Mis vacaciones formales pedidas con tiempo están previstas para marzo, pero un inesperado hueco en el trabajo me «obligó» a tomarme una semanita extra en enero. No tenía nada pensado especialmente ya que fue de improviso, así que pusimos rumbo a mi querida Patagonia sin muchos planes a hacer uno de esos intensos viajes relámpago (literalmente) que me caracterizan.
Pampa 03 tenía que empezar a sentir el rigor y convertirse en un correcaminos, como debe ser.
En el mapita pueden apreciar el recorrido que hicimos, donde en cada uno de esos puntos rojos tengo cosas para contarles de lugares invisibles para el turismo masivo con interesantes historias.
Sólo como anticipo les «resumo»: salimos de casa y dormimos en Sierra Grande, recreamos la vieja traza de la RN25, pasamos por Río Pico, acampamos tres noches en los lagos 3 y Vintter, descubrimos la bonita RP17 entre Corcovado y Tecka, conocimos la parte oculta de la Huella de los Rifleros, recorrimos por dentro toda la caldera de Piedra Parada, acampamos a orillas del río Chubut, nos caminamos todo el Cañadón de la Buitrera, pasamos por Paso del Sapo y Gastre, nos arriesgamos a una tortuosa y desconocida huella desde Gastre a El Caín, conociendo lo que queda de la mina Angela y marcando una confluencia, acampamos en plena meseta de Somuncurá bajo una fuerte tormenta de rayos y truenos, visitamos las estaciones Teniente Maza, Musters y Pajalta del Tren Patagónico, nos asombramos con la mina Gonzalito, descansamos en San Antonio Oeste, hilvanamos tres estaciones más del Patagónico de muy difícil acceso: Vicealmirante O´Çonnor, Liborio Bernal y General Nicolas Palacios y por último también visitamos las estaciones de Cardenal Cagliero, Desvío Salinera, José B. Casas y la sorprendente Stroeder. Finalmente nos alojamos en Coronel Pringles para volver a casa el día siguiente.
Intenso para sólo nueve días, no?
Pronto empieza la saga de blogs donde les cuento los detalles, por ahora les muestro un breve álbum de fotos.
Siempre, vayamos donde vayamos, habrá algún rincón desconocido para descubrir desviándose de los caminos habituales.
Volvíamos de Mar del Plata de visitar a un querido amigo que vive en la zona de Parque San Martín y se nos ocurrió pasar por Sierra de los Padres a comprar verduras frescas a buenos precios. Ahora todo suma…
Para volver a la Autovía 2 acortamos camino por la diagonal que sale desde El Coyuco hacia Cobo, que la conocía de las épocas cuando trabajé en la zona en el tendido de las líneas de alta tensión entre Vivoratá y Mar del Plata. Justo pasamos por una punto donde hay una espectacular perspectiva de las dos líneas de doble terna de 132 kV que me tocó dirigir.
Una de las LAT hacia MDQLas dos LAT 12 kV paralelas
Antes de llegar a Cobo, miro el GPS y veo otra «cortada» que sale hacia Vivoratá pasando por Colonia Barragán que me tentó. Una parte la conocía hasta la colonia pero no sabía que seguía hasta Vivoratá. Imaginen qué hice…
La COLONIA BARRAGAN es un zona de quintas e invernaderos muy arbolada recostada sobre el arroyo Vivoratá que baja de las sierras. Es un oasis en medio la llanura.
Unidad sanitaria COLONIA BARRAGÄNCapilla de COLONIA BARRAGÄNDowntown de COLONIA BARRAGÄNCalles entre quintasCalles entre quintasCalles muy arboladas en COLONIA BARRAGÄN
Después de recorrer la colonia, seguimos el GPS rumbo a Vivoratá. Pasamos por una imponente entrada a la estancia Los Mates donde parecía que todo acababa pero la huella la esquivaba por el este. Sin embargo al llegar al arroyo Vivoratá, donde había un precario puente, una tranquera con candado cerraba el paso y además la huella se desdibujaba. Game over para el plan!
Imponente portal de estancia Los MatesArroyo Vivoratá
Reculamos a la Autovía 2 pasando por COBOS, con la satisfacción de haber conocido otro rinconcito bonaerense.
Despues de visitar elPaso de la Muerte seguimos nuestro derrotero serrano, ahora buscando el Vado de la Trinidad, donde esperábamos bautizar a Pampa 03.
No atravesar el Paso de la Muerte nos llevó a un largo rodeo por el sur que nos hizo pasar por AZUCENA, estacion que ya habíamos visitado allá lejos en el 2011, donde el paso a nivel nos regaló el pasaje de un tren carguero larguísimo cuyo desfile en subida pude filmar completamente.
Un tren de carga a toda potencia subiendo hacia Azucena
Luego aterrizamos en el bucólico pueblo de María Ignacia (Estación VELA).
Me encantó este último pueblo; tiene una paz, una tranquilidad, una prolijidad que genera una sana envidia para los que nos toca vivir en el conurbano bonaerense.
Era la hora de la siesta, así que casi no había nadie por la calle y como es habitual nos fuimos a visitar la estación, que por cierto está muy bien cuidada.
Andén de VELAAndén de VELAAndén de VELAEstación VELAGalpones de VELA
Cumplido el ritual ferroviario, nos abocamos a buscar cómo llegar al Vado de la Trinidad.
Si bien hasta el momento no habíamos tenido indicios de lluvias en todo el recorrido, a partir de ahora era evidente que la noche anterior había caído algún fuerte chaparrón y por lo tanto, de vez en cuando debimos sortear algunos charcos, que se iban incrementando a medida que os acercábamos al cauce del Arroyo de los Huesos, el cual nos proporcionaría el vado de la Trinidad. Se me instaló la duda si iba a ser practicable pero no le iba a aflojar…
En los últimos metros de aproximación, obviamente un bajo inundable, la huella se volvió resbaladiza y probé con éxito el modo «resbaladizo» del control de tracción de Pampa 03.
Y apareció el vado: era bastante ancho y con mucha correntada, lo suficiente para envalentonarme y poner a prueba la chata. Así que por primera vez puse la 4×4 baja con el bloqueo y me mandé. Tenía casi medio metro de profundidad pero el piso era muy firme, pero lo supe mientras estaba cruzando.
Por supuesto que pasamos sin problemas y Pampa 03 tuvo su bautismo acuático. Tiene que ir aprendiendo…
Vado de la TrinidadVado de la TrinidadSalida del vado de la TrinidadVado de la Trinidad
Después de este evento , solo quedó regresar pasando por Pablo Acosta y por Boca de las Sierras. Un excelente recorrido en sólo dos días.
Después de pasar la tarde anterior en la laguna LA BRAVA y sabiendo que teníamos gasoil para volver tranquilos a casa, nos dispusimos a pasear por las serranías de Balcarce y Tandil, buscando lugares poco visitados.
El primer objetivo era terminar de rodear la laguna La Brava por una huella precaria por el oeste. Años atrás habíamos intentado desde el extremo sur, después de unas lluvias y se nos había negado por el barro; ahora lo intentamos desde el norte y también se nos frustró porque un grueso árbol caído impedía el paso, La tercera será la vencida…
La huella oeste de La BravaEl árbol caído que nos interceptó
Reculamos hacia la RN226 y a la altura de una gran curva a la derecha nos metimos por un camino de tierra para «ahorrar camino» rumbo a Balcarce, adonde ingresamos por sus fondos, donde está la subestación eléctrica.
Cruzamos todo Balcarce, confirmando la excelente decisión de ir a Vidal a buscar combustible porque todas las estaciones de servicio estaban cerradas.
Le apuntamos a un camino vecinal más o menos transitado, que creo que era la vieja ruta 226 hasta que la asfaltaron y por supuesto rectificaron, con vistas muy pintorescas de las serranías, con el objetivo de conocer el paraje DOS NACIONES, que siempre había visto en los carteles de la ruta y sabía de un viejo almacén de campo en actividad que me había comentado Susana Gioacchini, de Truenotour.
El camino era bastante intricado con muchas curvas y con suaves subidas y bajadas que daba gusto manejar, disfrutando de las sierras y de los campos cultivados.
Prolijos cultivos y sierras de BalcarceCaminos que invitan a pasearHermosos paisajes serranosUn lavadero de animales abandonadoAfloramientos rocosos en las cultivosBucólicos caminos serranos
Llegamos al almacén, con un viejísimo surtidor en la puerta y nos adentramos a curiosear: al atravesar la puerta, fue como si hubiéramos cruzado un portal en el tiempo entre dos épocas.
La sensación de fresco del interior contrastaba con el calor de afuera haciendo claras las dos situaciones; dentro, las altas estanterías centenarias llenas de artículos viejos destacando el orden perfecto de las botellas de muchas bebidas que no existen más, un piso de mosaicos con un particular dibujo impecable, una vieja máquina para moler café, las baúles de artículos que se vendían sueltos, el mostrador original y muchas cosas antiguas por doquier, te sitúan por un momento en el siglo pasado.
Destacamos la amabilidad de la dueña que nos atendió con una sonrisa como si fuéramos clientes habituales pese a que sólo estábamos curioseando.
Por supuesto le preguntamos por el llamativo nombre de DOS NACIONES y nos contó se debe que los fundadores fueron un italiano y un español, allá por el 1900.
No necesitábamos nada, pero compramos algo para ser partícipes de esa postal del pasado.
Un viejísimo surtidor frente al almacénCentenaria moledora de café y estanteríasBotellas de muchos años prolijamente ordenadasBanderas que recuerdan el origen del almacénAntigua publicidad de Goodyear
Seguimos camino rumbo a otro punto llamativo que había encontrado en los mapas: EL PASO DE LA MUERTE.
Por supuesto es un pomposo nombre de un tramo de traza de un camino vecinal que cruza el arroyo Las Chicas (el curso de agua que origina cerca de Ayacucho el CANAL 5, objeto de una entrada anterior) y que por lo que había investigado, sólo era transitado en bicicletas y en motos. Sabía que sería difícil, más con la chata nueva, pero nos íbamos a asomar a verlo y por qué no, intentarlo.
Otra vez intricados y sinuosos caminos con muchos rodeos de campos, con vistas a las sierras de Balcarce atrás y a las de Tandil adelante, por paisajes muy bonitos, con varios pequeños vados que indicaban lo que se venía…
Los caminos se hicieron menos transitadosPero cada vez mas lindosUn vadeito para humedecer las patitasMas hermosas huellas vecinales
A mil metros del Paso de la Muerte, después de un par de kilómetros por una huella imperceptible, llegaron las piedras y el inicio de una senda para motos y bicicletas, a lo sumo. En realidad se podía seguir con cuidado, pero preferimos ir a ver si era factible este «tenebroso» paso antes de seguir adelante con la chata.
Hicimos una larga caminata, con un fuerte viento que peinaba los trigales, hasta llegar al arroyo Las Chilcas y su Paso de la Muerte. Nada que ver el nombre con el lugar ya que se trata de un hermoso arroyo serrano, con árboles que invitan a un picnic.
Trigales jugando con el viento
La conclusión es que el paso es practicable aunque hay que andar con mucho cuidado y tal vez haya que trabajar un poco para acomodar algunas piedras para cruzar el arroyo Las Chilcas.
Llegar desde donde dejamos la chata hasta acá también es posible. La duda vino por la continuación del otro lado que, para empezar tiene una fuerte pendiente para salir del arroyo y luego, hasta el primer camino visible en Earth Google había cuatro o cinco kilómetros de los cuales no teníamos idea de obstáculos y fundamente alambrados. Sin duda en otra oportunidad trataremos de ingresar por este otro lado, sabiendo que luego del cruce hay salida. ¨Puede ser una linda expedición.
Hasta acá huellas de autos
«Camino» largo que baja y se pierde…
El Paso de la Muerte desde lejosLlegando al Paso de la MuerteHermosa arboleda sobre el arroyoLa zona del pasoEl paso de la Muerte no es tan tenebroso…La salida hacia el oeste es por ese pedreroTranquilo arroyo Las Chilcas
El recorrido hasta Dos naciones y al Paso de la Muerte
Satisfechos con el Paso de la Muerte, seguimos en busca del Vado de la Trinidad, en las cercanías de Pablo Acosta, sobre el arroyo de los Huesos.
Continuando con la «puesta en servicio» de Pampa 03 y con nuestra adaptación a ella, ahora encaramos una vuelta un poco más larga para que duerma una noche afuera y le sienta el gusto no sólo a los caminos de tierra sino también a los caminos de ripio y piedra de las sierras de Balcarce y Tandil más un interesante vadeo que saqué de la manga buscando en los mapas.
Hay que irla acostumbrando al futuro que indudablemente se le vendrá encima, más allá que Pampa 02 no le va a dar espacio para las difíciles.
En resumen, esta vez nos dirigimos primero hacia la costa por la RN11 para visitar dos esquivas e interesantes estaciones abandonadas del ramal Guido-Vivoratá como son NAHUEL RUCA y CALFUCURÁ, para luego alojarnos y pasar la noche en la laguna LA BRAVA.
Al día siguiente nos internamos por caminos y huellas serranas de Balcarce y Tandil para descubrir el PASO de LA MUERTE, conocer el paraje DOS NACIONES y por último atravesar el VADO DE LA TRINIDAD cerca de la pintoresca BOCA DE LAS SIERRAS y volver a casa por la RN03 totalizado más de 1000 km.
Salimos temprano de casa y tomamos la Autovía 2 hasta Dolores donde nos dimos cuenta que todos nuestros planes podían verse interrumpidos por la falta inexplicable de combustibles. Ninguna estación de servicio hasta allí vendía gasoil premiun y por las dudas, donde pudimos le metimos unos litros de gasoil común con mucho dolor a la pobre Ranger nueva, para por lo menos asegurar el regreso a casa desde La Brava, si se pudría todo.
Nos desviamos en Dolores por la RP63 y después tomamos la Autovía 11 con la intención de entrarle por la retaguardia a estas dos estaciones antes mencionadas. Comprobamos lo correcto de cargarle algo de gasoil «inadecuado» previamente ya que en General Madariaga ni siquiera había gasoil del común y por la radio decían que en Mar del Plata lo poco que se conseguía era con interminables colas.
Desde Madariaga empezamos a recalcular para recorrer las menores distancias y abandonamos la RP11 cortando por camino por tierra pasando por JUANCHO y retomándola ya cerca de la albúfera de Mar Chiquita.
Juancho de lejosJuancho de cerca
Desde allí la idea era acceder directamente a CALFUCURÁ siguiendo la margen sur del canal 5 pero una tranquera cerrada nos vedó el paso y cambiamos los planes yendo primero a NAHUEL RUCA, lo que implicaba extender bastante el kilometraje previsto peligrando aún más el regreso por la falta de combustible
Primera actividad de la mañana fue ir a visitar la casa del Chacho Peñaloza, donde fue asesinado brutalmente, después de rendirse frente al enemigo.
Fue el 12 de noviembre del año 1863 durante la presidencia de Bartolomé Mitre y luego de matarlo, exhibieron su cabeza en una pica en la plaza de Olta.
La muerte del Chacho inundó de tristeza a La Rioja, debido a que el caudillo era una figura muy popular. Cosas oscuras de la historia, que según quien la cuenta y en que contexto se la encaja, se pasa de héroe a villano y viceversa.
Homenaje al Chacho Peñaloza
La Discovery se venía quejando al pasar los cambios y finalmente se plantó. Y no hubo más caso. Mientras el resto del grupo se fue a pasear por los alrededores, de Olta, con Claudio nos abocamos a tratar de analizar el problema en la YPF de la RP76, el cual se reveló como una rotura de una selectora de plástico en la base la palanca de cambios.
La piecita de la caja que nos hizo transpirar
Una ingeniosa reparación con «Perbond» y unos rezos esotéricos a San Land Rover nos pusieron en camino nuevamente y nos encontramos con el grupo en el dique de Anzulón para iniciar la recorrida de las sierras del sur de La Rioja.
Dique de Anzulón
Primero nos dirigimos a Desiderio Tello, donde pasamos a visitar la estación ferroviaria en desuso y abandonada a su suerte, como verán en el carrusel siguiente:
Luego ya nos adentramos por las huellas y caminos de tierra por el corazón del sur de las sierras riojanas.
Era un enigma lo que había allí adentro y la intención era conocerlas en profundidad por lo que le dedicaríamos un par días para meternos en todas las sendas que aparecieran.
Subimos hacia el norte pasando por ignotos caseríos como Chelcos, Árbol Barrido, El Cerco, El Quemado, Mollaco y Nacate, disfrutando de solitarios y novedosos paisajes y angostas huellas enroscadas, sin mucha dificultad.
Huella que se interna en las sierrasTrepadas interesantes hacia El Quemado
Más fotos de este tramo en el visor:
Plaza de Chelcos
Anterior
Siguiente
Después de mucho deambular llegamos a la ruta que une Olta con Malanzán a la altura de Solca, habiendo completado el primer cruce sur-norte del viaje por esta zona desconocida de La Rioja.
Sobre esta ruta provincial hay formaciones rocosas muy curiosas, una suerte de Talampaya en miniatura, donde también se pueden encontrar petroglifos al costado mismo de la ruta. A la zona se la denomina Reserva Provincial Guasamayo y realmente es muy poco conocida pese a que es de muy fácil acceso.
Rio GuasamayoParada a fotearGeoformasMas geoformasParedones Geoformas perdidasLa cabeza de un puma?Otra geoformaUn marciano?Mas formaciones talampayescasNo se puede creer la falta de respeto de mucha gentePetroglifos originalesPetroglifos originales, un sol?Muchos petroglifosOtro solPetroglifos modernos…Los idiotas de siempre…
Se destaca una formación icónica, una geoforma llamada El Loro, cuyo nombre al tallado ejecutado por erosión fue muy bien elegido.
El LoroEl LoroAcá está posado el Loro
A la tardecita llegamos a Malanzan, donde nos acomodamos como pudimos y disfrutamos de una cena grupal en el único boliche tipo pizzería donde cabíamos todos.
A la mañana siguiente seguimos hasta El Portezuelo , para visitar el dique homónimo, con bajo nivel de agua.
Dique El Portezuelo
Desde allí volvimos a internarnos en el corazón de la sierra con el objetivo de llegar hasta Tuani, un caserío perdido en su interior, que era el ícono desconocido de esta parte del viaje. Pocos kilómetros después de dejar El Portezuelo atravesamos el pequeño poblado de Puluchan.
PuluchanDowntown PuluchanCapilla PuluchanFormidable casa de piedraEscuela 274 – Marcos Sastre
Seguimos recorriendo algunas huellas y cauces secos de ríos, con paisajes cada vez más agrestes e interesantes. Igualmente hay mucha población dispersa en estas sierras, corroborado por el populoso y respetable cementerio que encontramos en los alrededores de Puesto Salana, en el cual observamos muchos detalles llamativos, como por ejemplo una placa que recordaba, además de lo habitual, la hora del fallecimiento.
Huellitas perdidas entre los cerrosLa senda serpentea entre los pocos pobladoresTaperasTaperasTaperasCuriosa placa con fecha y HORA del fallecimiento
La huella a Tuani se desdibujaba y cuando conseguimos preguntarle a alguien, nos dijo que desde allí en adelante estaba abandonada porque había ocurrido un derrumbe y no se podía pasar. Nada mejor para intentar ir.
Efectivamente la huella no estaba pisada y después de unos kilómetros encontramos los restos del derrumbe. No era muy grave, corriendo una cuantas piedras con los malacates seguramente podríamos pasar. Y lo hicimos: el camino a Tuani estaba expedito, aunque aclaramos que desde el norte hay otra opción transitable.
Por un pequeño cauceSeguimos por el cauceFaldeando un cerritoPiedras pasablesHermosa huellaHermosa huellaEl derrumbePiedritas en el caminoCuadrilla de remociónCamino expeditoPasando el primeroSeguimos camino
Tuani es un caserío embutido en un angosto y bonito valle de un río seco muy pedregoso. El atractivo era investigar por qué habiendo poblaciones muy cercanas al sur, como Villa Casana, no había camino que las vinculara. Tal vez podríamos intentar algo.
Los pobladores nos explicaron que es una vieja aspiración porque los acercaría rápidamente a Chepes pero que solamente había una senda para caballos y caminantes por un vallecito paralelo al río.
TuaniTuaniTuaniPobladores de TuaniTuani
Primero lo intentamos por el río pero era muy angosto y plagado de grandes piedras, imposible para chatas. La huella peatonal, si bien al principio era accesible para vehículos, al poco de andar también se hacía imposible. Abortamos, aunque creemos que debería ser la traza a abrir en el futuro. Posiblemente motos puedan pasar.
Nos volvimos por la misma huella que habíamos recuperado del derrumbe y nos encontramos con una tumba aislada construida de material casi sobre la huella que prácticamente había que esquivar y que no habíamos visto a la ida, algo muy extraño lo pienses como lo pienses: ¿La huella estaba antes o después de la tumba? ¿ Por qué la senda le pasó tan cerca o por qué la erigieron sobre el camino? Nada pudimos averiguar, la tumba no tenía identificación alguna.
Tumba por el caminoTumba por el caminoOtra tumba por el camino
Se nos hizo de noche cerca del cementerio de Puesto Salana, donde había un excelente lugar para acampar en el cauce de un rio seco cercano.
Medio lúgubre, pero nos alejamos lo suficiente para respetar la paz de los difuntos. Armamos un flor de campamento de varias carpas y compartimos en el medio de la nada, una cena y un fogón increíble con amigos.
También compartimos una pila de botellas…
Populoso campamentoMás del campamentoDisco a fullAlgo nos tomamos…Postre de ananá al discoHacía bastante frio (Pablo no cuenta)Amigos al calor del fogón
Desandamos la RP38 hacia el sur hasta Tuclame, desde donde nos internaríamos hacia las sierras de Serrezuela y Guasapampa, las que recostadas sobre el noroeste cordobés, marcan claramente un límite físico con los llanos riojanos.
Es una zona poco conocida que siempre nos llamaba la atención por su relieve montañoso toda vez que pasábamos raudos hacia el norte por la RP38.
Revisando los viejos mapas del IGM, las curvas de nivel nos resultaron llamativas por el paralelismo de las dos sierras y por el valle intermedio por donde desciende el río Guasapampa hacia el norte. No sabíamos que podíamos encontrar pero lo íbamos a averiguar.
El camino ripiado sale de Tuclame y se arrima a la sierra de Serrezuela y la bordea por el este pasando por Puesto Las Chacras y la cruza por un abra en Aguas de Ramón: la sierra de Serrezuela parece continuar hacia el sur hasta perderse a unas decenas de kilómetros.
La ruta violeta de la izquierda es la que seguimosHacia las sierras de Serrezuela por Tuclame
Aguas de Ramon es un pequeño caserío a 400 msnm donde se destaca una humilde iglesia de la Virgen del Valle.
Es un viejo asentamiento que data de principios de siglo XX y cuya suerte estuvo ligada a los conflictos bélicos mundiales, debido a que en la zona existieron minas donde se extraía wolframio, material indispensable para la fabricación de armamento. Tuvo su inicio con la Primera Guerra Mundial y la extracción de mineral se extendió con marcadas irregularidades, hasta mediados del siglo XX con el final de la guerra de Corea. Algo parecido al famoso proyecto de Pueblo Escondido, en el Cerro Áspero, cerca de Merlo, aunque con menos desarrollo fabril.
Para quien le interese la minería del lugar, un antiguo informe geológico del año 1959 detalla lo que acabo de describir con mucho más detalle:
Ahora el camino, no muy transitado por cierto, continua hacia el sur por un valle que discurre entre las sierras de Guasapampa y Serrezuela por donde desciende el intermitente río Guasapampa.
La zona tiene abundante vegetación y es muy pintoresca, atravesando diversos parajes y caseríos como Guasapampa y Totora Huasi. No es tan verde por la época del año, pero debe serlo en primavera y verano.
El camino comienza a ascender lentamente hacia el surTotora HusaiA medida que subimos aparecen las primeras palmeras Caranday
El primer poblado de cierta relevancia que asoma más al sur es LA PLAYA, una pequeña localidad de unos 200 habitantes. Desde allí habíamos detectado que se descolgaban unas huellas hacia el oeste que tal vez nos permitirían una vista aérea de los llanos riojanos o hasta bajar tal vez…
Cuando paramos a preguntar por la factibilidad de esas huellas, también nos enteramos que estábamos en tierras de canteras de granito y pinturas rupestres, una gratísima sorpresa que no esperábamos recibir.
Aprovechamos que era cerca de mediodía para hacer una picada en una especie de modesta plaza en el pueblo. Justo enfrente había una semiderruida construcción fabril que parecía ser un horno construido con bloques de granito y que por supuesto fuimos a curiosear.
Un horno construido con bloques de granito?
Las huellas por las que consultamos existían pero posiblemente tendrían candados ya que se internaban en propiedades privadas; nos dirigimos a comprobarlo observando que el recorrido estaba plagado de bloques y piezas de granito por doquier; hasta los esquineros de los alambrados, las barandas de los puentes y los puntales de las tranqueras eran de piedra.
Pilares de granitoPuntal de granitoPaisajes de La Playa
Cuando estábamos cerca del «balcón» a los llanos riojanos, una tranquera con candado nos cerró el paso y no había nadie para interceder. Restaba ver si podíamos acceder a las canteras y al arte rupestre, para lo cual al regreso comenzamos a preguntar a cada alma que encontramos.
Y en uno de los intentos, un gentil poblador, del cual lamentablemente no recuerdo su nombre, nos ofreció mostrarnos su cantera de granito y unas pinturas rupestres que se encontraban en su propiedad. Bingo!
No sólo nos permitió el acceso sino que nos explicó la metodología de extracción del granito, un trabajo muy duro, peligroso y artesanal, donde cualquier error te cuesta un accidente. Taladros, explosivos, maniobras con grandes bloques, todas acciones riesgosas.
El escondite de las pinturasBloques gigantes de granitoBuscando las pinturas rupestres
Pinturas Rupestres en los bloques de granito
Lástima que siempre hay algún idiotaRecorriendo la canteraRecorriendo la canteraBloques gigantes por todos ladosBloques «rebanados»Bloques de donde se cortan las placas de granitoLas marcas de los barrenos y explosivosMarcas para su corte con cuñas y martillos
La trama que subyace a la explotación minera del granito en la pequeña localidad de La Playa parece ser compleja, de acuerdo a las fuentes que consulté.
Hace más de ocho décadas, en la sierra de Guasapampa y en la zona denominada La Charquina (justo en la tranquera que encontramos cerrada), se produjeron hallazgos arqueológicos que datan de miles de años, representados en pictografías, morteros y elementos que la transformaron en un tesoro histórico, cultural y antropológico.
Pero la actividad minera encontró otra riqueza: el granito. Y desde hace más de 20 años, la extracción de este material valioso que se comercializa a gran escala desde la región hacia todo el país es la principal actividad económica de La Playa y de la zona. El problema es que la explotación minera no cuenta con ningún tipo de autorización de la Dirección de Minería de la Provincia ni con un estudio de impacto ambiental que la avale. Ni hablar del proceso de degradación que sufrió en todos estos años el verdadero tesoro arqueológico de la región.
A su vez, la propiedad de las tierras donde se emplaza el pueblo, las minas y los campos cercanos están en un proceso judicial lento y arduo. Los descendientes de Domingo Díaz, quien aparece como propietario de estas tierras desde 1916, reclaman desde hace más de una década la propiedad de más de 10 mil hectáreas, en las que se ubican el pueblo y las canteras. Un verdadero intríngulis que no tengo idea que rumbo ha seguido en estos años.
Seguimos hacia el sur ya medio apurados para llegar a algún sitio donde alojarnos al atardecer que sea cercano a las sierras del sur riojano. Seguimos hacia el sur por el mismo camino, cada vez más poblado de palmeras Caranday hasta encontrarnos en Las Palmas, una localidad sobre el conocido Camino de los Túneles, que por supuesto toma su nombre de las numerosas palmeras de la zona.
Palmeras CarandayPalmeras CarandayUno de los túneles del Camino de los Túneles
Desde allí descendimos por los túneles (en esos años todavía el camino era de ripio) hacia los llanos riojanos, donde tomamos la ruta 20 hacia Chepes hasta cruzarnos con la traza abandonada del ferrocarril Belgrano entre Milagro y Quines, donde el camino que la costea podría permitirnos conocer alguna estación si la luz diurna lo permitía, mientras acortábamos camino.
LA ISLA
Con menos de la luz justa, alcanzamos a visitar LA ISLA, una estación habitada por algún poblador en el medio de la nada, por supuesto sin rieles ni durmientes aunque bastante entera dentro de todo.
Imágenes de Estación La Isla
El final del día nos encontraría en OLTA, donde nos acomodamos para compartir una cena y alojarnos para seguir al día siguiente por las sierras del sur riojano, los pagos del Chacho Peñaloza.
Desayuno bien casero en la Hostería Recreo de la mano de su dueña, que nos atendió como si fuéramos sus hijos. Lugar modesto pero muy recomendable para un alto en el camino en esta zona no del todo turística.
Llenamos los tanques y salimos rumbo a Esquiú, donde empezaríamos a bajar hacia el sur para intentar el cruce de las Salinas Grandes; Pablo y Julio nos estarían esperando donde nuestra huella cortaba la RN60.
En este enlace, que desafortunadamente hicimos muy rápido, pasamos por el Paraje El Suncho, que fue el lugar donde falleció el venerable Fray Mamerto Esquiú, pero no lo visitamos como debíamos. Otra vez será.
El SunchoSalida de El Suncho hacia la RN60
Esta huella/ruta provincial nos comienza el mostrar el paisaje que rodea a las Salinas Grandes antes de dejar paso al omnipresente reino de la sal. Llaman la atención los enormes cactus cuyos brazos secos generan una leña difícil de imaginar para estas plantas; el paisaje es bastante más verde de lo que uno puede imaginar en las puertas de un desierto.
Efectivamente en la RN60 conformamos el multitudinario grupo de siete chatas sólo posible porque todos somos viejos amigos travesistas que nos entendemos de memoria y la coordinación sale sola.
Recorrido en Salinas Grandes
Desde la RN60 hasta Palo Santo el recorrido se desarrolla sobre una huella visible que contornea las salinas propiamente dichas, alternando lugares “altos” con profusa vegetación incluso arbórea y lugares bajos con sufridas plantas «salineras». Enormes cactus nos continúan acompañando aunque su tamaño va decreciendo a medida que nos acercamos a las salinas.
Enormes cactus nos marcan el caminoPrecarias tranqueritas de alambreLa vegetación tiende a tragarse la huellaLa huella se desdibuja…Al arrimar a la salina, los cactus se raleanPalo SantoUn remoto poblador de Palo Santo
En Palo Santo dejamos la huella visible y nos adentramos en la salina misma; seguimos una tenue huella que se borra a la vista cada año pero de algún modo conserva su compactación por el repetido uso algunos meses al año: es la conocida como la “Huella de los Cabritos”, que la cruza en sentido Norte-Sur.
Rumbo a la salina, la vegetación se achata
Esta «ruta» es (o era) usada por los crianceros del sur catamarqueño cuando arriaban sus animales para venderlos en el norte cordobés.
Realmente si uno no se aparta mucho de ella el piso es firme pero hay que estar atento a no perderla porque enseguida es fácil enterrarse.
A punto de pisar la salinaAsí es la «ruta»Ruta de los Cabritos a fullPor momentos levantamos polvo
Uno de los objetivos del viaje era reconocer puntos geográficos como algún inexplicable quiebre en la línea que divide a Córdoba de Catamarca (Mojón del Monte Negro) y también el Trifinio, lugar donde confluyen Córdoba, Catamarca y La Rioja.
Ubicar el Mojón del Monte Negro fue sencillo porque estaba no muy lejos de la huella consolidada. Fue sólo un hallazgo de geoposicionamiento ya que no encontramos absolutamente nada que lo materialice. Ni siquiera el supuesto monte.
Buscando el Mojón del Monte Negro
Este punto es un vértice que se fijó como parte la división política entre las provincias de Córdoba y Catamarca por un decreto de Onganía de 1968.
El otro objetivo era el trifinio Córdoba – Catamarca – La Rioja, que está en algún lugar de la salina, pero sin indicios de huellas consolidadas desde este lado. Se trataba de un desafío complejo ya que podíamos terminar encajados hasta los zócalos si no andábamos con cuidado. Había que recorrer unos 26 km en línea recta por el medio de la salina sin saber que consistencia podía tener el piso.
El intento sólo duró unos pocos kilómetros porque los que veníamos liderando a la caravana nos empezamos a enterrar irremediablemente y debimos avisar a los que nos precedían para que se detuvieran y nos ayudaran a salir del problema.
¿Y ahora qué hacemos?A trabajar para sacarlaLa Discovery no avanzaba másSe movía y se enterraba más y másLas huellas del rescate
Nos llevó un par de horas recuperar la Discovery después de traerla a malacate por más de 100 metros, ya que no se subía nunca a la capa de sal dejando unos profundos surcos como recuerdo que la próxima inundación borraría para volver a atrapar incautos.
Obviamente abortamos el intento y volvimos a la Ruta de los Cabritos, a disfrutar de la soledad infinita de las Salinas Grandes de casi 6000 km2 de extensión.
Soledad salineraSoledad salineraSoledad salinera
Sin problemas seguimos hacia el sur hasta que alcanzamos los bordes de la salina, un desierto de guadales y cactus más achaparrada vegetación espinosa donde aparecieron algunos humildes puestos que asombran porque es difícil imaginar vivir allí. Tener en cuanta que estábamos en invierno y hacía bastante calor…
Comenzaron a aparecer la huellas y antes de volver a la civilización decidimos conocer las ignotas Termas del Quicho, donde cuenta la historia que allá por 1987 en una perforación con la que se estaba buscando agua potable para la escuelita del lugar, de repente, desde más de 220 metros de profundidad, comenzó a brotar agua caliente a 39°C y nunca más se cortó, formando una laguna de aguas tibias que se popularizó como humildes y modestos baños termales naturales.
Una vieja bañadera, que todos se disputan, concentra el chorro cual brutal hidromasaje. Por supuesto aprovechamos para un relajante baño termal y sacarnos el polvo acumulado durante el día.
Desvío a las termasLa codiciada bañadera para hidromasajeTermas del Quicho a full
NOTA: esto fue hace seis años, actualmente en 2023 las han puesto en valor construyendo una pileta y algunas instalaciones para camping, ya que durante la pandemia se popularizó bastante como un lugar de escape para las poblaciones cercanas.
Estado actual (2023), ya no existe la laguna natural
Repuestos del esfuerzo del cruce las salinas sólo quedaban buscar un lugar donde alojarnos y entonces recalamos en Serrezuela, donde el nutrido grupo se acomodó como pudo en la poca oferta disponible. Mañana el noroeste cordobés desconocido.
Desde distintos puntos del país cada uno se las ingenió para arrimar a Recreo; en nuestro caso Claudio me pasó a buscar a las seis de la mañana por mi casa y arrancamos sin problemas por la AU9 haciendo una parada intermedia en ONCATIVO, primero para degustar los famosos y riquísimos sándwiches de salame y queso y después reponer combustible entrando a la ciudad. No pudimos cargar en la YPF que está sobre la AU9 porque la cola era infernal.
Sin parar cruzamos Córdoba, Jesús María y Deán Funes y mientras transitábamos al costado de la Salinas Grandes, siendo bastante temprano propuse desviarnos a curiosear una vieja estación abandonada, situación que no iba a ser novedosa para Claudio sabiendo que viajaba conmigo.
La estación en cuestión es TOTORALEJOS, un páramo en el medio de la nada al borde las Salinas Grandes, que a priori sólo podía tener razón de ser para reponer agua a las vaporeras.
A lo lejos, Totoralejos
Al acercarnos la sorpresa fue mayúscula: además de la estación en ruinas observamos cuatro enormes construcciones abandonadas y al acercarnos notamos que se trataban de viviendas colectivas. No había indicios de actividad alguna que pudiera requerir tanta gente viviendo allí y nos quedó la intriga.
Estación TotoralejosTotoralejos por la ventanaTotoralejos por la ventana
Recorrimos todas la zona prolijamente y no arribamos a ninguna conclusión que justifique el porqué de ese pequeño pueblo: no hay vestigios de galpones ferroviarios (¿talleres?), ni de instalaciones salineras y como lugar para vivir ni siquiera se lo puede pensar por lo que se capta a simple vista.
Barrio de viviendasViviendasViviendas Otro edificio vandalizadoMas construcciones abandonadas
Al regreso en casa, navegando por Internet, nos enteramos que efectivamente además de usarse como parada para recargar agua a las vaporeras (que se almacenaba en vagones tanque que se traían de otro lado ya que no hay agua en el paraje), existían talleres ferroviarios y se usaba como campamento de vía y obras, donde vivían unas 20 personas.
Un aljibeSemblanzas de la soledadDesolaciónAbandono
Les dejo un artículo muy interesante de la Voz del Interior con el testimonio del último habitante, Miguel Palacios, que desafortunadamente no tuvimos oportunidad de conocer personalmente:
La traza de la antigua RN60 antes pasaba al oeste de las vías y decidimos seguirla para ver si llegábamos hasta Recreo.
Ancha y consolidada se desarrolla en el medio dela salina pero a medida que nos alejábamos del caserío su estado empeoraba, como si la salina se la estuviese tragando.
Una alcantarilla destruida por un cruce de agua nos frenó en seco al comprobar la poca consistencia del piso. Estando solos y sin nada de donde agarrarnos con el malacate, decidimos desandar el camino y volver al asfalto por donde habíamos entrado.
Un zanja enel camino con piso muy flojoAtardecer sobre las salinas
Al cruzar el límite con Catamarca, consultamos al policía que nos detuvo a pedir documentación por las posibilidades de cruzar las Salinas Grandes por el medio y muy seguro nos dijo:
– Ni se les ocurra. Los últimos días varios incautos quisieron hacerlos y los tractores los están esperando para cobrarles tres o cuatro lucas por sacarlos (1 USD=17 pesos en ese momento)
Lo que no sabía el buen hombre es que con ese discurso nos había terminado de clavar la espina para intentar cruzarla como sea.
Llegamos a Recreo antes que el resto y nos ocupamos de alojarnos en el único lugar decente que encontramos, la hostería Recreo frente a la ruta, donde nos pudimos acomodar casi todos. Pablo y Julio, que venían algo demorados, al final se quedaron en Chamical para encontrarnos el domingo a la mañana en la entrada a la salina, sobre la RN60.
Hostería Recreo
La cena en un boliche frente a la plaza de Recreo estuvo espectacular con el agregado que el divertido dueño del boliche nos toreó toda la noche con que nos pagaba un chivo la noche siguiente si lográbamos cruzar la salina por donde le dijimos.
No es que no nos tenía fe, sino que calculó que no íbamos a desandar 200 kilómetros para cobrarle la apuesta. Pícaro el hombre…
Un viaje a una zona muy poco conocida del norte cordobés y del sur riojano realizado hace seis años, cuya narración quedó postergada hasta hoy. Veremos que me acuerdo todavía…
Siendo pleno invierno, medios viejos que ya estamos, esta vez no le apuntamos ni a la cordillera ni a la Patagonia. No es que el frío haga mella en nuestro ánimo pero…
Eduardo Cinícola, que fue el promotor de este viaje, nos había propuesto un “cálido y placentero” paseo por los Médanos de ENCÓN, un cruce oeste- este de la zona de Guayaguas, para adentrarnos en las Salinas de Mascasín y en los Médanos Negros que la circundan, un enlace de trifinios (límites provinciales de a tres en Pampa de las Salinas, El Cadillo y Salinas Grandes) y un cruce de sur-norte de estas últimas buscando un perdido Mojón del Monte Negro para terminar con un paseo por los pueblos de El Alto de Catamarca.
La cuestión que Eduardo se bajó de la expedición y nos pasó el mando a los sureños Claudio Guanciarossa, Pablo Anastasio y yo, con lo cual sólo para contradecirlo, le cambiamos casi todo el recorrido, quitando algunas partes y agregando otras nuevas.
Así que decidimos entrarle primero a cruzar las Salinas Grandes con su trifinio y su Mojón del Monte Negro, recorrer las ignotas Sierra de Serrezuela y Guasapampa en Córdoba, para luego dirigirnos a Olta y de allí incursionar por las Sierras de Tuani con rumbo sur a Chepes. Posteriormente nos meteríamos en Médanos Negros y Mascasín para finalizar en Guayaguas a la búsqueda de una “famosa” Roca Parada que habíamos visualizado muy de lejos en otra expedición y que el inefable y querido motoquero Néstor Queralt nos refriega frente a las narices cada vez que puede…
Tan buena resultó la propuesta que Eduardo al final se volvió a subir a la expedición: no se podía perder tantos lugares novedosos.
La lista de participantes siempre fue larga desde el principio y después de las habituales subidas y bajadas, quedó la friolera de siete chatas, cantidad medio grande para andar por zonas que presumíamos en su mayoría llenas de tranqueras y propiedades privadas.
Pero a sabiendas que la unión hace la fuerza, sobre todo porque con más chatas hay más chances de comer y beber mejor, quedamos en encontrarnos el sábado a la noche en Recreo para dar inicio al periplo.
En realidad esta vez tenía la intención de viajar solo en la Pampa 02 para vivir de la experiencia «alone» pero sobre el final, recibí el generoso ofrecimiento de Claudio de ocupar la butaca derecha de la Babosa y no pude negarme, así que anclé a Pampa 02 en el garaje para que no se me venga sola a la travesía…
Los participantes fuimos:
Denis Garione y Eduardo Cinícola en la legendaria TLC negra
Hugo Berry Rhys y Rodolfo en la inmortal SW4 gris
Jorge García con Nacho Tirrito en la SW4 ex Nacho
Johan Arndt y Cristian en la SW4, la del freno con clavito
Pablo Anastasio y Marisa en la Costurera II
Julio Sastre y Sonia en inmaculada Sw4, lista para vegetación espinosa
Claudio Guanciarossa y el que suscribe en la Discovery Babosa
Les adelanto un puñado de fotos de lo que les voy a contar en sucesivas entregas: