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MERODEANDO EL OESTE DE CANQUEL

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Lunes 29 de mayo de 2023

Descansados y aseados después de pasar la noche en el remozado Viejo Hotel de Las Plumas, encaramos nuestra aproximación a la meseta de Canquel a través de la RP53 (ExRN25) pasando por el paraje El Sombrero.

A la altura del ex KM 1800 de la ex RN25 nos descolgamos hacia el sur. La idea era buscar otros accesos a la meseta por el oeste, diferentes al que ya conocíamos por La Florida y La Cascada por donde entramos la primera vez.

Cerro El Sombrero
El mojón del km 1800 de la ex RN25

Nos interesaba particularmente el que apuntaba a la estancia Tres Mallines (ex-Peña) ya que sabíamos que desde allí era posible recorrer toda la meseta de norte a sur para llegar a las estancias El Riscoso y La Esperanza, información brindada por nuestro amigo Gerardo Fernandez, quien nos acicateó que sería un desafío interesante para nosotros, ya que muy transitado no estaba.

Después de cruzar el zanjón El Calafate, al pie del Cerro de los Huevos, encontramos la huella que teníamos relevada en las satelitales, donde había un letrero bastante nuevo que indicaba el acceso a la estancia Las Quebradas, así que lo creímos posible.

Cerro de los Huevos
Cerro de los Huevos

Apenas nos metimos en la huella, nos dimos cuenta que hacía rato nadie la transitaba y en algunos tramos estaba verdaderamente complicada, pero lejos de desanimarnos eso nos entusiasmó. Pasamos varias tranqueras sin candado y cuando estábamos cerca de lo que supusimos era la estancia Las Quebradas, un grueso candado con un cierre bastante particular, nos frenó. En realidad según el IGM era la estancia Tres Mallines pero eso no cerraba con la información que teníamos. No lo pudimos corroborar por ahora.

El candado que nos frenó

La cercanía del supuesto casco, nos invitó a acercarnos caminando con la intención de encontrar algún alma y lograr permiso para atravesar la tranquera, ya que estábamos a solamente siete kilómetros de la ex-Peña, a partir de donde el camino estaría expedito.

Grande fue nuestra sorpresa al encontrar un gigantesco casco de excelente edificación, pero completamente deshabitado. Por lo que pudimos ver, hacía mucho que alguien no venía por aquí, lo que tronchó nuestra intención de seguir adelante. Sin permiso no íbamos a pasar por una tranquera con candado.

Se nos apareció el casco de la estancia
Casco de estancia Las Quebradas
El único «habitante»
Un hermoso e impecable galpón

Trajimos la mala nueva al grupo y no quedó otro remedio que recular y recalcular completamente la expedición. La opción elegida fue seguir más hacia el sur y tratar de llegar al conocido Rincón de López pero siguiendo alguna de las variantes desconocidas cercanas al omnipresente cerro Toro Negro.

El icónico y omnipresente cerro Toro Negro

Al llegar a un caserío disperso de construcción bastante reciente, pero para variar sin gente, cruzamos un arroyo donde las huellas se perdían, hasta que dimos con una muy incipiente que se dirigía al Rincón de López, que tenía toda la pinta de estar completamente destruida y por supuesto sin uso desde tiempo inmemorial.

La huella se internaba por el cauce de un arroyo seco bordeando por el este un cerro bastante importante. A cada paso esperábamos algún inconveniente insalvable pero si bien iba requiriendo algo de trabajo para los copilotos, sólo se trataba de diversión para los conductores.

Lentamente fuimos subiendo hasta las nacientes del arroyo donde finalmente salimos a la huella conocida cercana al puesto de Benjamín Salazar. Esta última huella este-oeste estaba recientemente repasada por una motoniveladora debido a que no hace mucho el MEF (Museo Egidio Feruglio) vino a retirar un fósil que descubrieron en la periferia de Canquel, al cual solo para nuestra referencia llamamos cariñosamente «Canquelosaurio», aunque ni idea de que se trata.

La huella perdida por el cauce seco, que cruzamos mil veces
En cada recodo esperábamos el «game over»
Finalmente llegamos a sus nacientes y el terreno cambió
Hermosas montañitas de tierra multicolor nos cercaban
Puesto de Benjamín Salazar

Así llegamos al bosquecito encantado del Rincón de López. Era temprano y era como para seguir adelante pero no pudimos escapar a su embrujo y tuvimos que armar campamento y quedarnos allí, al menos por una noche.

No hay manera de no caer en la tentación de pasar una noche aquí, al abrigo del viento, a la vera de un arroyito de agua cantarina y con leña asegurada para una larga noche de fogón.

Aprovechando la oportunidad, Elsa nos regaló un exquisito y sorprendente plato gourmet completamente impensado para el lugar: espaguetis a la carbonara, pero con ingredientes originales, empezando por el «guanciale» traído especialmente para la ocasión, un lujo.

Mañana sería otro día, después de una apacible noche en este increíble lugar.

Recorrido del día

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LOS AEROLITOS DE BAJADA DEL DIABLO y otras yerbas

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Domingo 28 de mayo de 2023

Después de la fresca noche en el atestado quincho de la estancia Talagapa (nadie se levantó a alimentar la estufa a leña), nos aprestamos a retomar el itinerario planeado, ya con un día de «atraso».

Nos despedimos de Gerardo , agradeciendo su hospitalidad y nos dirigimos a Gan Gan ya que las chatas estaban sedientas. Todavía había bastantes restos de la nevada de la noche del viernes.

Todavía la nieve de dos noches atrás resistía en los sitios con poco sol

Repostamos combustible en Gan Gan y bajamos por la RP11 pasando por Chacay Oeste y dejando a un lado el desvío a El Puntudo.

Los clásicos picos truncados de Somuncurá se extienden hacia el sur en la RP11
La escuela albergue de Chacay Oeste
Caserío alrededor de la escuela en Chacay Oeste

Al pasar por Bajada Moreno nos dividimos y con Elsa fuimos a investigar para ir hasta El Mirasol en forma más «corta» por una huella alternativa que atraviesa el arroyo Mirasol Chico y cruza una alta sierra en dirección al sur. Los otras dos chatas siguieron hasta Bajada del Diablo para averiguar cómo acceder al campo de aerolitos.

Nuestra excursión terminó en el puesto de Don Oscar Fernández después de mucho dar vueltas, quien nos confirmó que la huella existió pero que era imposible recorrerla ya que las lluvias del año pasado la habían destruido (Él no pudo hacerla con un tractor pese a su especial interés por reabrirla).

Ó se iba por las rutas provinciales o había que retroceder hasta el desvío a El Puntudo, donde había otra más o menos huella paralela a la que buscábamos.

Uno de los puestos que visitamos buscando la salida directa a El Mirasol

Los demás se quedaron esperándonos en Bajada del Diablo frente al mítico Bar El Palenque, donde Oscar, el encargado los agasajó con empanadas y milanesas de guanaco, escabeche de perdices y hasta les regaló un garrón de jabalí para nuestros huevos revueltos futuros. Cuando llegamos, por suerte nos habían dejado algo y pudimos degustar todo eso. Nunca comí milanesas tan ricas

Llegando a Bajada del Diablo
Mítico Bar El Palenque, postal de Bajada del Diablo
Oscar, el amable anfitrion del Bar El Palenque, posando con nosotros
El delivery de El Palenque llegó a la caja de las chatas, con milanesas de guanaco!
¡Qué cosa más rica!
Elsa y yo comimos en el boliche
Darío se adueño del mostrador en un descuido

Transmitimos la novedad que el atajo a El Mirasol no estaba disponible y que la alternativa de El Puntudo no era viable por el horario, así que con los datos que habían recolectado previamente fuimos en busca del campo de aerolitos.

Este campo de aerolitos lo conocí a través de los «trabajos prácticos» que nos hacía a hacer Federico Kirbus para probar a los recién iniciados en la concurrencia a su Peña 5×5. Federico me había pasado algunos datos allá por 2007, los investigué y le prometí visitarlos alguna vez: 16 años después estaba cumpliendo mi promesa al Maestro, tarde pero seguro.

Según el interesante informe que podés leer AQUÍ, hay más de 100 impactos en la zona, ocurridos entre 130.000 y 780.000 años atrás; el problema es que hay muy pocas huellas para acercarse y la vegetación no es muy amigable que digamos, así que le apuntamos a tres sitios que habíamos identificado en las satelitales que estaban entre 200 y 1000 metros de una huella mas o menos transitable.

La zona es bastante montañosa e interesante hasta que se alcanza la planicie de la meseta donde cayeron los aerolitos, a la postre es una estribación de la zona sur de Somuncurá. Llegamos al más cercano y salimos a caminar en su búsqueda.

Bueno, debo decir que las expectativas que teníamos no se colmaron: encontramos los supuestos lugares de impacto pero quedaron muy lejos de lo impresionantes que habían sido los tres de la meseta de Canquel o el del cráter de Bajo Hondo en Gan Gan, donde los huecos generados eran enormes y bien visibles. Posiblemente no ubicamos al mejor ejemplo de todos y lo que describa no sea representativo.

En los tres casos que pudimos verificar, efectivamente aparecieron unos claros bien definidos con llamativamente muy poca y diferente vegetación al entorno. Algo extraño sin duda debió pasar. Si existieron un cráteres, fueron de poca profundidad y fueron rellenado por sedimentos, al menos para esta pequeña muestra que relevamos. Lo que no se explica es por qué la vegetación es diferente.

Noten la diferencia de vegetación el entorno

La regla dice que el cráter tiene aproximadamente 20 veces el diámetro de la piedra que lo causó, en estos casos nos indica que las piedras a lo sumo eran de 5 metros de diámetro-

Por otra huella no relevada intentamos dar con algún otro pero ya el entusiasmo de los aerolitos ya había bajado y el tiempo corría. Decidimos continuar con la expedición por otros rumbos. Siempre nos apremia el tiempo.

Seguimos por la RP11 dejando atrás el cruce con la RP61 y después de cruzar el ancho cauce seco del arroyo Perdido nos desviamos a la derecha por la RP40, todas ellas en excelente condiciones. Al llegar al cruce a El Mirasol, pese a que estaba oscureciendo, nos desviamos para por lo menos asomarnos a este remoto lugar que siempre había visto en letreros de la RN25. Si había algún lugar bueno, hasta podíamos llegar a acampar, recordando la noche de El Caín.

Volvimos a cruzar el río seco, encontramos unas fascinantes formaciones trabajadas por el agua y el viento y caímos en el poblado de El Mirasol, donde por supuestos nos tomaron por marcianos. Quién puede venir a hacer turismo aquí? – seguramente se preguntaban. «Casualmente» se nos acercó un auto para saludar y era el policía a cargo del destacamento, que si bien estaba de franco debió ser alertado por los vecinos de tres chatas dando la vuelta al perro en el poblado.

Increíble paisaje cercano a El Mirasol
El Mirasol
Capilla de El Mirasol

Concluimos que era mejor no quedarnos y tratar de llegar a alguna hora razonable a Las Plumas, con la esperanza de alojarnos en el viejo hotel, cosa que finalmente ocurrió ya que justo encontramos dos habitaciones disponibles para todos, es decir cinco en una quíntuple y Elsa cómodamente en una cuádruple.

Hasta tuvimos tiempo de cenar antes de ir a descansar. Otro día terminado.

Mañana le apuntaríamos otra vez a la remota meseta de Canquel.

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