosaurio sería en realidad conocido como Scarritia y sería algo así como el de la foto que sigue, de un metro y medio de alto y dos metros de largo
Les resumo algo de lo que encontré:
Scarrittia sería descrito en 1934 por el paleontólogo americano George Gaylord Simpson a partir de material encontrado en las expediciones del Museo Americano de Historia Natural en la cantera fosilífera de Scarrit Pocket, también conocida como la Rinconada de los López y de la que deriva el nombre del género, en la Provincia de Chubut, Argentina. Esta sería la especie tipo, S. canquelensis, que sería también encontrada en otras localidades de la Patagonia Argentina. S. robusta, descrita en 1994 por Martín Ubilla y colaboradores, sería descubierta en Paso del Cuello, Departamento de Canelones, Uruguay. Es el único leontínido conocido de esqueletos completos y en buen estado de conservación.
Scarrittia mediría unos 2 metros de longitud, siendo un animal bastante grande y pesado en su ecosistema. Poseía un cuerpo y cuello relativamente largoscon una cola corta y unas patas robustas con tres dedos con pezuñas en cada una de ellas. En sus patas traseras la tíbia y el peroné fusionados, razón por la que habría sido imposible para el animal el girar estas hacia los lados. Su cráneo tenía un rostro corto y poseía unos 44 dientes poco especializados.
ESTAS CITAS FUERON EXTRAíDAS DE AQUI
Volvimos a subir la cuesta por segunda vez en un rato y al poco de andar estábamos en la estancia Tres Lagunas de nuestro viejo amigo Buty Myburgh y para nuestra sorpresa, lo encontramos de visita por allí, así que tuvimos la gratificante experiencia de charlar un buen rato con él, su hija y el puestero Agustín, enterándonos de los entretelones de la vida de la meseta.
Es triste escuchar como las explotaciones ganaderas se van apagando, fundamentalmente por la gran presencia de guanacos que se comen el alimento de las ovejas y por los pumas que atacan a las ovejas que sobreviven y también por la inviabilidad económica de los emprendimientos pequeños y medianos.
Nos alertó que el camino para pasar al pozo de Barragán estaba destruido pero creía que nosotros íbamos a pasar igual.
Nos despedimos del Buty y seguimos hacia el este; efectivamente la huella estaba muy rota por las lluvias pero nos las arreglamos para pasar igual y acceder al Pozo de Barragán, donde intentaríamos llegar al Puesto Pepino por abajo, ahora que se podía ingresar al pozo por un sendero recién abierto. Sin embargo, la misma lluvia que habíamos sufrido en el campamento había embarrado la bajada lo suficiente como para darnos cuenta que con la pendiente que tenía nos íbamos a tener que quedar a vivir allí abajo si nos metíamos allí. Decidimos ir igual al Puesto Pepino pero arrimando a campo traviesa desde el norte, hasta el borde mismo del acantilado y luego caminar un poco.
Quedamos a unos 800 metros de distancia y a 200 metros de desnivel, con una pendiente que para ir caminando no era exagerada. Dado que era cerca de mediodía, pareció buena idea ir a almorzar a Puesto Pepino y eso hicimos.
Copamos Puesto Pepino y a todos nos embargó la misma emoción de la primera vez. Nos volvimos a cansar de sacar fotos y admirar la sólida y prolija construcción de piedra. Esta vez pudimos notar que en el área hay un manantial que le da cierta lógica a la ubicación y que por otra parte esta muy protegida de los vientos y era difícil de acceder y detectar para los que no la conocían. Indudablemente era un refugio seguro.
Sigue siendo un lugar mágico e inexplicable, donde aunque pasan los años, no logramos desentrañar su misterio. La vieja leyenda de Pepino, constructor de catedrales y su trágico desenlace, sigue vigente para nosotros y tal vez sea la razón de su magnetismo.
Nos quedaba el último objetivo del día, la estancia Buena Esperanza, para la cual necesitábamos recorrer buena parte de la meseta y luego volver a bajar a su vertiente este. Desde el Pozo de Barragán hasta el empalme de la huella que lleva a La Esperanza desde La Juanita es claro que no la transita nadie, casi me animo a decir que los últimos fuimos nosotros en 2016. De hecho el alambrado que delimita propiedades, tiene la tranquera pero la huella es muy difícil de encontrar en sus adyacencias.
Después de cruzarlo, la senda que viene de La Juanita y lleva a La Esperanza es clara y relativamente transitada. Zigzaguea entre pequeños cerros, hondonadas y bajos y se va «empedrando» a medida que nos acercamos al borde de la meseta para encarar la bajada a la estancia.
La bajada proporciona un hermoso paisaje del hueco donde se encuentra La Esperanza y es muy pronunciada y despareja; subirla no es imposible pero no es muy sencillo seguramente, en descenso es otra cosa.
Al final de misma aparece lo que el IGM llama Nueva Esperanza, que no es más que un puesto deshabitado pero muy arbolado, seguramente regado por alguna vertiente. Seguimos adelante dejando a un lado a una laguna seca hasta que vimos finalmente la ansiada La Esperanza, un lugar al que le habíamos intentado sin éxito un par de veces por el este. Allí, su propietario Gabriel nos iba a esperar con un cordero pero llegamos un par de días más tarde y nos lo perdimos…
Con el permiso de su puestero, Julio, acampamos cerca del casco y el cordero lo tuvimos que reemplazar por lo que quedaba del guiso de lentejas el cual fue convenientemente reforzado para que alcance. El clima nos regaló una noche perfecta, hasta para sacar fotos nocturnas increíbles.
Está muy linda la estancia, muy arbolada y mereció el esfuerzo de visitarla. Otro rincón de Canquel fue develado. Gracias Gabriel por permitirnos ingresar!
El día siguiente habría más cosas nuevas a descubrir y disfrutar.
Muy bueno Pampa !
gracias por los bellos y detallados relatos. Despiertan la imaginacion e invitan a la aventura,
Cómo he disfrutado de tus relatos, especialmente la layenda de pepino…
Buenísimo Marcos, misión cumplida entonces!
Saludos