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Categoría: Travesias Grosas (Página 3 de 5)

DOS DÍAS EN LAGO VINTTER

<< SIERRA GRANDE, RIO PICO, LAGO TRES

08 y 09 de enero de 2024

Después de dos intensos días de viaje, nos merecíamos una pausa. Años atrás habíamos acampado en forma libre en las costas del lago Vintter y guardábamos un grato recuerdo del lugar pero sabíamos que ahora, como viene ocurriendo sistemáticamente, todos estos sitios se van cerrando con tranqueras y alambrados.

Es frustrante no poder acceder pero de algún modo hay que ponerse en lugar de los propietarios que muchas veces se ven invadidos por gente que no toma los recaudos mínimos para respetar la naturaleza de esos sitios y los obligan a que nos veden el acceso a todos: basura, fuegos mal apagados, cortar leñas de arboles vivos, molestar a los animales, etc.

En mi larga experiencia de años descubriendo lugares poco transitados creo que nunca tuve problemas para ingresar a ninguno pero si los tuve cuando comenzaron a popularizarse. Así pagan justos por pecadores y lamentablemente esto no tiene marcha atrás, una verdadera pena.

Salimos del lago Tres por la RP44 y más allá de las hermosos paisajes con plantaciones de pinos que ya conocíamos, nos sorprendió la cantidad de nieve en las montañas, más propia de fines de primavera que de entrado el verano. Por el camino de acceso confirmamos la presencia de los nuevos alambrados que impiden llegar al lago libremente.

La cuestión que sabiendo esto de antemano, habíamos averiguado opciones y recalamos en Cabañas Nikita, que posee algunas espectaculares parcelas para acampar en el medio del bosque de lengas y ñires, con un pabellón común con baños y duchas de agua caliente, un refugio techado y un fogón leña por parcela. Sin embargo lo mejor es la atención de la señora Gretel y de las hermanos Sergio («Pelado») y Fernando con sus esposas que te hacen sentir como en casa, con su cálida atención personalizada.

Les recomiendo visitar el sitio https://nikitalagovintter.com , donde podrán leer la interesante historia de Nikita y Gretel, matrimonio fundador de este paradisíaco lugar andino.

Originalmente era un lugar casi exclusivo de pescadores, pero con el correr del tiempo también se ha convertido en un excelente lugar para acampantes sin caña de pescar. Adriana y yo somos de esta clase de visitantes aunque debo reconocer que de origen fui pescador, lo que fue devorado por mi pasión por viajar y conocer, cuando me subí a un todo terreno, hace más 20 años.

Decidimos quedarnos un par de días, en lo posible sin mover la chata y aprovechamos para usar la vieja carpa doble para cuatro que usábamos cuando los chicos nos acompañaban: una suite en el bosque. Muchos años sin salir de su bolsa, merecía volver a ver la luz en un lugar como éste.

Como dije, el primer día fue de completo relax, dedicándonos a la lectura y a breves paseos por el bosque y la costa del lago.

El segundo día fue más intenso, ya que después de escuchar al «Pelado», nos envalentonó para hacer un trekking de unos 10 km al cerro El Riñón, la mayor parte por una empinada huella para vehículos dentro del denso bosque andino, lo cual parecía sencillo, pero las larguísimas pendientes continuas, ideales para los vehículos cansan unos músculos a la subida y te destrozan otros y las uñas de los pies a la bajada, frenando constantemente. Por senderos de trekking suele haber subidas más abruptas y cortas pero estas largas subidas sin fin te destruyen mentalmente porque parecen interminables.

El entorno es paradisíaco, la densa vegetación y los frescos arroyo de agua cristalina se disfrutan a cada paso y aunque agotador, el esfuerzo por recorrerlo es placentero.

Si bien es una huella automotor, es bastante estrecha y acechada por la vegetación por lo que para hacer con un vehículo hay que estar dispuesto a rayarlo un poco. Fue buena decisión no asomar a Pampa 03 aquí ya que no hubiera podido sustraerme a recorrerla y por otra parte, tampoco hubiera podido darla vuelta fácilmente una vez que la embocase; la parte final se vuelve embarrada y muy empinada, sin duda esto es para Pampa 02…

No obstante, como sarna con gusto no pica, llegamos casi hasta el final de la huella vehicular donde desde un mirador natural se tiene una espectacular vista casi 360° del lago y todas las boscosas laderas que lo circundan.

No seguimos hacia la cumbre de El Riñón porque la verdad no nos daba el cuero, pero indudablemente habrá otra vez en el futuro.

Cansados y felices, retornamos al campamento, donde nos dedicamos a descansar y a preparar el fogón para cocinar unos riquísimos penne rigate con tuco al disco.

La mañana del miércoles siguiente amaneció muy fría y desarmamos prolijamente el campamento para seguir con nuestra gira, que terminaría siendo mágica y misteriosa.

Cabañas Nikita, volveremos!

Seguimos con rumbo norte a la RP17 y a la huella de los Rifleros

SIERRA GRANDE, LA VIEJA RN 25 y RIO PICO

6 de enero de 2024

<< Introducción al viaje

Salimos temprano desde casa con rumbo sur con la idea de hacer poco más de 1000 km en el día apuntando a San Antonio Oeste o General Conesa.

Para variar un poco en lugar de usar las tradicionales RN 3 y RN 51 pasando por Bahía Blanca, innovamos por La Pampa, tomando la RN 35 y la RN 154 hasta La Adela; es un poco más largo (no mucho) pero realmente es muchísimo más tranquilo y descansado. Buena opción.

Este alargue terminó siendo un atajo temporal, ya que sin mucho esfuerzo nos llegamos hasta Sierra Grande, donde el hotel homónimo es una muy buena posibilidad ya que lo modernizaron un poco y no es muy caro.

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7 de enero de 2024

Siempre que pasé por Sierra Grande solamente había parado a dormir o a cargar combustible sin apartarme de la ruta. Nunca se me había ocurrido darme una vueltita por dentro el pueblo en la creencia que luego de su extinguido esplendor minero de HIPASAM era un pueblo desierto que no valía pena visitar.

Esta vez, tempranito a la mañana, después de desayunar y antes de retomar la ruta nos asomamos a su interior. Y fue una grata sorpresa porque lejos de parecer un pueblo abandonado parece tener algo de actividad y se lo ve bastante cuidado para lo que me esperaba.

No sé cual es su actividad actual pero evidentemente algo lo mueve. Tal vez el turismo de Playas Doradas o el turismo minero.

La idea era llegar a Rio Pico, donde un viejo compañero de aventuras nos iba a estar esperando con un motorhome para al menos compartir unos vinitos.

El camino era conocido: RN3, RN25, RP63, RN40 y R19 y como nos sobraba el tiempo para llegar a la tardecita como planeado, al pasar Las Plumas nos internamos al pasado por un desvío que se descuelga hacia el sur.

Todo aquél enamorado de la Patagonia que pudo recorrer la escénica ruta nacional 25 que atraviesa Chubut de este a oeste corriendo a la par del río Chubut pasando por Las Plumas, Los Altares y Paso de Indios se debe este desvío para conocer la vieja ruta que en lugar de acompañar al rio se adentraba  en la colorida estepa patagónica y atravesaba la ignota Sierra de los Guanacos.

La ruta aún existe y se la ha renombrado como ruta provincial 53 y les informo que está en muy buen estado y que aún conserva los típicos mojones de hormigón de las rutas nacionales que ya no se usan más.

A poco de dejar Las Plumas, un desvío a la izquierda señalizado con rumbo a El Sombrero te introduce de lleno en un típico paisaje patagónico como se solía ver hace 30 o 40 años cuando el asfalto era una rareza. Una cinta de ripio en muy buenas condiciones, serpenteante en el plano horizontal y vertical te muestra porque la modernidad esquivó esta traza, pero te proporciona el placer de manejar en solitario disfrutando de paisajes lunares.

Al atravesar la Sierra de los Guancos te eleva por una simpática cuesta  a 1000 metros de altura y te permite ver los amplios horizontes que delimitan la meseta de Canquel por el este. Pura Patagonia para fanáticos.

Un sinnúmero de vados secos te avisan que la debés evitar sí estuvo lloviendo y que tenés que tener cuidado de no comerte alguna “cortada” si pasás después de una lluvia reciente. Son los únicos recaudos que hay que tomar si decidís encarar este pequeña aventura de 150 km que te devuelve al asfalto en Paso de Indios.

En una de mis anteriores expediciones a la zona, tuvimos que salir bajo una terrible lluvia y si bien renegamos un poco, reconozco que nunca me había divertido tanto manejando en el resbaloso barro colorado de esta ruta.

En Paso de Indios retomamos la nueva traza y sin inconvenientes llegamos a Rio Pico, donde sin muchos inconvenientes encontramos a nuestro amigo Claudio y su esposa Gabriela, esperándonos para matear en la plaza del pueblo.

De allí decidimos acercarnos al Lago Tres, donde sabíamos del camping municipal «Arco Iris» que nos había acogido en el pasado con buenos sitios de acampe.

Armamos campamento, disfrutamos de una hermosa y extensa charla con nuestros amigos mientras picamos algo en los refugios que cada sitio dispone y nos fuimos a dormir con el deber cumplido.

Por la mañana, la belleza del lago Tres nos permitió sacar unas muy buenas fotos y luego levantamos campamento, nosotros partimos con rumbo al lago Vintter y Claudio con rumbo sur ya que seguirían hacia El Chaltén.

Nos vemos en LAGO VINTTER >>

VIAJE RELAMPAGO AL SUR

6 al 14 de Enero de 2024

Mis vacaciones formales pedidas con tiempo están previstas para marzo, pero un inesperado hueco en el trabajo me «obligó» a tomarme una semanita extra en enero. No tenía nada pensado especialmente ya que fue de improviso, así que pusimos rumbo a mi querida Patagonia sin muchos planes a hacer uno de esos intensos viajes relámpago (literalmente) que me caracterizan.

Pampa 03 tenía que empezar a sentir el rigor y convertirse en un correcaminos, como debe ser.

En el mapita pueden apreciar el recorrido que hicimos, donde en cada uno de esos puntos rojos tengo cosas para contarles de lugares invisibles para el turismo masivo con interesantes historias.

Sólo como anticipo les «resumo»: salimos de casa y dormimos en Sierra Grande, recreamos la vieja traza de la RN25, pasamos por Río Pico, acampamos tres noches en los lagos 3 y Vintter, descubrimos la bonita RP17 entre Corcovado y Tecka, conocimos la parte oculta de la Huella de los Rifleros, recorrimos por dentro toda la caldera de Piedra Parada, acampamos a orillas del río Chubut, nos caminamos todo el Cañadón de la Buitrera, pasamos por Paso del Sapo y Gastre, nos arriesgamos a una tortuosa y desconocida huella desde Gastre a El Caín, conociendo lo que queda de la mina Angela y marcando una confluencia, acampamos en plena meseta de Somuncurá bajo una fuerte tormenta de rayos y truenos, visitamos las estaciones Teniente Maza, Musters y Pajalta del Tren Patagónico, nos asombramos con la mina Gonzalito, descansamos en San Antonio Oeste, hilvanamos tres estaciones más del Patagónico de muy difícil acceso: Vicealmirante O´Çonnor, Liborio Bernal y General Nicolas Palacios y por último también visitamos las estaciones de Cardenal Cagliero, Desvío Salinera, José B. Casas y la sorprendente Stroeder. Finalmente nos alojamos en Coronel Pringles para volver a casa el día siguiente.

Intenso para sólo nueve días, no?

Pronto empieza la saga de blogs donde les cuento los detalles, por ahora les muestro un breve álbum de fotos.

SIERRA GRANDE, EX RN25 y RIO PICO

LAGO VINTTER

LAGOS ENGAÑO y GUACHO, RP17 y HUELLA DE LOS RIFLEROS

LA CALDERA DE PIEDRA PARADA

CAÑADÓN DE LA BUITRERA

DE PASO DEL SAPO A SOMUNCURÁ

TRES ESTACIONES DEL PATAGONICO EN LINEA SUR

MINA GONZALITO

MAS ESTACIONES DEL PATAGONICO ANTES DE VIEDMA

ESTACIONES AL NORTE DE PATAGONES

IGNOTAS SIERRAS DEL SUR RIOJANO

26 al 27 de julio de 2017

<< Canteras y arte rupestre

Primera actividad de la mañana fue ir a visitar la casa del Chacho Peñaloza, donde fue asesinado brutalmente, después de rendirse frente al enemigo.

Fue el 12 de noviembre del año 1863 durante la presidencia de Bartolomé Mitre y luego de matarlo, exhibieron su cabeza en una pica en la plaza de Olta.

La muerte del Chacho inundó de tristeza a La Rioja, debido a que el caudillo era una figura muy popular. Cosas oscuras de la historia, que según quien la cuenta y en que contexto se la encaja, se pasa de héroe a villano y viceversa.

La Discovery se venía quejando al pasar los cambios y finalmente se plantó. Y no hubo más caso. Mientras el resto del grupo se fue a pasear por los alrededores, de Olta, con Claudio nos abocamos a tratar de analizar el problema en la YPF de la RP76, el cual se reveló como una rotura de una selectora de plástico en la base la palanca de cambios.

Una ingeniosa reparación con «Perbond» y unos rezos esotéricos a San Land Rover nos pusieron en camino nuevamente y nos encontramos con el grupo en el dique de Anzulón para iniciar la recorrida de las sierras del sur de La Rioja.

Primero nos dirigimos a Desiderio Tello, donde pasamos a visitar la estación ferroviaria en desuso y abandonada a su suerte, como verán en el carrusel siguiente:

Luego ya nos adentramos por las huellas y caminos de tierra por el corazón del sur de las sierras riojanas.

Era un enigma lo que había allí adentro y la intención era conocerlas en profundidad por lo que le dedicaríamos un par días para meternos en todas las sendas que aparecieran.

Subimos hacia el norte pasando por ignotos caseríos como Chelcos, Árbol Barrido, El Cerco, El Quemado, Mollaco y Nacate, disfrutando de solitarios y novedosos paisajes y angostas huellas enroscadas, sin mucha dificultad.

Más fotos de este tramo en el visor:

Después de mucho deambular llegamos a la ruta que une Olta con Malanzán a la altura de Solca, habiendo completado el primer cruce sur-norte del viaje por esta zona desconocida de La Rioja.

Sobre esta ruta provincial hay formaciones rocosas muy curiosas, una suerte de Talampaya en miniatura, donde también se pueden encontrar petroglifos al costado mismo de la ruta. A la zona se la denomina Reserva Provincial Guasamayo y realmente es muy poco conocida pese a que es de muy fácil acceso.

Se destaca una formación icónica, una geoforma llamada El Loro, cuyo nombre al tallado ejecutado por erosión fue muy bien elegido.

A la tardecita llegamos a Malanzan, donde nos acomodamos como pudimos y disfrutamos de una cena grupal en el único boliche tipo pizzería donde cabíamos todos.

A la mañana siguiente seguimos hasta El Portezuelo , para visitar el dique homónimo, con bajo nivel de agua.

Desde allí volvimos a internarnos en el corazón de la sierra con el objetivo de llegar hasta Tuani, un caserío perdido en su interior, que era el ícono desconocido de esta parte del viaje. Pocos kilómetros después de dejar El Portezuelo atravesamos el pequeño poblado de Puluchan.

Seguimos recorriendo algunas huellas y cauces secos de ríos, con paisajes cada vez más agrestes e interesantes. Igualmente hay mucha población dispersa en estas sierras, corroborado por el populoso y respetable cementerio que encontramos en los alrededores de Puesto Salana, en el cual observamos muchos detalles llamativos, como por ejemplo una placa que recordaba, además de lo habitual, la hora del fallecimiento.

La huella a Tuani se desdibujaba y cuando conseguimos preguntarle a alguien, nos dijo que desde allí en adelante estaba abandonada porque había ocurrido un derrumbe y no se podía pasar. Nada mejor para intentar ir.

Efectivamente la huella no estaba pisada y después de unos kilómetros encontramos los restos del derrumbe. No era muy grave, corriendo una cuantas piedras con los malacates seguramente podríamos pasar. Y lo hicimos: el camino a Tuani estaba expedito, aunque aclaramos que desde el norte hay otra opción transitable.

Tuani es un caserío embutido en un angosto y bonito valle de un río seco muy pedregoso. El atractivo era investigar por qué habiendo poblaciones muy cercanas al sur, como Villa Casana, no había camino que las vinculara. Tal vez podríamos intentar algo.

Los pobladores nos explicaron que es una vieja aspiración porque los acercaría rápidamente a Chepes pero que solamente había una senda para caballos y caminantes por un vallecito paralelo al río.

Primero lo intentamos por el río pero era muy angosto y plagado de grandes piedras, imposible para chatas. La huella peatonal, si bien al principio era accesible para vehículos, al poco de andar también se hacía imposible. Abortamos, aunque creemos que debería ser la traza a abrir en el futuro. Posiblemente motos puedan pasar.

Nos volvimos por la misma huella que habíamos recuperado del derrumbe y nos encontramos con una tumba aislada construida de material casi sobre la huella que prácticamente había que esquivar y que no habíamos visto a la ida, algo muy extraño lo pienses como lo pienses: ¿La huella estaba antes o después de la tumba? ¿ Por qué la senda le pasó tan cerca o por qué la erigieron sobre el camino? Nada pudimos averiguar, la tumba no tenía identificación alguna.

Se nos hizo de noche cerca del cementerio de Puesto Salana, donde había un excelente lugar para acampar en el cauce de un rio seco cercano.

Medio lúgubre, pero nos alejamos lo suficiente para respetar la paz de los difuntos. Armamos un flor de campamento de varias carpas y compartimos en el medio de la nada, una cena y un fogón increíble con amigos.

También compartimos una pila de botellas…

CONTINUARÁ >>

GRANITO Y ARTE RUPESTRE EN EL NOROESTE CORDOBÉS

24 de julio de 2017

<< Ruta de los Cabritos

Desandamos la RP38 hacia el sur hasta Tuclame, desde donde nos internaríamos hacia las sierras de Serrezuela y Guasapampa, las que recostadas sobre el noroeste cordobés, marcan claramente un límite físico con los llanos riojanos.

Es una zona poco conocida que siempre nos llamaba la atención por su relieve montañoso toda vez que pasábamos raudos hacia el norte por la RP38.

Revisando los viejos mapas del IGM, las curvas de nivel nos resultaron llamativas por el paralelismo de las dos sierras y por el valle intermedio por donde desciende el río Guasapampa hacia el norte. No sabíamos que podíamos encontrar pero lo íbamos a averiguar.

El camino ripiado sale de Tuclame y se arrima a la sierra de Serrezuela y la bordea por el este pasando por Puesto Las Chacras y la cruza por un abra en Aguas de Ramón: la sierra de Serrezuela parece continuar hacia el sur hasta perderse a unas decenas de kilómetros.

Aguas de Ramon es un pequeño caserío a 400 msnm donde se destaca una humilde iglesia de la Virgen del Valle.

Es un viejo asentamiento que data de principios de siglo XX y cuya suerte estuvo ligada a los conflictos bélicos mundiales, debido a que en la zona existieron minas donde se extraía wolframio, material indispensable para la fabricación de armamento. Tuvo su inicio con la Primera Guerra Mundial y la extracción de mineral se extendió con marcadas irregularidades, hasta mediados del siglo XX con el final de la guerra de Corea. Algo parecido al famoso proyecto de Pueblo Escondido, en el Cerro Áspero, cerca de Merlo, aunque con menos desarrollo fabril.

Para quien le interese la minería del lugar, un antiguo informe geológico del año 1959 detalla lo que acabo de describir con mucho más detalle:

https://repositorio.segemar.gov.ar/handle/308849217/799;jsessionid=637D18AEE4A7B9EC4B99A213A13FBE29

Ahora el camino, no muy transitado por cierto, continua hacia el sur por un valle que discurre entre las sierras de Guasapampa y Serrezuela por donde desciende el intermitente río Guasapampa.

La zona tiene abundante vegetación y es muy pintoresca, atravesando diversos parajes y caseríos como Guasapampa y Totora Huasi. No es tan verde por la época del año, pero debe serlo en primavera y verano.

El primer poblado de cierta relevancia que asoma más al sur es LA PLAYA, una pequeña localidad de unos 200 habitantes. Desde allí habíamos detectado que se descolgaban unas huellas hacia el oeste que tal vez nos permitirían una vista aérea de los llanos riojanos o hasta bajar tal vez…

Cuando paramos a preguntar por la factibilidad de esas huellas, también nos enteramos que estábamos en tierras de canteras de granito y pinturas rupestres, una gratísima sorpresa que no esperábamos recibir.

Aprovechamos que era cerca de mediodía para hacer una picada en una especie de modesta plaza en el pueblo. Justo enfrente había una semiderruida construcción fabril que parecía ser un horno construido con bloques de granito y que por supuesto fuimos a curiosear.

Las huellas por las que consultamos existían pero posiblemente tendrían candados ya que se internaban en propiedades privadas; nos dirigimos a comprobarlo observando que el recorrido estaba plagado de bloques y piezas de granito por doquier; hasta los esquineros de los alambrados, las barandas de los puentes y los puntales de las tranqueras eran de piedra.

Cuando estábamos cerca del «balcón» a los llanos riojanos, una tranquera con candado nos cerró el paso y no había nadie para interceder. Restaba ver si podíamos acceder a las canteras y al arte rupestre, para lo cual al regreso comenzamos a preguntar a cada alma que encontramos.

Y en uno de los intentos, un gentil poblador, del cual lamentablemente no recuerdo su nombre, nos ofreció mostrarnos su cantera de granito y unas pinturas rupestres que se encontraban en su propiedad. Bingo!

No sólo nos permitió el acceso sino que nos explicó la metodología de extracción del granito, un trabajo muy duro, peligroso y artesanal, donde cualquier error te cuesta un accidente. Taladros, explosivos, maniobras con grandes bloques, todas acciones riesgosas.

Pinturas Rupestres en los bloques de granito

La trama que subyace a la explotación minera del granito en la pequeña localidad de La Playa parece ser compleja, de acuerdo a las fuentes que consulté.

Hace más de ocho décadas, en la sierra de Guasapampa y en la zona denominada La Charquina (justo en la tranquera que encontramos cerrada), se produjeron hallazgos arqueológicos que datan de miles de años, representados en pictografías, morteros y elementos que la transformaron en un tesoro histórico, cultural y antropológico.

Pero la actividad minera encontró otra riqueza: el granito. Y desde hace más de 20 años, la extracción de este material valioso que se comercializa a gran escala desde la región hacia todo el país es la principal actividad económica de La Playa y de la zona. El problema es que la explotación minera no cuenta con ningún tipo de autorización de la Dirección de Minería de la Provincia ni con un estudio de impacto ambiental que la avale. Ni hablar del proceso de degradación que sufrió en todos estos años el verdadero tesoro arqueológico de la región.

A su vez, la propiedad de las tierras donde se emplaza el pueblo, las minas y los campos cercanos están en un proceso judicial lento y arduo. Los descendientes de Domingo Díaz, quien aparece como propietario de estas tierras desde 1916, reclaman desde hace más de una década la propiedad de más de 10 mil hectáreas, en las que se ubican el pueblo y las canteras. Un verdadero intríngulis que no tengo idea que rumbo ha seguido en estos años.

Seguimos hacia el sur ya medio apurados para llegar a algún sitio donde alojarnos al atardecer que sea cercano a las sierras del sur riojano. Seguimos hacia el sur por el mismo camino, cada vez más poblado de palmeras Caranday hasta encontrarnos en Las Palmas, una localidad sobre el conocido Camino de los Túneles, que por supuesto toma su nombre de las numerosas palmeras de la zona.

Desde allí descendimos por los túneles (en esos años todavía el camino era de ripio) hacia los llanos riojanos, donde tomamos la ruta 20 hacia Chepes hasta cruzarnos con la traza abandonada del ferrocarril Belgrano entre Milagro y Quines, donde el camino que la costea podría permitirnos conocer alguna estación si la luz diurna lo permitía, mientras acortábamos camino.

LA ISLA

Con menos de la luz justa, alcanzamos a visitar LA ISLA, una estación habitada por algún poblador en el medio de la nada, por supuesto sin rieles ni durmientes aunque bastante entera dentro de todo.

El final del día nos encontraría en OLTA, donde nos acomodamos para compartir una cena y alojarnos para seguir al día siguiente por las sierras del sur riojano, los pagos del Chacho Peñaloza.

Ignotas sierras del sur riojano >>

LA RUTA DE LOS CABRITOS

23 de julio de 2017

<< Totoralejos

Desayuno bien casero en la Hostería Recreo de la mano de su dueña, que nos atendió como si fuéramos sus hijos. Lugar modesto pero muy recomendable para un alto en el camino en esta zona no del todo turística.

Llenamos los tanques y salimos rumbo a Esquiú, donde empezaríamos a bajar hacia el sur para intentar el cruce de las Salinas Grandes; Pablo y Julio nos estarían esperando donde nuestra huella cortaba la RN60.

En este enlace, que desafortunadamente hicimos muy rápido, pasamos por el Paraje El Suncho, que fue el lugar donde falleció el venerable Fray Mamerto Esquiú, pero no lo visitamos como  debíamos. Otra vez será.

Esta huella/ruta provincial nos comienza el mostrar el paisaje que rodea a las Salinas Grandes antes de dejar paso al omnipresente reino de la sal. Llaman la atención los enormes cactus cuyos brazos secos generan una leña difícil de imaginar para estas plantas; el paisaje es bastante más verde de lo que uno puede imaginar en las puertas de un desierto.

Efectivamente en la RN60 conformamos el multitudinario grupo de siete chatas sólo posible porque todos somos viejos amigos travesistas que nos entendemos de memoria y la coordinación sale sola.

Recorrido en Salinas Grandes

Desde la RN60 hasta Palo Santo el recorrido se desarrolla sobre una huella visible que contornea las salinas propiamente dichas, alternando lugares “altos” con profusa vegetación incluso arbórea y lugares bajos con sufridas plantas «salineras». Enormes cactus nos continúan acompañando aunque su tamaño va decreciendo a medida que nos acercamos a las salinas.

En Palo Santo dejamos la huella visible y nos adentramos en la salina misma; seguimos una tenue huella que se borra a la vista cada año pero de algún modo conserva su compactación por el repetido uso algunos meses al año: es la conocida como la “Huella de los Cabritos”, que la cruza en sentido Norte-Sur.

Esta «ruta» es (o era) usada por los crianceros del sur catamarqueño cuando arriaban sus animales para venderlos en el norte cordobés.

Realmente si uno no se aparta mucho de ella el piso es firme pero hay que estar atento a no perderla porque enseguida es fácil enterrarse.

Uno de los objetivos del viaje era reconocer puntos geográficos como algún inexplicable quiebre en la línea que divide a Córdoba de Catamarca (Mojón del Monte Negro) y también el Trifinio, lugar donde confluyen Córdoba, Catamarca y La Rioja.

Ubicar el Mojón del Monte Negro fue sencillo porque estaba no muy lejos de la huella consolidada. Fue sólo un hallazgo de geoposicionamiento ya que no encontramos absolutamente nada que lo materialice. Ni siquiera el supuesto monte.

Este punto es un vértice que se fijó como parte la división política entre las provincias de Córdoba y Catamarca por un decreto de Onganía de 1968.

El otro objetivo era el trifinio Córdoba – Catamarca – La Rioja, que está en algún lugar de la salina, pero sin indicios de huellas consolidadas desde este lado.
Se trataba de un desafío complejo ya que podíamos terminar encajados hasta los zócalos si no andábamos con cuidado. Había que recorrer unos 26 km en línea recta por el medio de la salina sin saber que consistencia podía tener el piso.

El intento sólo duró unos pocos kilómetros porque los que veníamos liderando a la caravana nos empezamos a enterrar irremediablemente y debimos avisar a los que nos precedían para que se detuvieran y nos ayudaran a salir del problema.

Nos llevó un par de horas recuperar la Discovery después de traerla a malacate por más de 100 metros, ya que no se subía nunca a la capa de sal dejando unos profundos surcos como recuerdo que la próxima inundación borraría para volver a atrapar incautos.

Obviamente abortamos el intento y volvimos a la Ruta de los Cabritos, a disfrutar de la soledad infinita de las Salinas Grandes de casi 6000 km2 de extensión.

Sin problemas seguimos hacia el sur hasta que alcanzamos los bordes de la salina, un desierto de guadales y cactus más achaparrada vegetación espinosa donde aparecieron algunos humildes puestos que asombran porque es difícil imaginar vivir allí. Tener en cuanta que estábamos en invierno y hacía bastante calor…

Comenzaron a aparecer la huellas y antes de volver a la civilización decidimos conocer las ignotas Termas del Quicho, donde cuenta la historia que allá por 1987 en una perforación con la que se estaba buscando agua potable para la escuelita del lugar, de repente, desde más de 220 metros de profundidad, comenzó a brotar agua caliente a 39°C y nunca más se cortó, formando una laguna de aguas tibias que se popularizó como humildes y modestos baños termales naturales.

Una vieja bañadera, que todos se disputan, concentra el chorro cual brutal hidromasaje. Por supuesto aprovechamos para un relajante baño termal y sacarnos el polvo acumulado durante el día.

NOTA: esto fue hace seis años, actualmente en 2023 las han puesto en valor construyendo una pileta y algunas instalaciones para camping, ya que durante la pandemia se popularizó bastante como un lugar de escape para las poblaciones cercanas.

Estado actual (2023), ya no existe la laguna natural

Repuestos del esfuerzo del cruce las salinas sólo quedaban buscar un lugar donde alojarnos y entonces recalamos en Serrezuela, donde el nutrido grupo se acomodó como pudo en la poca oferta disponible. Mañana el noroeste cordobés desconocido.

Granito y arte rupestre en NO cordobés >>

TOTORALEJOS

22 de julio de 2017

<< Todo empezó acá

Desde distintos puntos del país cada uno se las ingenió para arrimar a Recreo; en nuestro caso Claudio me pasó a buscar a las seis de la mañana por mi casa y arrancamos sin problemas por la AU9 haciendo una parada intermedia en ONCATIVO, primero para degustar los famosos y riquísimos sándwiches de salame y queso y después  reponer combustible entrando a la ciudad. No pudimos cargar en la YPF que está sobre la AU9 porque la cola era infernal.

Sin parar cruzamos Córdoba, Jesús María y Deán Funes y mientras transitábamos al costado de la Salinas Grandes, siendo bastante temprano propuse  desviarnos a curiosear una vieja estación abandonada, situación que no iba a ser novedosa para Claudio sabiendo que viajaba conmigo.

La estación en cuestión es TOTORALEJOS, un páramo en el medio de la nada al borde las Salinas Grandes, que a priori sólo podía tener razón de ser para reponer agua a las vaporeras.

Al acercarnos la sorpresa fue mayúscula: además de la estación en ruinas observamos cuatro enormes construcciones abandonadas y al acercarnos notamos que se trataban de viviendas colectivas. No había indicios de actividad alguna que pudiera requerir tanta gente viviendo allí y nos quedó la intriga.

Recorrimos todas la zona prolijamente y no arribamos a ninguna conclusión que justifique el porqué de ese pequeño pueblo: no hay vestigios de galpones ferroviarios (¿talleres?), ni de instalaciones salineras y como lugar para vivir ni siquiera se lo puede pensar por lo que se capta a simple vista.

Al regreso en casa, navegando por Internet, nos enteramos que efectivamente además de usarse como parada para recargar agua a las vaporeras (que se almacenaba en vagones tanque que se traían de otro lado ya que no hay agua en el paraje), existían talleres ferroviarios y se usaba como campamento de vía y obras, donde vivían unas 20 personas.

Les dejo un artículo muy interesante de la Voz del Interior con el testimonio del último habitante, Miguel Palacios, que desafortunadamente no tuvimos oportunidad de conocer personalmente:

http://archivo.lavoz.com.ar/2003/0629/portada/nota175146_1.htm

La traza de la antigua RN60 antes pasaba al oeste de las vías y decidimos seguirla para ver si llegábamos hasta Recreo.

Ancha y consolidada se desarrolla en el medio dela salina pero a medida que nos alejábamos del caserío su estado empeoraba, como si la salina se la estuviese tragando.

Una alcantarilla destruida por un cruce de agua nos frenó en seco al comprobar la poca consistencia del piso. Estando solos y sin nada de donde agarrarnos con el malacate, decidimos desandar el camino y volver al asfalto por donde habíamos entrado.

Al cruzar el límite con Catamarca, consultamos al policía que nos detuvo a pedir documentación por las posibilidades de cruzar las Salinas Grandes por el medio y muy seguro nos dijo:

 – Ni se les ocurra. Los últimos días varios incautos quisieron hacerlos y los tractores los están esperando para cobrarles tres o cuatro lucas por sacarlos (1 USD=17 pesos en ese momento)

Lo que no sabía el buen hombre es que con ese discurso nos había terminado de clavar la espina para intentar cruzarla como sea.

Llegamos a Recreo antes que el resto y nos ocupamos de alojarnos en el único lugar decente que encontramos, la hostería Recreo frente a la ruta, donde nos pudimos acomodar casi todos. Pablo y Julio, que venían algo demorados, al final se quedaron en Chamical para encontrarnos el domingo a la mañana en la entrada a la salina, sobre la RN60.

La cena en un boliche frente a la plaza de Recreo estuvo espectacular con el agregado que el divertido dueño del boliche nos toreó toda la noche con que nos pagaba un chivo la noche siguiente si lográbamos cruzar la salina por donde le dijimos.

No es que no nos tenía fe, sino que calculó que no íbamos a desandar 200 kilómetros para cobrarle la apuesta. Pícaro el hombre…

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ENTRE LA SAL Y LAS SIERRAS

22 al 29 de julio de 2017

Un viaje a una zona muy poco conocida del norte cordobés y del sur riojano realizado hace seis años, cuya narración quedó postergada hasta hoy. Veremos que me acuerdo todavía…

Siendo pleno invierno, medios viejos que ya estamos, esta vez no le apuntamos ni a la cordillera ni a la Patagonia. No es que el frío haga mella en nuestro ánimo pero…

Eduardo Cinícola, que fue el promotor de este viaje, nos había propuesto un “cálido y placentero” paseo por los Médanos de ENCÓN, un cruce oeste- este de la zona de Guayaguas, para adentrarnos en las Salinas de Mascasín y en los Médanos Negros que la circundan, un enlace de trifinios (límites provinciales de a tres en Pampa de las Salinas, El Cadillo y Salinas Grandes) y un cruce de sur-norte de estas últimas buscando un perdido Mojón del Monte Negro para terminar con un paseo por los pueblos de El Alto de Catamarca.

La cuestión que Eduardo se bajó de la expedición y nos pasó el mando a los sureños Claudio Guanciarossa, Pablo Anastasio y yo, con lo cual sólo para contradecirlo, le cambiamos casi todo el recorrido, quitando algunas partes y agregando otras nuevas.

Así que decidimos entrarle primero a cruzar las Salinas Grandes con su trifinio y su Mojón del Monte Negro, recorrer las ignotas Sierra de Serrezuela y Guasapampa en Córdoba, para luego dirigirnos a Olta y de allí incursionar por las Sierras de Tuani con rumbo sur a Chepes. Posteriormente nos meteríamos en Médanos Negros y Mascasín para finalizar en Guayaguas a la búsqueda de una “famosa” Roca Parada que habíamos visualizado muy de lejos en otra expedición y que el inefable y querido motoquero Néstor Queralt nos refriega frente a las narices cada vez que puede…

Tan buena resultó la propuesta que Eduardo al final se volvió a subir a la expedición: no se podía perder tantos lugares novedosos.

La lista de participantes siempre fue larga desde el principio y después de las habituales subidas y bajadas, quedó la friolera de siete chatas, cantidad medio grande para andar por zonas que presumíamos en su mayoría llenas de tranqueras y propiedades privadas.

Pero a sabiendas que la unión hace la fuerza, sobre todo porque con más chatas hay más chances de comer y beber mejor, quedamos en encontrarnos el sábado a la noche en Recreo para dar inicio al periplo.

En realidad esta vez tenía la intención de viajar solo en la Pampa 02 para vivir de la experiencia «alone» pero sobre el final, recibí el generoso ofrecimiento de Claudio de ocupar la butaca derecha de la Babosa y no pude negarme, así que anclé a Pampa 02 en el garaje para que no se me venga sola a la travesía…

Los participantes fuimos:

  • Denis Garione y Eduardo Cinícola en la legendaria TLC negra
  • Hugo Berry Rhys y Rodolfo en la inmortal SW4 gris
  • Jorge García con Nacho Tirrito en la SW4 ex Nacho
  • Johan Arndt y Cristian en la SW4, la del freno con clavito
  • Pablo Anastasio y Marisa en la Costurera II
  • Julio Sastre y Sonia en inmaculada Sw4, lista para vegetación espinosa
  • Claudio Guanciarossa y el que suscribe en la Discovery Babosa

Les adelanto un puñado de fotos de lo que les voy a contar en sucesivas entregas:

Empezamos por TOTORALEJOS >>.

CLUB SUDAFRICANO Y GUADAL GRANDE

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Jueves 01 de junio de 2023

Posiblemente este iba a ser nuestro último campamento así que era hora de utilizar los huevos que veníamos transportando hacía muchos kilómetros y hacer el desayuno típico de nuestras travesías: los huevos revueltos con panceta (esta vez sin panceta pero con trozos de pata de jabalí ahumado que nos habían obsequiado en Bajada del Diablo). Demás está decir que con el frío que hacía fue una opción excelente para arrancar el día, aunque no hay fotos del plato terminado, ya que nos lo devoramos antes.

Acomodamos todo y dejamos el lugar tal cual lo encontramos para seguir preservando este remoto emplazamiento y encaramos la parte más alta de la huella que cruza la Sierra Mesa, que recordamos tenía sus dificultades y sus bellezas también.

Nos dirigíamos a la estancia La Vuelta, también abandonada,al pie de la sierra pero en su lado oeste, sobre el Guadal Grande. La huella no había sido pisada por nadie desde nuestra incursión anterior y el establecimiento parecía que tampoco había sido visitado.

Mapa de la zona

No sin dificultad pudimos sortear el humilde casco de La Vuelta ya que al atravesar la tranquera de salida, la huella estaba tan socavada que debimos buscar otra alternativa para salir. Un alambrado caído a unos metros nos facilitó el escape sin tener que trabajar mucho.

El paisaje se iba suavizando y nos fuimos internando en los bajos terrenos del Guadal Grande, donde no teníamos muy claro por donde íbamos a salir, aunque sabíamos que reintentaríamos antes conocer el curioso y esquivo Club Sudafricano, al cual la vez pasada no pudimos acceder debido a un candado. En una de esas, esta vez estaba abierto…

¿Por qué nos interesaba el Club Sudafricano? Simplemente porque nos llamó la atención su nombre en el viejo mapa del IGM que les mostré más arriba.

Y así ocurrió. Nunca hay que dar algo por perdido.

Llegamos a la prolija tranquera de caños, el candado no estaba puesto y raudamente nos dirigimos a descifrar el enigma.

Además, si la tranquera estaba sin candado, era probable que hubiera alguien con quien consultar para decidir cómo salir del Guadal Grande, en lo posible hacia Sarmiento, así de pasada visitábamos aunque sea de costado, el extinto lago Colhué Huapi. Teníamos que estar seguros de la salida porque si había que recular y salir por el norte no nos iba a alcanzar el combustible. Estábamos jugados y había que calcular la bien la jugada.

Encontramos el bendito Club Sudafricano pero no había ni un alma aunque se veía bastante bien conservado. Claramente no era un típico establecimiento ganadero ya que no había corrales, ni galpones de esquila ni nada que tuviera que ver con la producción. Esto era otra cosa.

Había un galpón mediano, bien construido, con piso de cemento, en cuyo interior había vestigios de ser un salón de baile (¿?), varias casillas, algunas en condiciones y otras semi derrumbadas como si fueran un refugio temporal, una pista para carreras de cuadreras (¿?) y una red de alumbrado público (¿?).

Claramente podía ser un club deportivo pero ahí, ¿en ese ese apartado lugar?

Íbamos a tener que averiguar a nuestro regreso de que se trataba esto, sin duda relacionado con el origen bóer de los viejos pobladores de la zona

Al no poder consultar a nadie por la forma de salir hacia el sur (los tracks los teníamos pero no sabíamos de imprevistas tranqueras con candado), optamos por usar lo conocido es decir dirigirnos al norte y salir por las estancias Manantial Grande y Tres Manantiales hacia la RP24 y de allí a Paso de Indios.

No parecía que el Guadal Grande estuviera flojo como para encajarnos, a lo menos si seguíamos la huella marcada. Consideramos la posibilidad de cruzarlo de este a oeste, sin huella pero de nuevo el combustible nos hizo ser prudentes por si debíamos retroceder. La huella hacia el norte estaba bien marcada y si bien en algunos sectores estaba húmedo nunca corrimos riesgo de encajarnos.

Como curiosidad, les cuento que la zona sureste del Guadal Grande fue usada hace tiempo como campo de tiro de la Fuerza Aérea, aunque creo que ahora lo han dejado de lado.

Al final del Guadal Grande pasamos por el establecimiento Manantial Grande y esta vez encontramos a sus pobladores: son integrantes de la familia Dickason, una de las más viejas de la zona.

Allí nos enteramos de lo que era el Club Sudafricano («El Sport» lo llamaban ellos). En ese sitio se juntaban las familias bóer por tres días para confraternizar y divertirse una vez al año para rememorar el aniversario de su llegada al país, allá por el 1902.

Era una forma de mantener vivas sus costumbres, entre ellas el idioma «afrikáans», que lo siguen hablando incluso en forma más pura que en la lejana Sudáfrica.

Les resumo muy sintéticamente algo respecto a la extraña presencia de sudafricanos blancos en estos remotos lugares patagónicos.

Los bóers son descendientes de holandeses que colonizaron, allá por el siglo XVII, el actual territorio de Sudáfrica. En general se dedicaban a actividades agrícola-ganaderas hasta que hacia fines del siglo XIX se descubrieron yacimientos de oro y piedras preciosas lo que puso el foco de los ingleses en la zona, quienes después de varios intentos muy cruentos lograron doblegar a los bóers, que se resistieron valientemente hasta que sucumbieron ante el poderío inglés.

Sin posibilidades de progresar y perseguidos por los británicos que los diezmaron, muchos de ellos emigraron y un gran número vinieron a la Argentina, donde el gobierno del General Roca les aseguró tierras para que se establezcan. Llegaron a Comodoro Rivadavia en junio de 1902 y se trasladaron al interior del Chubut, donde se distribuyeron por toda la meseta central y lentamente se integraron la comunidad local pero conservando fuertemente sus tradiciones, entre ellas el idioma.

Les acerco también el trailer de una muy linda película (Los Boers en el fin del mundo), que desafortunadamente es de pago, pero realmente la recomiendo si a alguien le interesa el tema. Dos de los personajes son los que conocimos en Manantial Grande.

Un almanaque viejo que nos permitieron fotografiar los Dickason, con semblanzas de la historia bóer en la Patagonia:

Desde allí pasamos por Tres Manantiales a visitar a nuestro amigo Nicolás Myburgh, quien nos facilitó la llave de una tranquera para salir en forma directa a la RP24 en lugar de salir cruzando otra vez la meseta de Canquel.

Todo fue bien hasta poco antes de entrar a la RP24, donde el embrague de la Cherokee de Eduardo no quiso más. Pese a la complicación, nos la ingeniamos para continuar igual, arrancando con el burro de arranque y con la pericia de Eduardo para pasar cambios sin embrague. Sólo paramos a repostar combustible en Paso de Indios y luego a cenar y a dormir de nuevo en el Viejo Hotel de Las Plumas, donde nos volvieron a atender como reyes.

Al día siguiente, después de un intento fallido de reparación en Trelew, decidimos seguir así como estábamos hasta Buenos Aires. En La Adela se separaron Pablo y Matías <mientras que Elsa y yo los seguimos acompañado a Eduardo y Darío esquivando lugares de tráfico intenso, motivo por el cual volvimos pasando por Macachín (donde paramos a dormir), Bolívar y Saladillo. Recién lo dejamos solo en Cañuelas, donde ya estaba a tiro que una plancha de remolque lo pudiera arrimar a su casa sin renegar con el tránsito y los semáforos.

Así los Canqueleros terminamos nuestra hermosa EXPEDICION CANQUEL 2023

RINCON VENTER Y SIERRA MESA

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Miércoles 31 de mayo de 2023

Una mañana hermosa nos despertó en La Esperanza, lo que nos permitió apreciar el extraordinario entorno de este desconocido rincón patagónico.

Extensas arboledas de álamos plateados denotan que aquí no falta el agua y nos hacen olvidar que estamos en el medio de una zona desértica.

Sin duda es un excelente lugar para una estancia aunque, como en toda la zona, la actividad está muy lejos de su potencial. Cuando le solicité permiso para visitarla, Gabriel, su propietario, me había comentado, que estaba tratando de ponerla en valor, esfuerzo que se nota claramente; de hecho ahora tiene un camino para entrar directamente desde la RP27, que hace unos años no lo tenía.

Agradecimos a Julio, el puestero, su amabilidad para facilitarnos sitio para acampar y partimos hacia el este. En ese momento no sabíamos si íbamos a intentar la huella inconclusa de hace unos años cuando no había camino habilitado o si iríamos a conocer algún otro rincón de la meseta, que aquí pasa a llamarse Sierra Cuadrada.

Una construcción de piedras apiladas en un rincón de la estancia, a lo Pepino
Increíble postal otoñal del acceso a la estancia
Álamos plateados por todos lados
El guadal al sur de La Esperanza, al cual no pudimos ingresar en 2016 debido a un alambrado

Encontramos la punta de la huella que habíamos encarado antes desde el oeste y realmente estaba interesante para renegar pero la realidad es que no había mucha onda, porque ya era miércoles y el tiempo empezaba a escasear, sobre todo porque la salida hacia el este por el Guadal Grande después de cruzar la Sierra Mesa era incierta. ¿Y si estaba anegado y había que recular?

En base a esto elegimos visitar el Rincón de Venter, uno de los llamativos «golfos» secos al sur de la Sierra Cuadrada, donde se encuentran las viejas estancias Rincón Venter (Ahora La Mary) y La Constancia.

Apenas ingresamos a este «golfo» nos recibió un guadal seco que se ofreció como una alternativa más corta a la huella que lo contornea rumbo a La Mary.

En el mapita que sigue se pueden ver los huecos de la meseta donde anidan estas estancias y la traza verde muestra el recorrido del día, entre La Esperanza y La Meseta, ya en plena Sierra Mesa.

El recorrido del día desde La Esperanza hasta La Meseta, donde se ven los «golfos» que alojan las estancias
Al fondo el Guadal Venter
Increíble panorámica del Guadal Venter
Cruzando el guadal Venter a toda velocidad

Al final de camino, llegamos a La Mary, donde nos recibió un joven poblador, una rareza en la zona. Descendiente de los originales pioneros, Eric Venter eligió vivir aquí y continuar la epopeya familiar pese al aislamiento y a lo duro que es vivir en estos remotos parajes.

Según los mapas del IGN, esta estancia se llamó Rincón Venter pero ahora se llama La Mary en honor de su abuela. Es otro espacio increíble del centro de Chubut, en el faldeo de la Sierra Cuadrada.

Una vieja carreta, mudo testigo de los tiempos de los pioneros
Prolijo casco de la estancia La Mary
El grupo posando con el amigo Eric

Nos despedimos de Eric, quien nos invitó a que volvamos cuando queramos (de lo cual tomamos debida nota) y fuimos en busca de la otra estancia que está en el mismo hueco, La Constancia, donde presumíamos que podría haber alguna huella interesante para descubrir para salir del «golfo».

Desandamos el guadal y al tomar la huella que nos conducía a ella, notamos que a medida que avanzábamos su estado se iba degradando, mostrando que al menos en forma reciente, nadie la transitaba. Seguramente, la estancia iba a estar deshabitada pero la curiosidad no se atenuó.

Después de un par de tranqueras bien atadas con alambre, que abrimos y cerramos cuidadosamente, ingresamos en una densa arboleda que nos depositó en unos galpones bien conservados pero desiertos. Otro lugar increíble que sirvió de escenario para un almuerzo mientras curioseamos todas las instalaciones que debieron tener mucha actividad alguna vez.

La huella se desdibujó lo que mostraba no tener transito reciente

No pudimos encontrar la huella que habíamos imaginado y sin tener a quien preguntar, nos rendimos. Satisfechos de haber relevado también este remoto rincón, desandamos el camino de entrada para salir hacia el sur, bordear la laguna Colorada y subir a las estribaciones de la Sierra Mesa para recalar en nuestra conocida estancia abandonada La Meseta, donde estimábamos acamparíamos.

La laguna Colorada, en esta época es en realidad multicolor; alterna su fondo rojo, arcilloso, con pastos amarillos y una matas verdes inexplicables, atento a su actual sequedad.

La nueva huella de subida a la estancia La Meseta, estaba marcada y discurre por el cauce de un arroyo temporario que se cruza mil veces aunque obviamente estaba completamente abandonada y nos hizo renegar un poco.

A lo lejos, la laguna Colorada
Bajando hacia la laguna Colorada
Dorados pastizales de la laguna Colorada
Bordeando la laguna Colorada
Por la desdibujada huella rumbo a La Meseta
Cada tanto la huella nos hacía renegar un poco

Finalmente llegamos al establecimiento abandonado y aunque todavía había luz diurna para seguir, decidimos acampar. Un corral nos ofreció refugio y armamos las carpas dentro de él para guarecernos del frío y del viento. Además tendríamos un buen lugar para prender fuego y cocinar algo rico.

Casi nada había cambiado desde que estuvimos aquí unos años atrás; todo estaba en su mismo lugar excepto el dique de tierra, que se había derrumbado parcialmente. Signos que nadie se asoma por aquí, excepto los Canqueleros.

El fogón donde cocinaríamos la cena
Vista de toda la estancia: la casa principal, el corral y los galpones. Al fondo, la laguna Colorada (amarilla)
Parte trasera de la vivienda, bastante conservada
Interior de la vivienda (desde una hendija)
Troncos petrificados por doquier
Más troncos petrificados
Corrales y galpón
Vista de la vivienda en un increíble atardecer
El frente de la vivienda resiste el duro clima pese al abandono
El día nos despidió con un atardecer memorable

Mañana será el último día en la zona, con más descubrimientos

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