<< LA CALDERA DE PIEDRA PARADA
11 de enero de 2024
La caldera de Piedra Parada todavía no nos iba a soltar así nomas porque nos tenía que hacer degustar la frutilla del postre, es decir el domo que le dio origen a su nombre y el famoso Cañadón de la Buitrera.
Ambos fenómenos naturales son producto de los procesos que describí en la entrada anterior y ambos fueron revelados por la erosión hídrica ejecutada a lo largo de los millones de años por el desagote de la laguna del Hunco y del propio río Chubut.
Entraremos en un mundo «vertical» ya que como podrán apreciar, casi todas las fotos están en ese formato: tanto la Piedra Parada como el cañadón son muy esbeltos para tomas horizontales.
Nos detuvimos frente a la Piedra Parada, que ya los galeses habían bautizado como «Standing Stone» en 1866 e hicimos la caminata a su alrededor para apreciarla desde todos sus ángulos y al estar tan cerca, tomamos conciencia de su verdadera magnitud: con su altura que ronda los 240 metros y su base de unos 100 metros de diámetro es algo increíble.
Esta roca es uno de los domos que se generaron después del colapso de la caldera y que estuvo sepultada por cenizas y agua, hasta que la paciente erosión del rio Chubut la sacó a la luz.
Luego, previo registro en la caseta de control del guardafauna, salimos a hacer la caminata por el cañadón de la Buitrera, que actualmente es un Área Natural Protegida de la provincia del Chubut y es la única zona de la caldera que reviste ese carácter.
El trekking de ida y vuelta, siempre por dentro del angosto cañadón, es de unos 10 kilómetros con baja dificultad. Sólo hay que llevar agua suficiente porque el arroyito no es de agua potable y en verano el calor aprieta mucho.
El guardafauna nos comentó que el grueso de las visitas no son para trekking sino que muchos jóvenes (y no tanto) ingresan para realizar escaladas por las paredes verticales.
El cañadón de la Buitrera mantiene aún una muestra de un arroyito que lo surca, que increíblemente fue el que produjo la erosión de este cañón con paredes verticales de alrededor de 100 metros de altura.
El recorrido es muy bonito y placentero y te hace sentir realmente muy chiquito frente a la naturaleza.
Casi sobre el final del sendero, una especie de «cueva» a la cual era fácil llegar, despertó nuestra curiosidad y nos arrimamos. No era una cueva, sino que era un angostísimo cañadón subsidiario del principal que no hubo otro remedio que investigar.
Nos adentramos unos doscientos o trescientos metros en un escenario sobrecogedor: ancho variable entre 6 y 10 metros y altura superior a los 50 o 60 metros te hacen sentir una hormiga. Si sufrís claustrofobia, no te conviene entrar, su traza serpenteante parece encerrarte y pensar en un pequeño derrumbe te puede perturbar mucho si sos temeroso. No es que sea probable, pero se te pasa por la cabeza…
Es muy parecido, en miniatura, al promocionado interior del volcán Malacara de la Payunia.
Al regreso ya había muchos escaladores practicando. Para los que no sabemos del asunto, se nos eriza la piel de sólo pensar que cualquier mínimo problema físico, te puede dejar colgando de una soga y un clavo a 30 o 40 metros de altura, siempre cuando estés atado. Nos pareció que alguno no toman siquiera esa chance.
Te quedas viendo lo que hacen deseando no ser testigo de algún accidente porque debe ser terrible, aunque al decir del guardafauna, por suerte son muy poco frecuentes.
Culminado nuestro trekking, el cual valió verdaderamente la pena, salimos con la única certeza que iríamos hasta Paso del Sapo; luego sería la intuición quien nos guiaría, quien sabe por donde…
Como siempre muy bueno Pampa !
Excelente relato Pampa !! Y las fotos son increíbles.
Wowww. Tenemos que enviar estas postales a las cinematográfica del exterior. Parecen escenarios de película. Sorprendente Sergio. Muchas gracias por compartir. Un abrazo grande del Alma.