Nos despertamos virtualmente congelados. La noche había sido muy fría y los termómetros de las chatas descendieron hasta -5°C a las 8:00 am.
Por suerte, mi espalda acusó poco recibo del porrazo de ayer y no sentí nada que un Actrón no pudiera solucionar. El día de manejo estaba asegurado.
El amanecer nos regaló imágenes indescriptibles, de colores cambiantes a medida que febo se iba asomando entre los cerros.
La bruma sobre las aguas insólitamente quietas debido a la falta de viento, creaba una atmósfera mágica que luego se fue diluyendo hasta convertirse en un día luminoso de sol mientras desayunábamos algo caliente para sacarnos el frío.
Amanecer en laguna HuaracoNo se puede creer tanta belleza y serenidadNo queríamos que terminase nunca el amanecer
Todos estábamos ansiosos por transitar la parte final y desconocida de la travesía, que podía resultar en un gigantesco fracaso por la cantidad de kilómetros que tendríamos que desandar si algún obstáculo nos impedía completar el recorrido.
La gran duda era un zigzag muy vertical hacia el final, donde un pequeño derrumbe nos podía dejar «fuori».
La caravana arrancó rodeando Huaraco por el este, ya que por el oeste el pedrero era virtualmente impasable. Pablo, que había hecho el relevamiento satelital, tomó el comando y nos lideró por la huella, en muchos tramos bastante borrosa.
Huella muy entretenida, que primero trepa hasta casi hasta los 2600 msnm y después, por los filos desciende acompañando el profundo cañón del arroyo Huaraco; alterna tramos de estepa con afloramientos de lava volcánica, con impactantes visuales de la cordillera del Viento. Cada tanto se descuelgan otras huellas que conducen vaya a saber dónde y que serán objeto de algún futuro viaje.
La huella, apenas visible, se volvió a marcar fugazmente con nuestro pasoLa huella es apenas un pedrero que alguien pisa de vez en cuandoPero vale la pena, los paisajes son deslumbrantesLa huella, por los filos, acompaña el profundo cañadón del arroyo HuaracoMas paisajes deslumbrantesVeníamos de atravesar esas primeras montañas sin nieve
El tramo final, donde el temido zigzag nos tenía preocupados, estaba en buenas condiciones pero las curvas son tan cerradas que requieren negociar varias maniobras para sortearlas.
Inicio de los cerradísimos zigzags en bajadaTodos próximos a la RP53
Con gran alegría divisamos la RP53 con la satisfacción de haber logrado cerrar un nuevo circuito cordillerano alrededor del volcán Domuyo, que por la situación climática, apenas vimos fugazmente.
Recorrido nuevo HUARACO-BARRANCASEl circuito que hicimos alrededor del DomuyoLa llegada de la huella a la RP53RP53 rumbo a BarrancasMas paisajes de la RP53 sentido a Barrancas
Un rápido tránsito hasta Barrancas donde reaprovisionamos combustible (hay que tomarse un tiempo porque el que atiende la estación tiene múltiples actividades y hay que esperarlo) y desde allí subimos por la RN40 hasta «La Pasarela», donde obligatoriamente tomamos unas fotos.
Parada obligada:La pasarela del río GrandeEl río Grande y el profundo tajo que supo tallar en la roca volcánica
Luego nos metimos en la Payunia por la RP183, atravesando el yacimiento petrolero «El Fortunoso».
Caños en el yacimientoLa famosa Omega para las dilatacionesOtra disposición de caños para prever las dilataciones
Luego tomamos las RP186 y RP180 bordeando la reserva natural de la Payunia y previa escala fugaz en Mina Ethel, seguimos hacia Agua Escondida y La Humada con destino final Santa Isabel, donde pasamos la noche y compartimos la última cena del viaje con el grupo.
PayuniaUno de los tantos volcanes de la PayuniaMás Payunia, esa deliciosa e inmensa soledadEdificios de la abandonada Mina EthelRumbo a Agua EscondidaEntrando a Agua EscondidaAgua Escondida
Al día siguiente, salimos muy temprano hacia Buenos Aires y antes de caer la tarde, ya estábamos en casa.
Un finde XXL muy bien disfrutando con los amigos de siempre, a los que les agradezco la excelente compañía.
El domingo de Pascuas nos encontró en las estribaciones de la cordillera del Viento, con el objetivo de llegar a nuestra esquiva laguna Huaraco, un vieja aspiración no cumplida.
Desayunamos con una Rosca de Pascuas que habíamos traído para la ocasión y después empezamos el día haciendo un breve desvío yendo a visitar Las Olletas, donde un enorme piquete de chivos casi no nos deja pasar.
Las Olletas son unos pequeños geiseres en el cauce del arroyo Covunco , el cual corre en una profunda garganta tallada en la roca.
Desde donde se dejan los vehículos hay que caminar unos dos kilómetros por una angostita huella de herradura que te lleva hasta el lugar donde se encuentran estos continuos afloramientos de agua hirviente.
Huella de herradura a Las OlletasHuella de herradura a Las OlletasAlla abajo el arroyo CovuncoLlegando a las Olletas
Un geiser con bastante presión y temperatura
Lindo para hervir el puchero….
Mientras disfrutábamos de estos fantásticos fenómenos naturales, nos alcanzó el rebaño de chivos y la caballada que habíamos sorteado más atrás.
El arreo cruzando el Covunco
Acá el espectáculo era más llamativo porque casi todos tenían que pasar por un angostito puente sobre el arroyo y el amontonamiento era monumental. Los increíbles perros que las guiaban trabajaban a destajo para que no se desordenaran.
La multitud se detuvo a esperar su turnoEl angosto puentecito peatonal regula el paso de los chivosAlgunos pierden la paciencia y saltanCruzado el arroyo siguen su marcha a la invernadaArrieros y perros mantienen el rebaño en ordenCaballos vadeando el CovuncoLas patas en el agua tibia del CovuncoCasi todos nosotros en las Olletas (menos yo…)
Volvimos a las chatas para emprender la aventura de la RP68, que todos teníamos muchas ganar de conocer.
El día estaba gris y con pinta de empezar a lloviznar pero esto no iba impedir encararla. La RP68 fue abierta recientemente y conecta el norte neuquino en forma directa con Chos Malal sin pasar por Andacollo, cruzando el corazón de la Cordillera del Viento, muy cerca del Domuyo.
>Últimos kilómetros sobre la RP39Todos los paisajes son genialesEl inicio de la RP68 en un denso pinarLa RP68 comienza a deslumbrarnosAhí adentro correo el arroyo AtreucoPampa FerrainaPampa FerrainaPaisajes inolvidables se sucedenY se largó a llover suavemente
Su trazado es impresionante, ya que todo el tiempo, excepto cuando se transita la Pampa Ferraina, parece que vas volando en un avión sobrevolando los profundos cañadones por prolijos caminos de cornisa, que por ahora, por cuestiones de seguridad, sólo es recomendado para vehículos 4×4. Cuando la llovizna creció en intensidad, entendimos el porqué de la recomendación, ya que el piso es básicamente de tierra y se vuelve resbaladizo.
La llovizna engalana las…… montañas con una nueva coloraciónSorpresas después de cada curva. Y hay muchas curvas…Curiosas formacionesLargas cuestas y caminos de cornisaHermoso trazado faldeando los cerrosTrazado enmarcado en un anfiteatro natural continuoAllá abajo el río Curi Leuvú en sus nacientesLa llovizna le dio un toque especial a la huella
No llegamos hasta el final de la RP68 en Tricao Malal, porque nuestro objetivo era otro y después de vadear el río Curi Leuvú, tomamos un desvío a la izquierda que nos hizo pasar por la sorprendente laguna Palao, a los pies del cerro homónimo.
Esta laguna se mostró con un inesperado e intenso color verde esmeralda que se llevó las mejores fotos del viaje. El cerro Palao, parcialmente cubierto por la nubosidad mostraba que había recibido alguna suave nevada durante el día y nos presagiaba una noche bastante extrema.
El color esmeralda de Palao no puede ser cierto…Pero lo es. Esta laguna de altura a 2174 msnm es sublimeBien podría haberse llamado…«Mate cocido con leche»El cerro Palao, de 3582 msnm no se dejó ver pero mostró que arriba estaba nevando
Seguimos hacia adelante, torciendo hacia el norte con rumbo a la laguna Huaraco, ahora por una huella cada vez menos transitada y despareja, atravesando un terreno decididamente de origen volcánico.
Después de vadear el arroyo Poñihue, la última trepada nos depositó en la remota y desolada laguna Huaraco, donde teníamos previsto acampar.
El frío, la llovizna y el viento reinante no la hacían el mejor lugar pero a esta altura del día no teníamos opción. Encontrar un lugar con algo de reparo y despejado de piedras dio bastante trabajo pero al final nos conseguimos apiñar cerca de una pared rocosa donde pese al frío conseguimos calentar un explosivo guiso de lentejas que había traído Pablo que degustamos con voracidad.
Dificil encontrar lugar plano y al reparo
Mientras tanto, la anécdota fue que mientras yo bajaba cosas de la caja de la chata, le erré a un escalón de piedra que había acomodado para subir y caí de espaldas al piso. Muy milagrosamente no me hice nada: podría haberme lastimado seriamente si alguna piedrita se interponía entre mi espalda y el suelo pero por suerte no pasó de un gran susto.
Un atardecer increíble despidió un intenso día mientras la bajada de temperatura se hacía sentir.
Mañana intentaríamos salir por una huella desconocida hacia Barrancas, cerrando el circuito.
Atardecer en HuaracoAnochecer en HuaracoRecorrido del día
La noche de campamento no fue tan brava como los guardafaunas nos habían anunciado o nosotros estamos bastante curtidos con el clima cordillerano.
Comentábamos durante el desayuno que sería bueno que también hubieran subestimado el estado del camino del Cajón de los Nevados, ya que nuestro destino previsto implicaba no demorarnos mucho para poder acampar en la recóndita laguna Navarrete, más allá de Manzano Amargo.
Antes que nosotros había salido hacia allá una camper 4×4 que había acampado cerca nuestro y la vimos pasar de regreso. Mala señal, aunque era un vehículo no muy aguerrido para un camino que tuviera medianas complicaciones.
En mi caso es la cuarta vez que lo recorro y la verdad que siempre fue un paseo de baja dificultad así que lo encaramos con optimismo.
No duró mucho. Un extenso mallín sobre el que cruza la ruta, normalmente seco, era un barrial infernal y había sido el culpable el regreso del camper que cité.
El primer obstáculo de importancia
Lo estudiamos un poco y decidimos encararlo dejando las chatas con malacate (Pablo y Hugo) para el final por si Matías y yo nos quedábamos en el lodazal. También había chances de sortearlo por arriba, pero había algunas inclinaciones laterales que de momento intentaríamos evitar.
La verdad que era la primera vez que iba a meter a Ranger en un lindo despelote pero tenía ganas de probarla en serio. Ayer había respondido muy bien a las trepadas, ahora le tocaba el barro.
Medí bien por donde y le metí «a lo Pampa» como si estuviera a bordo de la Vitara. Y se la bancó sin problemas. Los 210 HP para algo sirven…
A Matías no le fue tan bien puesto que yo ya había estropeado bastante el terreno y hubo que sacarlo para atrás con el malacate de Pablo. En el segundo intento, con pie más pesado, pasó también.
Matías encarando prolijamente el lodazalMatías pensando porqué se encajó…
Les tocó el turno a Pablo y Hugo y para mi sorpresa también se encajaron. Al final la Ranger estándar les pintó la cara a todos jajaja.
No era un buen comienzo y era un indicio que no iba a ser un paseo rápido como otras veces. Y así fue: multitud de obstáculos, ninguno extremo pero los suficiente para imponer un ritmo mucho más lento de lo deseado.
Infinidad de vadeos muy desparejos dañados por las lluvias recientes, muchas piedras para esquivar o correr, muchas grietas y cortadas, algún que otro sector con barro convirtieron nuestra duración prevista de tres horas en más de seis hasta llegar la laguna Varvarco Tapia. Apenas habíamos hecho escasos 40 km donde muy rara vez anduvimos a más 20 km/h
Nada de que quejarse, este camino se puede recorrer mil veces y a cualquier ritmo siempre será una delicia para un aventurero.
En el fondo de ese cañadón, corre el arroyo Los nevadosEl mismo cañadón anteriorPaisajes del Cajón de los NevadosMas del Cajón de los Nevados
Se rozan los 3000 metros de altura hasta una divisoria de aguas, se disfruta de hermosas montañas como el cerro Crestón y de ignotas lagunas de altura sin nombre y se recorren dos arroyos de punta a punta: Los Nevados hasta su nacimiento y el Crianza desde su nacimiento hasta su desagüe en la Varvarco Tapia.
Asoma el cerro CrestónNos acercamos y su belleza nos subyugaImponente el Crestón con sus 3260 msnmUna sorprendente laguna de altura a los pies del CrestónEsta es LA foto del cajón del CrianzaBajando hacia Varvarco TapiaAlgunas piedritas sobre el camino tuvimos que esquivarLlegando a la laguna Varvarco Tapia
Al llegar a Los Cerrillos, concluimos que el propósito de la laguna Navarrete era inviable al fin del día. El tiempo, siempre tirano en las travesías, nos obligaba a cambiar de planes ya que si no llegábamos hasta allí hoy, se comprometía el resto de la expedición, cuyo objetivo primario era entrar por el sur a la laguna Huaraco y luego salir por el norte a la RP53.
El Domuyo desde Los Cerrillos
Decidimos cambiar Navarrete por baños termales y entonces continuamos por la RP39 hacia el sur, bordeando el río Varvarco por donde antiguamente estaba el temible Vado de Las Arvejas, hoy reemplazado por un seguro puente tipo Bayley.
Este camino, que antes era un insufrible pedrero, ahora es una huella decente que se puede recorrer con cualquier auto.
RP39 rumbo a Varvarco por el ex-vado de las ArvejasRP39 bordeando el cañadón donde corre el río Varvarco
Atardeciendo era hora de buscar un lugar de acampe, lo cual no fue muy sencillo.
Primero probamos con Rincón de las Papas pero si bien es un lugar interesante por su pequeña pileta termal, no ofrecía ningún reparo para el viento, que estaba bastante fuerte.
Ahora que lo pienso esto es una Ensalada Rusa: el Rincón de las Papas y el Vado de las Arvejas, faltan las zanahorias y la mayonesa…
Parking en Rincón de las PapasBuscando las piletas termalesLas lujosos piletones de Rincón de las PapasNadie se animó a meterse
Una curiosidad al medir la profundidad
Seguimos hacia Aguas Calientes pero allí no permiten acampar y tampoco había disponibilidad en las cabañas, todas ocupadas.
Nos sugirieron ir a un puesto arbolado que habíamos visto por la ruta donde su morador consiente acampar pero no había nadie y si bien el lugar estaba bueno no nos pareció respetuoso acampar sin permiso.
Finalmente, al costado del arroyo Manchana Covunco encontramos un espacio, donde algo apiñados, podíamos acampar todos y ahí terminamos el día.
La buena noticia fue que el arroyo era de agua tibia y pese al frío reinante, casi todos (siempre hay algún mugriento, jajaja) nos dimos un hermoso baño de inmersión a oscuras, bajo las estrellas. Un lujazo.
La cena fue excelente pero un poco accidentada porque se nos volcó dos veces el agua de la olla donde hervíamos los fideos y una manguera de gas empezó a perder y tuvimos principio de incendio. No obstante nos chupamos los dedos con unos fideos con pesto casero exquisitos.
Arroyo Manchana Covunco y su agua tibiaArroyo Manchana Covuncocon sus tibias aguasCampamento en un atardecer inolvidableOtra del campamento y el atardecer cordillerano
Les dejo el mapita con el recorrido del día, donde apenas hicimos unos 100 km y tardamos alrededor de 9 horas (incluyendo paradas gastronómicas y fotográficas)
Florencio Varela – Mirador de las Cuatro Provincias -Octavio Pico – Cuatrifinio – Rincón de los Sauces – Barrancas – Portal del Barrancas – Pampa del Rayo – Laguna Fea
Como mencioné en la introducción, esta vez no solamente me acompañó mi inseparable esposa Adriana, sino que después de mucho tiempo también se sumó mi hija Daniela, ahora devenida en una fanática del trekking y de las montañas. Imaginen mi satisfacción al ver que mi legado aventurero continua, ya que mi hijo Pablo, también ya me acompañó varias veces.
Salimos temprano el Jueves Santo desde Florencio Varela con destino inicial Colonia Catriel, pensando que el tráfico del finde XXL no nos iba a dejar ir más allá; sin embargo, las rutas estaban despejadas y finalmente seteamos como destino del día Rincón de los Sauces, lo que nos abría la posibilidad de adentrarnos bien en la cordillera el día siguiente.
Tan bien nos fue con el tiempo, que pese a los pesados desvíos por reparaciones en la Ruta del Desierto y al pésimo estado del tramo entre Colonia 25 de Mayo y Rincón de los Sauces, tuvimos espacio para visitar el Mirador de las Cuatro Provincias (Mendoza, Neuquén, La Pampa y Rio Negro) e intentar llegar al Cuatrifinio limítrofe, cerca de la localidad de Octavio Pico. Le arrimamos a unos 700 metros y no lo conseguimos exactamente porque al andar solos temimos que una encajada en la arenosas riberas del Rio Colorado nos dejase varados sin solución inmediata.
Mirador del río ColoradoEl río Colorado y el cuatrifinio en algún lugar 30 km hacia el horizonteAcceso a Octavio PicoCuatrifinio sobre el río ColoradoLas chicas a unos 700 m del cuatrifinio en medio del río
Dormimos en el Hotel Las Moras de Rincón de los Sauces, donde nos encontramos con Hugo y Laura, que nos venían pisando los talones.
Al día siguiente, Viernes Santo partimos rumbo a Barrancas donde nos iban a estar esperando los Anastasio que por salir desde Bahía Blanca, se habían podido arrimar un poco más a la cordillera.
El tramo Rincón – El Portón -Buta Ranquil, si bien es de ripio estaba infinitamente mejor que el tramo anterior y en unas tres horas nos encontramos con Pablo y Matías, que estaban acompañados de Ricardo y Facundo.
Llenamos los tanques en Barrancas y nos largamos por la exquisita RP53, la que pese a haberla recorrido muchas veces, nunca deja de sorprenderte con su acojonante belleza.
Valle del arroyo Huaraco a la altura de RP53Bajando al HuaracoPaisajes de la RP53Laguna Cari Lauquen, ensanche del BarrancasDesagote de la lagunaZona de inundación de Cari LauquenValle de algún afluente de Cari Lauquen
Nos pusimos como objetivo llegar a las nacientes del rio Barrancas, a la remota laguna Fea, la cual siempre tuve en mente porque hace muchos años, allá por 2004, un grupo de locos lograron llegar con vehículos a motor (motos y chatas) por primera vez en una épica travesía, cuyo relato pueden leer AQUÍ . Va mi homenaje a todos ellos y en particular a algunos queridos amigos como el viejo motoquero Néstor Queralt, el Mug (Eduardo Bollini) y Javier Plá, los que con valentía y coraje nos abrieron una huella al paraíso que aún hoy es difícil de transitar pese a que miles de émulos la han recorrido después aprovechando el logro inicial. Hoy me toca a mi sortear esa materia pendiente de cualquier aventurero que se precie.
Llegados al Portal del Barrancas, dejamos la RP53 y vadeamos en dos oportunidades el río Barrancas. Intentamos evitarlos pero la antigua huella que obviaba estos obstáculos fue clausurada por los puesteros porque se estropeaban unos mallines próximos. Por suerte el caudal era accesible y lo cruzamos sin problemas.
Ranger vadeando el BarrancasApuntando al vadeo del BarrancasPablo vadeando el BarrancasPablo culminando de vadear el Barrancas
Luego de los vadeos, subimos una empinada cuesta que en su origen se denominó «Zogaca Drive» porque cuando no había huella, Mug casi deja su Isuzu Trooper en el fondo del barranco. Sigue siendo difícil pero se puede pasar con cuidado. Esa subida te deposita en la Pampa del Rayo, una impensada planicie cordillerana con un enorme y profundo tajo central por cuyo fondo nace y corre un arroyo que seguramente desagota en forma subterránea la laguna Fea.
El tajo de la Pampa del rayoEn su fondo, un incipiente arroyo que tal vez drena la laguna FeaImpresionante su profundidadPampa en Pampa del Rayo
Bien al oeste asoma otra subida imponente que encaramos con optimismo (es bastante complicada porque es empinada pero muy despareja, con lo cual ninguna las cuatro ruedas apoyan en el suelo) y el premio por vencerla es tener la primera postal de la laguna Fea, que indudablemente no le hace honor al nombre.
La cuesta de subida o bajada de La FeaLlegamos a la Fea!
El esfuerzo de la subida es premiado por la aparición de la muy mal llamada laguna Fea. No se puede explicar a quién se le ocurrió algo tan fuera de la realidad, excepto que lo haya hecho irónicamente. Una verdadera injusticia.
Ya decididamente rumbo a la Fea
Esta vez la antesala de la primera pequeña laguna está casi seca y permite dejarnos pasar hasta el cuerpo principal y llegar muy cerca de su orilla y disfrutar de su indescriptible belleza. Primera misión cumplida!
Y llegamos hasta sus orillas!Y con Pablo, otra vez cumplimos juntos otra meta!Mojarse los pies en la Fea fue un deberLas dos lagunas contiguas se comunican por infiltración. El talud que las separa es muy altoAguas con sinfonía de colores turquesaEl viento nos recordaba que estábamos en plena cordilleraMi hija en la Fea
Una extraña cruz con un Cristo construida con cadenas de tracción de una moto o de un cuatriciclo. No hay referencias de porqué está allí, al costado de la laguna.
Después de cansarnos de extasiarnos con las montañas que la circundan y el cambiante color turquesa de sus aguas, llegó el momento de volver para hacer nuestro primer campamento, ya que aquí arriba había mucho viento y no era buena idea hacerlo aquí.
Finalmente el mejor lugar que encontramos fue a orillas del Barrancas, después de los vadeos, donde quedábamos en buena posición para el día siguiente.
Lugar de campamento junto al Barrancas
Mientras armábamos las carpas se acercaron los guardaparques del Portal de Barrancas y nos alertaron que iba a hacer mucho frío allí y que el Cajón de los Nevados que encararíamos mañana estaba complicado por las intensas lluvias de semanas atrás. Nada de eso nos iba a amilanar.
Hugo nos regaló una de sus clásicas comidas gourmet: salchichas alemanas con puré. Una delicia antes de acostarnos bien abrigados.
Les dejo un mapita con el recorrido del viernes para que se ubiquen.
Había que poner a prueba en serio a Pampa 03 y el finde XXL de la Semana Santa de 2024 nos hizo el espacio para armar una interesante travesía por el Norte Neuquino, que es una fuente inagotable de nuevos destinos. Ya perdí la cuenta de las veces que fui y si bien repito algunos lugares, siempre hay alguno que no visité. Y los sigue habiendo.
Cuatro chatas y nueve amigos fue el cóctel para pasar unos días inolvidables de campamento en la montaña con el agregado que después de muchos años volvió a acompañarnos mi hija Daniela, convertida últimamente en una adoradora del trekking y de las montañas. Por fin afloraron los genes del Pampa!
En resumen, un día de enlace para arrimarnos a la zona visitando el verdadero cuatrifinio de Rio Negro, Neuquén Mendoza y La Pampa (no el mirador que está como a 30 kilómetros en Colonia 25 de Mayo)
Otro para recorrer la RP53 hasta el Portal del Barrancas donde la dejamos para llegarnos offroad a la laguna Fea (¿?) y después acampar a orillas del río Barrancas, otro día más para cruzar la Cordillera del Viento por el Cajón de los Nevados (en muy mal estado) y bajar costeando el río Varvarco por donde antes estaba el famoso Vado de las Arvejas (ahora un puente) y volver a acampar a las orillas del calentito arroyo Manchana Covunco.
El día que sigue estuvimos en los geiseres de El Tacho, nos regocijamos con la espectacular RP68, accedimos a la increíble laguna Palao y su intenso color verde, para finalmente acampar, otra vez, ahora en la remota laguna Huaraco.
Desde aquí al otro día por una difícil huella apenas marcada logramos salir nuevamente a la RP53 a la altura del arroyo Huaraco con rumbo a Barrancas, cerrando el círculo, desde donde atravesando La Payunia, terminamos alojándonos en Santa Isabel (La Pampa). Sólo nos quedaba el trámite de los 900 km para completar el regreso a casa.
Seis días, con 3096 km muy bien disfrutados, que les voy a contar en las próximas entregas. Por ahora va un breve álbum con las fotos más representativas.