Domingo 28 de mayo de 2023
Después de la fresca noche en el atestado quincho de la estancia Talagapa (nadie se levantó a alimentar la estufa a leña), nos aprestamos a retomar el itinerario planeado, ya con un día de «atraso».
Nos despedimos de Gerardo , agradeciendo su hospitalidad y nos dirigimos a Gan Gan ya que las chatas estaban sedientas. Todavía había bastantes restos de la nevada de la noche del viernes.
Repostamos combustible en Gan Gan y bajamos por la RP11 pasando por Chacay Oeste y dejando a un lado el desvío a El Puntudo.
Al pasar por Bajada Moreno nos dividimos y con Elsa fuimos a investigar para ir hasta El Mirasol en forma más «corta» por una huella alternativa que atraviesa el arroyo Mirasol Chico y cruza una alta sierra en dirección al sur. Los otras dos chatas siguieron hasta Bajada del Diablo para averiguar cómo acceder al campo de aerolitos.
Nuestra excursión terminó en el puesto de Don Oscar Fernández después de mucho dar vueltas, quien nos confirmó que la huella existió pero que era imposible recorrerla ya que las lluvias del año pasado la habían destruido (Él no pudo hacerla con un tractor pese a su especial interés por reabrirla).
Ó se iba por las rutas provinciales o había que retroceder hasta el desvío a El Puntudo, donde había otra más o menos huella paralela a la que buscábamos.
Los demás se quedaron esperándonos en Bajada del Diablo frente al mítico Bar El Palenque, donde Oscar, el encargado los agasajó con empanadas y milanesas de guanaco, escabeche de perdices y hasta les regaló un garrón de jabalí para nuestros huevos revueltos futuros. Cuando llegamos, por suerte nos habían dejado algo y pudimos degustar todo eso. Nunca comí milanesas tan ricas
Transmitimos la novedad que el atajo a El Mirasol no estaba disponible y que la alternativa de El Puntudo no era viable por el horario, así que con los datos que habían recolectado previamente fuimos en busca del campo de aerolitos.
Este campo de aerolitos lo conocí a través de los «trabajos prácticos» que nos hacía a hacer Federico Kirbus para probar a los recién iniciados en la concurrencia a su Peña 5×5. Federico me había pasado algunos datos allá por 2007, los investigué y le prometí visitarlos alguna vez: 16 años después estaba cumpliendo mi promesa al Maestro, tarde pero seguro.
Según el interesante informe que podés leer AQUÍ, hay más de 100 impactos en la zona, ocurridos entre 130.000 y 780.000 años atrás; el problema es que hay muy pocas huellas para acercarse y la vegetación no es muy amigable que digamos, así que le apuntamos a tres sitios que habíamos identificado en las satelitales que estaban entre 200 y 1000 metros de una huella mas o menos transitable.
La zona es bastante montañosa e interesante hasta que se alcanza la planicie de la meseta donde cayeron los aerolitos, a la postre es una estribación de la zona sur de Somuncurá. Llegamos al más cercano y salimos a caminar en su búsqueda.
Bueno, debo decir que las expectativas que teníamos no se colmaron: encontramos los supuestos lugares de impacto pero quedaron muy lejos de lo impresionantes que habían sido los tres de la meseta de Canquel o el del cráter de Bajo Hondo en Gan Gan, donde los huecos generados eran enormes y bien visibles. Posiblemente no ubicamos al mejor ejemplo de todos y lo que describa no sea representativo.
En los tres casos que pudimos verificar, efectivamente aparecieron unos claros bien definidos con llamativamente muy poca y diferente vegetación al entorno. Algo extraño sin duda debió pasar. Si existieron un cráteres, fueron de poca profundidad y fueron rellenado por sedimentos, al menos para esta pequeña muestra que relevamos. Lo que no se explica es por qué la vegetación es diferente.
La regla dice que el cráter tiene aproximadamente 20 veces el diámetro de la piedra que lo causó, en estos casos nos indica que las piedras a lo sumo eran de 5 metros de diámetro-
Por otra huella no relevada intentamos dar con algún otro pero ya el entusiasmo de los aerolitos ya había bajado y el tiempo corría. Decidimos continuar con la expedición por otros rumbos. Siempre nos apremia el tiempo.
Seguimos por la RP11 dejando atrás el cruce con la RP61 y después de cruzar el ancho cauce seco del arroyo Perdido nos desviamos a la derecha por la RP40, todas ellas en excelente condiciones. Al llegar al cruce a El Mirasol, pese a que estaba oscureciendo, nos desviamos para por lo menos asomarnos a este remoto lugar que siempre había visto en letreros de la RN25. Si había algún lugar bueno, hasta podíamos llegar a acampar, recordando la noche de El Caín.
Volvimos a cruzar el río seco, encontramos unas fascinantes formaciones trabajadas por el agua y el viento y caímos en el poblado de El Mirasol, donde por supuestos nos tomaron por marcianos. Quién puede venir a hacer turismo aquí? – seguramente se preguntaban. «Casualmente» se nos acercó un auto para saludar y era el policía a cargo del destacamento, que si bien estaba de franco debió ser alertado por los vecinos de tres chatas dando la vuelta al perro en el poblado.
Concluimos que era mejor no quedarnos y tratar de llegar a alguna hora razonable a Las Plumas, con la esperanza de alojarnos en el viejo hotel, cosa que finalmente ocurrió ya que justo encontramos dos habitaciones disponibles para todos, es decir cinco en una quíntuple y Elsa cómodamente en una cuádruple.
Hasta tuvimos tiempo de cenar antes de ir a descansar. Otro día terminado.
Mañana le apuntaríamos otra vez a la remota meseta de Canquel.
Como es tu costumbre, muy ameno e interesante tu relato.
Muchas gracias Juan Carlos, gracias por leerme!
Muy bueno tu relato Pampa !