Salimos bien temprano de Estancia Suyai, sin saber muy bien todavía dónde sería el lugar adecuado para ver el eclipse.
El plan original que era ir a verlo en algún sitio de la línea de máximo oscurecimiento que corría aproximadamente entre Las Horquetas y San Julián, idealmente cerca de la estancia La María donde existen pinturas rupestres muy importantes; esta posibilidad se nos había diluido completamente ya que todos los pronósticos indicaban nubosidades entre el 60 y el 80% en esa zona y con estos números era un pecado haber hecho tantos kilómetros para no ver el eclipse.
Felizmente, los mismos pronósticos mostraban que más al norte, sacrificando un poco el porcentaje de oscurecimiento, la nubosidad bajaba hasta ser casi cero en Perito Moreno, límite para poder ver el anillo aunque sea un poco descentrado.
Nos encontramos de nuevo con el grupo en Lago Posadas y decidimos corrernos hasta Bajo Caracoles y allí decidir adonde dirigirnos. Ernesto había conseguido reparar a nuevo el tensor de la suspensión trasera y estaba otra vez en carrera.
Antes de salir nos anoticiamos que muy cerca del pueblo existían unas pinturas rupestres que podrían suplantar las que no veríamos en La María.
Recorrimos una precaria huella sin señalizar que arranca enseguida a la salida del pueblo hasta encontrar un imponente paredón donde dejamos las chatas y caminamos poco más de un kilómetro hasta ubicar la zona que nos habían informado. Costó encontrarlas pero al final lo logramos y valió la pena.
No son tantas como en la Cueva de las Manos pero hay una variedad interesante de formas y dibujos. desde el lugar se tiene una vista imponente del pueblo y del lago Posadas. La galería que sigue permite apreciar la afirmación anterior.
Cumplida esta misión nos dirigimos a Bajo Caracoles, donde Guillermo y Elcira nos esperaban con su motorhome. Antes de mediodía nos encontramos con ellos con lo cual el nutrido grupo de eclipsados se completó.
Los típicos surtidores de Bajo caracoles
La novedad fue que contaban con una antena de Starlink, con lo cual teníamos acceso a Internet y podíamos tener datos online de la nubosidad.
Se confirmó que ir hacia el sur no era conveniente pero moviéndose un poco al norte había grandes probabilidades de éxito. La opción de la estancia La Vizcaína, que habíamos investigado ayer, se abrió como la mejor oportunidad ya que nos ponía en un sitio donde era posible ver el anillo con suficiente claridad.
Banda de visualización del eclipse: la línea central era el mejor lugar; finalmente lo vimos en el centro de la banda superior, cerca de la RN40
La caravana partió rauda hacia allí con el objeto de esperar el eclipse y de paso disfrutar de alguna de las comidas gourmet que Hugo había traído, tal como es su costumbre habitual.
Los fideos de Hugo, antesala del eclipse
Nos encontramos con Pedro, el dueño de la estancia, que estaba trabajando y salía para recorrer el campo y nos permitió establecernos al costado el casco al reparo del viento incesante.
Primero disfrutamos de un exquisito almuerzo con fideos y salsa boloñesa y después nos dispusimos a esperar el inicio del eclipse con máscaras de soldar, anteojos, trípodes y demás adminículos que cada uno había dispuesto al efecto.
Antesala del eclipseEl cielo se preparaba para el espectáculoTodo era «raro»Esperando el eclipsePrimeros escarceos de pruebaConcentrados mirando el espectáculoMuy felices de presenciar este evento inusual
A eso de las 16:30, a través de los filtros empezamos a ver como la luna empezaba a tapar al sol desde abajo hacia arriba. Lentamente lo fue cubriendo y a las 17:40 se pudo ver el espectacular delgado anillo concéntrico que buscábamos.
Si bien no se oscureció el día totalmente como si nos ocurrió en casos anteriores (La Rioja 2018 y Rio Negro 2021), se notó claramente la rara luminosidad que caracteriza a los eclipses, que genera esas extrañas sensaciones en quienes tuvimos la suerte de presenciarlos. La misión se había cumplido exitosamente!
El ciclo se completó unos 50 minutos después cuando la luna descubrió nuevamente el sol y todo volvió a la normalidad. Las siguiente secuencia de fotos muestra cómo fue evolucionando:
Lo novedoso fue que al tener Starlink, transmitimos en vivo el eclipse a todos nuestros amigos gracias al servicio generosamente prestado por Guillermo y Elcira 🙂
El grupo d e felices eclipsados
Levantamos campamento pero no pudimos despedirnos de Pedro y agradecerle su generosidad, pero le dejamos unas botellitas que seguro va a disfrutar…
En 2048 habrá otro eclipse del mismo tipo en esta misma zona, así que si llegamos vivos habrá otra oportunidad :). Por nuestra parte Adriana y yo tendremos apenas 89…
Nos quedaban unos días más en un itinerario que se había modificado debido a la nubosidad: el regreso por la costa había sido descartado, así que decidimos volver atrás y aprovechar para visitar el remoto pueblo de Buen Pasto y explorar la enigmática ruta P23 de Chubut, además de alguna otra sorpresa. Siempre guardo un as en la manga…
Terminamos yendo a dormir a la localidad de Rio Mayo, después de reservar hotel desde el medio de la nada gracias a Starlink.
Mañana sería el turno de conocer el postergado Buen Pasto
PERITO MORENO – ESTANCIA LA VIZCAINA – RP 105 – RP41 – PASO ROBALLOS – LAGO PUEYRREDÓN – ESTANCIA SUYAI – LAGO POSADAS
Recorrido del día
Con la incorporación de Adriana y Ernesto, la caravana de los eclipsados ya contaba con cinco vehículos, que partieron todos juntos hacia el sur con la idea de llegar a Lago Posadas, desde dónde en función de la nubosidad del día siguiente decidiríamos adonde dirigirnos.
El día sería un tranquilo paseo por los alucinantes paisajes que siempre depara la RP41 y de algún modo «descansar» del trajín de los días anteriores, ya que acumulábamos cerca de 3000 km en tres días.
RN40 hacia el sur, disfrutando de los paisajes coloridos del Río Pinturas hasta que pensando en las alternativas para el eclipse, entramos a preguntar si podríamos verlo dentro de la estancia La Vizcaína, donde alguna vez conocí al propietario y tiene buenos lugares para acceder a la meseta del lago Buenos Aires. Se acordó de los locos confluencieros del 2008 cuando hicimos LATITUD 48 y nos dijo que no tenía problemas en recibirnos. Ya teníamos reserva en ese lugar si hacía falta!
Pocos kilómetros después dejamos la RN40 y nos adentramos en la RP105, que te conduce por primero por paisajes de estepa, hasta encontrar el inmenso y aislado lago Ghío. donde las montañas hacen su aparición como prólogo del Paso Roballos.
La cantidad de nutridas manadas de guanacos en esta ruta es increíble. En todas las rutas patagónicas cruzar guanacos es algo común peronunca había visto tantos juntos.
Sólo en una manada que se nos cruzó contamos más de 100 ejemplares; seguramente la cercanía del Parque Nacional Patagonia, donde se encuentran protegidos, es un fuente inagotable de reproducción únicamente amenazada por la presencia de pumas, que indudablemente no alcanzan a balancear el número o tal vez se ocupan de las ovejas que son más fáciles de cazar.
Increíble manada de guanacos
El lago Ghío nos cautiva con su color turquesa y su vasta extensión a lo largo de la RP105. A medida que nos acercamos a la exquisita RP41, los paisajes se tornan aún más hermosos.
Llegando al lago GhíoLlegando al lago GhíoLlegando al lago GhíoMás lago GhíoMás lago GhíoBordeando el sur de la meseta del Buenos AiresBordeando el sur de la meseta del Buenos AiresPaisajes de la RP105 antes de RP41Paisajes de la RP105 antes de RP41
En el cruce de ambas rutas, nos reagrupamos y descubrimos que Ernesto tenía roto un tensor de la suspensión trasera. Aunque podía continuar, recomendamos que se dirigiera lentamente hacia Lago Posadas para repararlo y evitar riesgos. El resto del grupo seguiría hacia Paso Roballos y, posiblemente, subiríamos a la parte alta de la RP41 para experimentar la nieve que, en esta época del año, suele bloquear el camino. Sería la excusa perfecta para disfrutar de los paisajes de esta ruta escénica sin igual.
Parada en cruce de RP105 y RP41
Efectivamente, llegamos hasta el Paso Internacional y en el regreso, cruzamos el río Roballos e iniciamos el ascenso. El clima, que había estado soleado, cambió repentinamente a nublado, comenzando con lloviznas y luego con aguanieve. No se veían huellas previas en el camino, señal de que nadie había pasado antes. La nieve acumulada desde el invierno se hizo presente a partir de los 1000 metros sobre el nivel del mar, y los bancos de nieve eran cada vez más grandes hasta que, al alcanzar los 1250 metros, ya no era seguro continuar sin asumir riesgos. Nos volvimos satisfechos.
RP41 al sur de RoballosRP41 al sur de RoballosRP41 al sur de RoballosPaso RoballosRP41 al norte de RoballosNieve a los 1000 msnm en RP41Planchones impasables a 1250 msnm en Rp41
Al descender, el clima volvió a cambiar y ahora fue el momento de las buenas fotos con el paisaje soleado.
Cordillera nevada
Borde sur de meseta del lago Buenos Aires
Borde sur de meseta del Buenos Aires
Borde sur de meseta del Buenos Aires
Borde sur de meseta del Buenos Aires
Maravilloso paisaje
Supremo!
Lagunas cordilleranas
Flamencos
Laguna cerca de Roballos
Laguna cerca de Roballos
Laguna cerca de Roballos
la sorpresa fue un tremendo arco iris en el medio de las montañas que nos cautivó. Un regalo inesperado de la naturaleza.
Arco Iris entre montañasArco iris entre montañas
No estábamos lejos de Lago Posadas y era temprano, así que optamos por la senda que te conduce directamente al istmo que separa el lago Posadas del Pueyrredón. Es una huella muy angosta y zigzagueante y muy entretenida que vale la pena hacer. El día se había vuelto soleado de nuevo.
Hermosa huella al Istmo entre el Posadas y el PueyrredónA lo lejos el istmoEl Posadas a la izquierda, el Pueyrredón a la derecha
Al llegar a La Angostura, nos dividimos. Adriana y yo habíamos tomado el compromiso de visitar a nuestros amigos de Suyai y eventualmente nos quedaríamos allí; los demás siguieron a Lago Posadas, donde tenían reserva de alojamiento y de paso se encontrarían con Ernesto. para ver si había solucionado su problema.
Quedamos en encontrarnos en Lago Posadas en la estación de Servicio a las 8:30 para decidir dónde veríamos el eclipse. Aquellos que se dirigieron directamente a Lago Posadas no pudieron resistirse a visitar el Arco de Piedra.
Antesala del Arco de PiedraEl Arco de Piedra
Aquellos que se dirigieron directamente a Lago Posadas no pudieron resistirse a visitar el Arco de Piedra; mientras tanto, nosotros optamos por quedarnos en Suyai, deleitándonos con un atardecer de ensueño y nos libramos de montar la carpa al encontrar justo un dormi disponible.
Rumbo al río OroPuente sobre el río OroLlegando a Suyai
Fue un placer reencontrarnos con Roberto y su esposa, quienes, como siempre, nos brindaron momentos muy agradables de conversación. Siempre sentimos la necesidad de regresar a Suyai, otro de mis rincones favoritos en el mundo.
Atardecer espectacular en SuyaiLago Pueyrredón en SuyaiCamping en SuyaiCamping en Suyai
Aprovechando que teníamos internet estuvimos viendo adonde nos dirigiríamos mañana para ver el eclipse ya que por todos lados el pronóstico indicaba alta nubosidad, especialmente más al sur donde el oscurecimiento era máximo.
Nos levantamos temprano porque podríamos tener un largo día con complicaciones (lo que se cumplió) y entonces para las 8:30 estuvimos en orden de marcha. Esperábamos encontrar algo de barro en la RP93 porque la playa de la estación de servicio apareció toda encharcada y pensábamos esa podría ser la primera dificultad.
YPF Fitz Roy después de una noche lluviosaCalles de Fitz Roy
Siguiendo un tramo de la RN3 hacia el sur, tal como lo señalaba el GPS, tomamos la RP93 a través de una tranquera, la primera de muchas por abrir.
El inicio de la RP93
Aunque había llovido a unos 30 kilómetros al norte durante la noche en Fitz Roy, aquí solo quedaban rastros de una ligera garúa, lo que dejaba a nuestras huellas como las únicas visibles. Por lo menos, sabíamos que éramos los primeros en pasar ese día.
RP 93RP 93Un alto en la RP 93 para desinflar neumáticos
El primer tramo discurre por una extensión muy plana llamada Pampa del Tongoril y luego comienza a internarse por cañadones donde se encuentran escondidos cascos de estancias, a reparo del viento que aquí es amo y señor.
Pampa del Tongoril a fullUna de las estancias que atravesamos
Cruzamos varios de ellos pero a medida que avanzábamos la calidad de la ruta se iba degradando hasta convertirse en una sendero precario y muy poco transitado, atravesado por cauces temporarios que lo deterioran permanentemente.
RP93 casi desaparecidaRP93 algo degradada
Esta ruta es rara vez transitada por turistas, ya que si bien conduce a través de un camino largo, agreste e incierto hacia el Bosque Petrificado de Jaramillo, al existir un acceso más directo y civilizado y directo por la RP49b, los turistas optan por este último.
Por lo tanto, su uso se restringe principalmente para llegar a las estancias y fue temporalmente transitada durante la construcción de la línea eléctrica de 500 kV cercana, evidencia de ello son los caminos secundarios que aún subsisten para acceder a cada torre, semejantes a cicatrices que se resisten a desaparecer.
¿Quienes se le animan? Nosotros!
La LEAT de 500 kV tendida en la luna…
Casi llegando a la RP49, un gran cauce de un rio seco había destrozado lo que quedaba de la RP93 y tuvimos que ingeniarnos un poco para atravesarlo, pero sin esfuerzos extraordinarios. Los paisajes empiezan a convertirse en alucinantes.
Una laguna fruto de las últimas nieves y lluviasUn alto en el caminoLas típicas mesetas de la zona del valle del Deseado, los picos truncadosMontaña multicolores
Ya en la RP49b, acceso natural al Bosque Petrificado de Jaramillo, nos encontramos con una perfecta ruta ripiada hasta el lugar donde están los guardaparques, en el acceso a la extensa Laguna del Bajo Grande, cementerio de los enormes troncos convertidos en piedra.
RP49bRP49bMás RP49bLlegando al Parque NacionalLa portada del Parque es impresionanteVolcán Madre e Hija, dominador del escenario
Por supuesto, nos detuvimos a conversar con el guardaparque, que nos impartió la charla introductoria y después fuimos a recorrer a pie el sendero que te conduce a la contemplación de los grandes troncos pétreos.
Centro de Visitantes del ParqueIngenioso cartel con paisaje enmarcado
Adriana y yo conocemos el lugar desde 2006, pero siempre es agradable redescubrir estas cosas. Es ciertamente extraño pensar que hubo un bosque tropical en esta área, pero las evidencias son irrefutables.
Original marco para el Volcán Madre e HijaImpresionante tronco casi enteroNo quiero imaginar la motosierra. (de widia)….Troncos pétreos por doquierDos grandes: Claudio y el tronco de alrededor de 3 m de diámetroCasi se pueden ver los anillosHasta que no los tocás parecen de madera realRecorredores del sendero del parque
Hay que tener en cuenta que sólo se puede acceder a una pequeña porción del parque a través de este sendero pero que el área protegida total es muy extensa y de momento es intangible. Según el guardaparque hay lugares donde se pueden encontrar hasta hojas petrificadas…
Otra vez se presenta la paradoja de vedar el acceso a todos para cuidarlo para las generaciones futuras que tampoco nunca lo van a poder ver, según este particular criterio conservacionista.
Toda esta gran depresión, el bajo de la Laguna Grande, que de vez en cuando se inunda, está dominado por el curioso cerro Madre e Hija, que hace las veces de guardián omnipresente de la zona.
Volcán Madre e Hija, también llamado HorquetaTodo dichoBajo de la laguna Grande
Continuamos por la RP49b hacia el oeste con el objeto de salir a la RP12, pero a partir de aquí, si bien no es mala, no tiene el cuidado y mantenimiento del tramo entre la RN3 y el parque.
Realmente esperábamos algo mucho más áspero, ya que recordaba haber visto un cartel en la RP12 donde alertaba la peligrosidad del camino por curvas y fuertes pendientes además de la recomendación «SOLO 4×4». Nada que ver, cualquier vehículo alto lo puede transitar con precauciones normales.
Se trata de un típico camino secundario patagónico que primero asciende hasta salir del bajo, proporcionando una hermosa vista del parque hacia el este y luego transita entre pequeñas pampas y cañadones accediendo a distintas estancias, mientras manadas de guanacos se cruzan permanente y peligrosamente ante nosotros.
Llegamos a la RP12 completando el tramo b de la RP49; ahora subimos unos kilómetros hacia el norte con el objetivo de encarar el desconocido tramo c de la RP49 y de ese modo, unir la RP12 con la RP39.
Este tramo de 138 km no está en los mapas de la AVP aunque figura en el nomenclador vial con 74 km sin abrir. Por supuesto lo revisamos en las satelitales y la huella era visible en todo su recorrido y atravesaba a priori zonas muy interesantes con foco en la meseta El Pedrero; lo que no habíamos podido determinar era si las tranqueras tendrían candados y en que estado se encontraría la traza después del crudo invierno de 2024 con sus pesadas nevadas y posteriores deshielos. Pero, como buenos exploradores que somos, la íbamos a intentar de todos modos.
La inexistente RP49c entre RP12 y RP39
En el arranque, en la intersección de la RP12 y la 49c, casi fracasamos sin recorrer un solo metro: una tranquera con candado impedía el paso pero lo que había después era una ruta recién construida, bien enripiada y hasta con guardarraíles nuevitos: raro.
Tranquera y candado en el arranque de la RP49 c
A simple vista, a unos 1000 metros se veía la estancia La Huella. Claudio y yo pateamos hasta allí para ver qué onda: No había nadie, ni siquiera perros aunque no lucía abandonada del todo.
Casi rendidos, se nos ocurrió recorrer los alambrados sobre la RP12 y a unos cientos de metros al sur encontramos una huella que permitía esquivar la tranquera sin romper nada.
Tal vez no era la mejor decisión teniendo por delante 138 km pero las ganas pudieron más y pisamos el inicio de la RP49c obviando la tranquera.
Los primeros diez kilómetros, como ya les expresé eran los de un ruta moderna recién abierta y en excelentes condiciones como esperando la inauguración pero paulatinamente se fue degradando a una huella de un solo carril, casi sin tránsito. Lo bueno era que se sucedieron multitud de tranqueras sin candado, lo que nos volvió optimistas respecto al futuro.
Inicio de la RP49c, bien ripiada y con guardarraílesSeguía así por varios kilómetrosMas adelante empezaba a desdibujarse…adentrándose en interesantes geografías
Lenta pero firmemente nos íbamos adentrando en geografías cada vez más interesantes y cambiantes ya que el precario sendero se desarrollaba zigzagueante por cañadones, esquivando pequeñas montañas de formas llamativas.
El plan era avanzar hasta un rato antes de anochecer y acampar en algún lugar remoto en el medio de la nada porque a ese ritmo no íbamos poder llegar a Bajo Caracoles ó Lago Posadas. Se preveía una noche de campamento con algunos grados bajo cero pero veníamos preparados.
Sin embargo, sucedió lo inesperado: después de casi 60 km, casi la mitad del recorrido, una tranquera con candado y un nuevo y tenso alambrado nos cortó la ilusión. Teníamos marcada en el mapa la estancia Cerro Argentino a unos cinco kilómetros más adelante pero siendo las 17:30, no era viable hacer esa caminata con resultado incierto.
Punto final… 🙁
¡Cómo extrañamos no haber llevado una bicicleta para poder hacer el intento!
Con la cola entre las patas, tuvimos que abortar el intento justo donde la huella prometía lugares impactantes. Pusimos en marcha el plan B, que era retomar la RP12 hasta Pico Truncado y de allí la RP43 hasta Perito Moreno.
Esto, si bien era más aburrido y cansador, no alteraba los planes del día siguiente, que eran llegarnos hasta Lago Posadas vía Paso Roballos.
Por otro lado, nos brindaba la oportunidad de deleitarnos con los paisajes asombrosos que revela la RP12 en esa región, cerca del desolado Puesto Policial Las Sierras. Al observar las geoformas multicolores, resulta sencillo visualizar castillos y palacios como los de los cuentos infantiles.
Estaba bastante despareja la RP12 al atravesar el valle del río Deseado pero llegamos sin problemas hasta Pico Truncado, desde donde hicimos las reservas de alojamiento en Perito Moreno, donde llegamos cerca de las 22:30.
En Perito Moreno estaban también Adriana y Ernesto, que habían sufrido una fuerte nevada (¿?) sobre la RN3 después de Garayalde y tuvieron que chapalear barro en la RP37 para llegar a Pampa del Castillo.
Ernesto chapaleando barro en RP37 de Chubut
Cena rápida en el mismo hotel y a dormir para encarar el día siguiente, que sin bien era un tranquilo enlace, empezaba la preocupación por acertar donde habría poca nubosidad en los cielos para observar el eclipse.